De las Cenizas

Capitulo 45 "Miedos"

La mirada curiosa del entrenador al encontrarnos en el pasillo junto con su sonrisa indiscreta aun permanencia en mi cabeza ahora que lo tenía de nuevo frente a mí. Me sentía ridículamente avergonzada y cada vez que lo veía a él o a Félix recordaba nuestro arrebato.

  • Esta clase será especial y única – dijo emocionado tratado de peinar su alborotado cabello – además de que tenemos increíbles invitados.

Camile dio una vuelta como buena modelo para después perderse entre la pared y regresar con aquella abominación.

  • Corran – salió disparada Aria hacia la pared tratando de encontrar la puerta.

Al ver su miedo la imitamos y regresamos de donde habíamos salido, pero no había puerta alguna. El entrenador y Camile reían divertidos.

  • Esto es un náufrago – nos aclaró Camile mostrando la cadena de hielo con lo que lo sujetaba.

El náufrago parecía que alguna vez había sido un humano. Su rostro estaba completamente desfigurado siendo irreconocible y su piel era tan pálida que por el color negro de sus venas que saltaban vistosamente parecía gris. Era alto y delgado. Bailaba en la vieja ropa que lo cubría.

  • Acérquense no les hará daño – nos sonrió maliciosamente el entrenador – bueno por ahora.

Nos acercamos como nos ordenó con una buena distancia entre nosotros como para tener tiempo y salir corriendo si lo soltaban.

  • ¿Saben cómo se crea un náufrago? – nos preguntó Camile mientras acariciaba a la criatura.

Todos negamos con la cabeza confundido mientras Aria se escondía detrás de Ezequiel. El parecía más que dispuesto a protegerla. Lo cual era creíble ya que con una descarga casi me mataba en otra ocasión.

  • Es muy simple – Camile tomo del brazo a la criatura.
  • Verán – explico el entrenador – un náufrago es aquel que se queda varado en la nada y si ustedes llegan a dejar de ser…. Productivos y no generan nada – lo señalo – se convertirán en esto.
  • ¿Él era humano? – le pregunto Dante con desenfado.
  • Si – Camile jalo de la cadena para el náufrago se agachará – se les mutila la cara y el cuerpo antes de su transformación hasta quedar irreconocibles. Así se evitan problemas con los que fueron sus compañeros.
  • Pero él ni siquiera tiene ojos – Raquel camino hacia ellos – y si no tiene ojos…
  • No porque no los tenga no significa que no sepa en donde estas – Camile soltó la cadena y el náufrago se abalanzó contra Raquel.

Raquel cayó al suelo y antes de que estuviera el náufrago sobre ella el entrenador piso la cadena impidiendo que avanzara. Raquel estaba inmóvil en el suelo observado al naufrago con terror.

  • El alguna vez tuvo un fragmento como ustedes, pero se lo quitaron terminando así – tiro de la cadena para que Raquel se pudiera poner de pie – en fin, esto es lo que les pasaría si les quitaran su fragmento.

Raquel se puso de pie y se alejó de el hasta llegar a nosotros. Todos mirábamos desorbitados al naufrago que no paraba de mover si cabeza de un lado para el otro. Era como si nos buscara de esa forma.

  • ¿Como sabía que estaba ahí? – les pregunto Raquel que veía al naufrago con asco.
  • El haber tenido el fragmento tiene consecuencias en el cuerpo – nos explicó Camile tomando la cadena – super desarrolla tus sentidos y te da uno más.
  • ¿Cuál es? – le pregunto Samuel preocupado.
  • El encontrar fragmentos – nos sonrió macabra Camile tirando del naufrago.
  • Los náufragos tienen un loco deseo por conseguir aquello que les fue arrebatado – el entrenador se acercó a nosotros – por eso puede diferenciar y encontrar los fragmentos.
  • Creo que no hace falta decir que son muy peligrosos, pero creo que es momento de que enfrenten sus miedos y entiendan que no hay que temer.

(Esta será la peor clase)

  • ¿Así que esto es un escarmiento? – le pregunto Félix desde el fondo.
  • Yo no diría que es más una oportunidad para aprender más – apunto Camile acercándose a la pared – y no solo acerca de un náufrago sino de nuestra variada colección de especímenes.

Coloco la palma de su mano en la pared y una puerta se abrió. De ella salieron dos perros casi idénticos a los que tenía Gabriel solo que más grandes y musculosos, dos charros muy pequeños y un par de ratas que parecían hurones.

El miedo se apodero de mi al ver a los perros y no pude evitar retroceder. Mi cuerpo me delato de inmediato y la ceniza comenzó a salir de mis manos sin control. Ninguno de ellos tenía correa y tampoco se veían muy contentos. Entraron imponentes enseñando los colmillos y gruñendo. Esperando esa señal que tan bien conocía.

  • Veo que tenía razón – el entrenador hizo una seña y los perros corrieron a él agitando su cola de un lado a otro – al parecer nuestro rebelde favorito conservo los cachorros que nos robó – se dirigió a Camile que ya camina de regreso.

De su traje saco una cadena de oro y se la entregó al entrenador que ya tenía la mano extendida.

  • Odio cuando tienes razón – le reprocho Camile – pero una apuesta es una apuesta.
  • Así que somos unos payasos de circo ofreciendo un espectáculo para ustedes – les gruño Ezequiel – claro sin ofender Samuel.
  • Ofendiendo un poco pero no hay cuidado – le aclaro Samuel que tenía los ojos clavados en las bestias.
  • Supongo que los cachorros que conociste eran mucho más pequeños – esta vez el entrenador esta vez se refería a mi
  • Si – me miraba intrigado mientras acariciaba a sus canes – un poco más pequeños que estos.
  • ¿Y con que los alimentaba? – su pregunta me cayó como un golpe al estómago.




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