De las Cenizas

Capitulo 54 “Otra perspectiva”

 

Era muy obvio que se estaba zurrando del miedo. No entendía si era por perder el control o le temía por alguna razón a esa chica. Pensé que había buen trabajo quitándoles sus miedos.

  • Empate – se bufo Sam dejando caer sobre la mesa su reloj y un anillo de plata.
  • A que sale de pie mi cachorro – coloque sobre la mesa mi tarjeta de acceso al edificio sigma.
  • Uuyyy – dijo frotándose Camile las manos emocionada – a que descalifican – dejo caer la llave de su habitación sobre la mesa.

Mas valía que ganara o el enfermo de Sam se metería entre sus piernas y tomaría a mi nueva adquisición. No es que me perteneciera, pero no me gustaba compartir.

  • A que gana la morena – Alpha dejo caer un medallón de oro del tamaño de unos 5 cm.

(Esto cada vez se pone más interesante)

  • Déjeme decirle que perderá – Nara dejo caer dos medallones de plata de unos 3 cm en la mesa – así que retírese.
  • Escuche que ya dos veces te pateo el trasero – Alpha dejo caer otro medallón de oro – debe ser muy buena.

Me solté a carcajadas por la cara de Nara. Nunca se imaginó el pobre idiota que su humillación llegaría hasta los odios de los antiguos, así como Alpha seguiría en las apuestas. Quien diría que era más estúpido de lo que imaginaba.

  • Como siempre que el más se acerque gana – Dijo Sam bebiendo más cerveza.
  • No nos debes recordar las reglas – se quejó Nara pidiendo más cerveza al asistente que no paraba de maldecir en silencio el por qué tenía este trabajo.

Mi cachorro se mantenía muy bien al margen bloqueando sus ataques y lanzando unas cuantas patadas a pesar de que la roñosa no para de gritarle no sé qué basura. Me preguntaba por qué no acaba con ella de una vez, aunque talvez aún estaba muy débil.

  • Escuche que tuvo una misión en la noche – dijo Nara sirviéndome más sake – ¿ quien estuvo a cargo de ella?

(Por un demonio lo que me faltaba)

  • Yo – le contento indiferente Alpha aterrorizando a Nara – ¿tienes algún problema con eso?
  • Ninguno – le dijo apenado como un perro con la cola entre las patas.

Eso le pasaba al estúpido por ensañarse con mi cachorro. No era su culpa que fuera un fracasado, pero debía de aprender cuando uno se debe de retirar.

  • Es muy joven – susurro pensativa Camile.
  • Tan joven como nosotros – no pude evitar hacer una mueca la ver que sacaron volando a mi cachorro con un solo golpe.
  • Creo que ya sabemos quién ganara – presumió Nara.

Pensé que todo se había terminado por como la saco a volar, pero se puso de pie mientras la sarnosa no paraba de festejar y gritar estupideces acerca de que mi cachorro no era nadie ni nada. Estaba seguro de que esta vez mi cachorro terminaría esto de una buena vez.

  • No cantes victoria – me sorprendió lo bueno que era para ocultar sus emociones al hablar.

(Esa mirada...)

Mi cachorro se levantó y sonrió descaradamente mientras se llevaba la mano al abdomen en donde le habían golpeado. Conocía a la perfección esa mirada de psicopata. Nada terminaba bien una vez que brillaba en sus ojos y como siempre tenía razón. Extendió sus brazos y una cantidad obscena de polvo comenzó a salir de sus brazos rodeándolas al punto de que no se alcanzaba a ver que carajos está pasando.

  • Tenemos que parar el combate – dije de inmediato levantándome de ese estúpido sillón en forma de hexágono.
  • Tienes miedo – se burló Sam.
  • Vamos Sombra – trato de tranquilizarme Camile – solo la descalificaran.

Miré de nuevo y vi cómo se formaba un remolino mientras se escuchaban los abucheos.

  • Solo se desangrará por un rato – me consoló burlón Nara – nada que no haya pasado antes.
  • Estúpido – le dije apretando los dientes – no preocupo por mi cachorro. Lo hago por esa estúpida.
  • ¿A qué te refieres? – me pregunto confundida Camile.
  • La matara – era demasiado obvio y era para que Alpha ya hubiera interferido.

De inmediato Sam y Nara salieron disparados fuera del balcón para detener la pelea. No sabía si estaban o muy ebrios o de verdad no tenían cerebro.

  • Es demasiado tarde – susurre viendo como cada vez el remolino se hacía más pequeño.
  • Nunca es tarde – me reprocho molesto Alpha – así que mueve tu horrendo trasero y detenla.

(Claro... Yo siempre termino haciendo el trabajo sucio)

Baje corriendo las escaleras cuando la bruma desapareció. La roñosa no paraba de llorar atrapada en las raíces de mi cacharro mientras le miraba perdida.

  • Victoria – le grite para que se detuviera.




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