Era muy obvio que se estaba zurrando del miedo. No entendía si era por perder el control o le temía por alguna razón a esa chica. Pensé que había buen trabajo quitándoles sus miedos.
Mas valía que ganara o el enfermo de Sam se metería entre sus piernas y tomaría a mi nueva adquisición. No es que me perteneciera, pero no me gustaba compartir.
(Esto cada vez se pone más interesante)
Me solté a carcajadas por la cara de Nara. Nunca se imaginó el pobre idiota que su humillación llegaría hasta los odios de los antiguos, así como Alpha seguiría en las apuestas. Quien diría que era más estúpido de lo que imaginaba.
Mi cachorro se mantenía muy bien al margen bloqueando sus ataques y lanzando unas cuantas patadas a pesar de que la roñosa no para de gritarle no sé qué basura. Me preguntaba por qué no acaba con ella de una vez, aunque talvez aún estaba muy débil.
(Por un demonio lo que me faltaba)
Eso le pasaba al estúpido por ensañarse con mi cachorro. No era su culpa que fuera un fracasado, pero debía de aprender cuando uno se debe de retirar.
Pensé que todo se había terminado por como la saco a volar, pero se puso de pie mientras la sarnosa no paraba de festejar y gritar estupideces acerca de que mi cachorro no era nadie ni nada. Estaba seguro de que esta vez mi cachorro terminaría esto de una buena vez.
(Esa mirada...)
Mi cachorro se levantó y sonrió descaradamente mientras se llevaba la mano al abdomen en donde le habían golpeado. Conocía a la perfección esa mirada de psicopata. Nada terminaba bien una vez que brillaba en sus ojos y como siempre tenía razón. Extendió sus brazos y una cantidad obscena de polvo comenzó a salir de sus brazos rodeándolas al punto de que no se alcanzaba a ver que carajos está pasando.
Miré de nuevo y vi cómo se formaba un remolino mientras se escuchaban los abucheos.
De inmediato Sam y Nara salieron disparados fuera del balcón para detener la pelea. No sabía si estaban o muy ebrios o de verdad no tenían cerebro.
(Claro... Yo siempre termino haciendo el trabajo sucio)
Baje corriendo las escaleras cuando la bruma desapareció. La roñosa no paraba de llorar atrapada en las raíces de mi cacharro mientras le miraba perdida.