Capitulo 48 "Diferencias"
Mientras discutían en la oscuridad me acomode para descansar. Por como peleaban parecía que se llevarían un buen tiempo para que alguna guardara silencio.
- ¿quién era? – me susurro Félix en la oscuridad.
(no lo va a dejar pasar )
- ¿celoso? – le pegunte esperando que lo negara.
- Si – me atrajo hacia el – mucho.
Podía sentir su respiración en mi nuca. Me di la vuelta y quedé frente a él en la oscuridad.
- Tonto – le acaricié la mejilla – no debes por qué.
- Me traes vuelto un loco – me dio un pequeño beso.
Al separarse de mi me abalance a él. Quería seguir sintiéndolo cerca de mí. Ya lo había tenido tanto tiempo lejos que me era difícil no hacerlo en estos momentos.
Nuestro labios chocaron y me recibió entre su brazos. Me atrajo más a el mientras nuestro labios chocaban ansiosos por más. Pase las manos por detrás de su nuca y tire de él. Coloco su mano sobre mi pierna y me hizo que lo rodeaba mientras lentamente subía por mi muslo para perderse debajo de la sudadera.
- Les recuerdo que ahí está el baño – nos reprochó Raquel – solo deben esperar a que salga Eva.
Nos separamos tratando de controlar nuestra respiración
- Porque no descansamos – sugirió Aria – y mañana hablamos.
- Pues dile que deje de molestar a esta loca – le reprocho Eva.
- Raquel – se interpuso Samuel – ya déjala. Todos sabemos la verdad. No te desgastes más.
- ¿Saber qué? – en ese momento me enderece para interferir.
- Hay que dormir – interpuse – nos deben estar escuchando del otro lado.
- Maldita perra cínica – maldijo Eva recostándose.
- Que te follen – le contesto Raquel y ya nadie más dijo algo.
Me volví a recostar y Félix se puso de pie. Sin decir nada vi como entro al baño.
(¿y si lo sigo?)
Me gustaba mucho Félix, pero no estaba segura de hacerlo. Todos debían de estar despiertos aun y además pensar en aquella noche de la que no recuerdo mucho me nublaba. Le deseaba, pero podía esperar un poco más.
Me cobijé y cerré los ojos tratando de dormir.
- ¿A dónde vas? – me cuestiono Antonio desde la puerta de la casa.
- Iré a dejarle un poco de duraznos a los Garret – le mostré la canasta.
- Bueno trata de no quedarte mucho tiempo que mama está cocinando la cena.
- Si – le hice a dios y caminé con el alma en el suelo por los suelos por cómo le había mentido.
Camine por aquel sendero conocido viendo los árboles mecerse de un lado a otro por el aire. Parecía que iba a llover en un rato por el gris de las nubes.
- ¿A dónde vas? – tiro de mi fuera del camino.
- Tonto – le reproche recogiendo los duraznos que se me habían caído – ve lo que hiciste.
- ¿Eran para mí? – me sonrió divertido.
- Obviamente – le tendí la canasta – escuché que casi no comen fruta en el cuartel.
- Es verdad – me recibió la canasta.
Se llevo un durazno a la boca y comenzó a guardar el resto en las bolsas de su uniforme mientras le miraba. Se quito la gorra y los que no pudieron caber en sus bolcillos lo hecho en ella mientras me devolvía la canasta.
- Gracias – le entendí a su balbuceo.
- Bueno me tengo que ir – tomé la canasta y di la vuelta.
- Espera – me llevo de nuevo fuera del sendero – ¿no preguntaras como estoy?
- ¿Cómo estás? – le pregunte irónica.
- De cabeza por ti – me contesto coqueto.
No pude evitar poner los ojos en blanco fingiendo fastidió por sus palabras.
- Sabes que – le dije nerviosa – me voy que me están esperando.
- ¿Quien? – me tomo de la mano para que parara.
- Pues mi familia – le mire extraña.
Pareció alegrarse de mi respuesta y me soltó.
- ¿Y no te despedirás de mí? – me dijo ofendido – ya que no te quedaste a conversar.
- Adiós – me le acerque y le bese la mejilla.
Sentía como el calor se acumulaba en mi rostro. Me aleje lo más rápido que pude y regrese al sendero de regreso a casa.
- Adiós – me grito a lo lejos.
Sonreí…
- Ya veo que les gusta el suelo – escuche al entrenador – pediré que quiten la cama para que no estén tan amontonados.
- Gracias – le dijo Samuel bostezando.
- Ahora – carraspeo – me podrían decir ¿porque carajos recibí 9 solicitudes para el torneo después de que decidieron quedarse a convivir con los demás?