Todos asentimos y comenzamos a salir de la arena antes de que nuevamente nos detuvieran como Aquiles hace un rato. No paraba de maldecir en silencio cuando me enteré de que tener el nivel que tenía no me podía negar a luchar.
Nos aventaran cerveza o lo que sea que estaban bebiendo cuando nos vieron salir. Ninguno se quejó o repelo. Continuamos caminado en silencio mientras nos mojaban.
No lo encontramos justo afuera de la salida mientras se agasajaba junto con Camile sin pudor alguno. De hecho, comenzaba a preguntarme si lo conocían.
(¿estará ebrio?)
Todos estaban rengos o con algún golpe empezándose a hinchar menos yo. Lo único por lo que me lamentaba era mi ropa que tenía miles de agujeros y era cuestión para que se terminara de romper. Si íbamos a entrenar sin podernos cambiar en algún punto me quedaría desnuda.
El entrenador puso los ojos en blanco y comenzó a desabrochar su camisa negra. Mire a Raquel en busca de saber que no era la única extrañada, pero ella estaba comiéndose con los ojos al entrenador. Su torso no estaba tan marcado como había imaginado. Pensaba que debía de tener cuadros en los cuadros, pero su abdomen era plano junto con una cicatriz inmensa que se extendía por su costado derecho dividiéndolo.
Entramos de mala gana y cerró la puerta apenas habíamos cruzado. Aun podía escuchar sus risas de tortolos detrás de la puerta mientras me ponía su camisa.
Sentí un pequeño cosquilleó en mi cuerpo. Podía sentir como mi cabello se secaba y aquel olor a dulzor y alcohol se desaparecida.
Nunca imagine que comenzaríamos desde el principio. Al ver las puertas supe de inmediato que no sería un buen día.
Mi cuerpo me estaba pasando factura. Hacia unas horas estaba como nueva pero ahora está más demacrada que ayer. Después de subir muy alto la bajada me tenía sin cuidado y más el ejercicio era un milagro que siguiera consiente con lo que me pesaban los ojos.
De mala gana nos comenzamos a arrastrar hasta que vi a lo lejos varios zapatos negros en lo que era la sala de entrenamiento y la cámara de agua. Había sujetos bien vestidos con copas de champagne en sus manos mientras hablaban admirando el lugar.
Camino hacia nosotros que han seguíamos en el suelo. No pude cerrar los ojos en la espera de alguna patada por lo molesto que caminaba.
Esto irrito al catrín y respiro profundo no queriendo perder el control.