Capitulo 43 "Planes de Escape"
Nunca había visto a Dante tan feliz. Me hacía pensar que le alegraba ver mi cara de pocas pulgas y mi desgracia mientras todos comíamos en silencio, pero la insufrible sonrisa de Dante me ocasionaba unas ganas enormes de querer golpearlo.
Me levanté lo más rápido que pude de la mesa ya que no lo soportaba, pero Dante me tomo del brazo
- Tenemos que hablar – estaba completamente serio y sus ojos me transportaron a aquella noche – todos.
- Bien – Félix uso su manos para que me soltara – entonces hay que ir a la sala.
Caminé a dejar mi charola y me dirigí a la sala impaciente. En el camino me encontré con Eduardo que charlaba con otros sujetos y me saludo. No tenía la intención de charlar con el así que solo le devolví el saludo y seguí caminando, tratando de encontrar una forma de salir de aquí.
- Tranquilízate, Victoria – me sugirió Raquel alcanzándome – todos sabemos lo que significa el desierto para ti.
- No puedo – me sincere – tengo que asegurarme de que no fue detrás de él.
- Y lo harás – me sugirió mientras entrabamos – pero no ganas nada perdiendo el control en estos momentos.
- Lose – suspire aterrada – pero no se en que más pensar.
- En entrar sería un buen comienzo – sugirió Ezequiel en la entrada de la sala.
De mala gana entre y cerró la puerta. Vi como Dante se aseguraba de que estuviera bien cerrada. Una vez que estaba convencido nos miró sonriendo a todos nosotros y se sentó en el sillón.
- Creo que se cómo salir de aquí – nos dedicó una gran sonrisa triunfante.
- ¿De qué hablas? – le cuestiono Eva confundida – ¿Ya sabes cómo salir de esta madriguera?
- Si – dijo emocionado – y mi hermana nos ayudara a salir de aquí.
- Como estas tan seguro – le cuestiono Ezequiel – porque para mí que te quería matar hace un rato.
- Porque menciono a nuestra madre – dijo confiado.
- ¿Y tu madre significa que? – le miro Raquel esperando una respuesta más clara.
- Mi madre hace 8 años que murió – aclaro alegre sin rastro alguno de melancolía.
- ¿Entonces quien ira a su boda? – le interrumpió Aria confundida.
- Mi madrastra que ojalá arda en el infierno pronto, pero – al parecer la odiaba – esa es una señal más de que es momento de salir de aquí.
- ¿Y cómo planeas hacerlo? – interpuse de inmediato.
- Es sencillo – me sonrió – en la recepción de la boda dijo que estaríamos en un salón y que todos estaríamos presentes. Solo tienes que derribar un muro o dos mientras mandamos a todos al carajo y yo mato a ese hijo de puta para escapar.
- Muy lindo y todo tu plan – le corto su entusiasmó Félix – pero recuerda que significamos mucho dinero para dueños de este circo. Nos buscaran hasta debajo de las piedras.
- Nos atraparan igual que la vez pasada – dijo con mala cara Raquel.
- No somos los mismos que la vez pasada – le regaño Ezequiel – ahora somos más rápidos y tenemos más control.
- Por mi está bien – repuse con la cabeza a mil – ¿Cuándo será la boda?
- No lose – repuso decepcionado de sí mismo – no le pregunte.
- Genial – dijo sarcástico Ezequiel – ahora es cuestión de tiempo para que vengan por nosotros.
- Debe de ser pronto – trato de remediar Dante – de eso estoy seguro.
- El problema no es el escapar – les reprocho Eva – si no como nos mantendremos fuera del radar.
- Tenemos a un nómada – me señalo Raquel – que no capturaron sí que se entregó. Así que eso es lo de menos.
Apreciaba que pensara eso de mi Raquel, pero a pesar de que me deje capturar por mi hermano no era la mejor opción. En cuanto saliera de aquí no descansaria hasta encontrar a mi familia y después de ahí desaparecer por completo.
- Soy el príncipe de los recolectores – dijo Dante muy confiado – me asegurare que nadie nos siga el rastro.
Todos estaban extasiados de felicidad comentando lo que harían al salir de aquí y como nos podríamos mantener a salvo, pero yo solo pensaba en el tiempo. Tenía en cuenta que al salir de aquí yo sería una presa más y que todo dependía en que tan buena era moviéndome y ocultándome. En una semana si tenía suerte llegaría a donde me separe de ellos y una vez que encuentre el rastro de mi familia seria cuestión de días para llegar a Gabriel.
- Se olvidan de algo – dijo muy serio Samuel rompiendo la felicidad – todos tenemos asuntos pendientes no es así Victoria… – recalco mi nombre para que levantara la vista – estoy seguro de que en cuanto salgas iras tras ellos.
- Si – dije muy segura – No tengo tiempo y con Gabriel pisándome los talones tengo asegurada mi cabeza en su colección de trofeos.
- Así que nos abandonaras para ir detrás de tu familia – dijo seria Eva mirándome con desprecio – no es así.
- Como tú lo hiciste – le recalque sonriendo – diferentes acciones mismo fin.
- Yo también tengo cosas que hacer en cuanto salga – arremetió Samuel.