De las Cenizas

Capítulo 57 " Avisos"

  • Por un carajo estas como nueva – me soltó Raquel al verme – es más parece como si hubieras dormido en vez de peleado con esa bestia.
  • Losé – reí incrédula mientras subía – sus espinas eran como un coctel de energía.
  • Bueno es hora de irnos – repuso Ezequiel apagando el holograma – no queremos que vuelva a pasar esto.

Todos asentimos y comenzamos a salir de la arena antes de que nuevamente nos detuvieran como Aquiles hace un rato. No paraba de maldecir en silencio cuando me enteré de que tener el nivel que tenía no me podía negar a luchar.

  • ¿Te sientes bien? – me dijo Félix con su ojo empezándose a inflamar.
  • Si – le tome de la mano y nos dirigimos a la salida.

Nos aventaran cerveza o lo que sea que estaban bebiendo cuando nos vieron salir. Ninguno se quejó o repelo. Continuamos caminado en silencio mientras nos mojaban.

  • ¿Pero que carajos creen que hacen? – Nos reprochó el entrenador.

No lo encontramos justo afuera de la salida mientras se agasajaba junto con Camile sin pudor alguno.  De hecho, comenzaba a preguntarme si lo conocían.

  • Nos vamos – le contesto Ezequiel pasándolo de largo.
  • No se pueden ir – no reprocho arrastrando un poco las palabras.

(¿estará ebrio?)

  • ­Míranos – le contesto Dante y continúo caminado.
  • Malditos insolentes – maldijo el entrenador separándose de los brazos de Camile – bien si no quieren estar en el torneo irán a entrenar.
  • ¡¿Que?! – le reprocho Eva – ¿Acaso eres ciego? ¿Que no vez como estamos?

Todos estaban rengos o con algún golpe empezándose a hinchar menos yo. Lo único por lo que me lamentaba era mi ropa que tenía miles de agujeros y era cuestión para que se terminara de romper. Si íbamos a entrenar sin podernos cambiar en algún punto me quedaría desnuda.

  • Es una orden – nos reprochó – y la cumplen.
  • Tan solo deja que vayamos a cambiarnos – le pedí amable mostrando mi torso.

El entrenador puso los ojos en blanco y comenzó a desabrochar su camisa negra. Mire a Raquel en busca de saber que no era la única extrañada, pero ella estaba comiéndose con los ojos al entrenador. Su torso no estaba tan marcado como había imaginado. Pensaba que debía de tener cuadros en los cuadros, pero su abdomen era plano junto con una cicatriz inmensa que se extendía por su costado derecho dividiéndolo.

  • Ten – me lanzo la camisa.
  • Eso te servirá – me fulmino con la mirada Camile para que dejara de ver al entrenador desconcertada – todos los demás no están tan rotos como tú.
  • ¡Ahora a entrenar – se acercó a la pared del pasillo y abrió una puerta – Rápido! – nos gritó al ver como no nos movíamos.

Entramos de mala gana y cerró la puerta apenas habíamos cruzado. Aun podía escuchar sus risas de tortolos detrás de la puerta mientras me ponía su camisa.

  • Estoy pegajosa – se quejó Eva mientras caminábamos.
  • Todos lo estamos – le reprocho Ezequiel.
  • Yo puedo arreglarlo – nos dijo Dante entre la oscuridad.

Sentí un pequeño cosquilleó en mi cuerpo. Podía sentir como mi cabello se secaba y aquel olor a dulzor y alcohol se desaparecida.

  • Gracias – le dijo Aria mientras llegábamos a nuestro destino.

Nunca imagine que comenzaríamos desde el principio. Al ver las puertas supe de inmediato que no sería un buen día.

 

  • No puedo más – les susurre tirada en el suelo.

Mi cuerpo me estaba pasando factura. Hacia unas horas estaba como nueva pero ahora está más demacrada que ayer. Después de subir muy alto la bajada me tenía sin cuidado y más el ejercicio era un milagro que siguiera consiente con lo que me pesaban los ojos.

  • Solo hay que llegar a la llave – Trato de consolarnos Dante que estaba en el suelo.

De mala gana nos comenzamos a arrastrar hasta que vi a lo lejos varios zapatos negros en lo que era la sala de entrenamiento y la cámara de agua. Había sujetos bien vestidos con copas de champagne en sus manos mientras hablaban admirando el lugar.

  • Permítanme caballeros – dijo uno al vernos tratando de ocultar su disgusto.

Camino hacia nosotros que han seguíamos en el suelo. No pude cerrar los ojos en la espera de alguna patada por lo molesto que caminaba.

  • ¿Por qué carajos no están en el torneo? – nos dijo apretando los dientes.
  • Estamos entrenando – le contesto Samuel como si no fuera obvio.
  • ¿dónde está Sombra? – nos dijo de inmediato el catrín.
  • Aquí no – le contesto Aria avanzando a la llave.

Esto irrito al catrín y respiro profundo no queriendo perder el control.

  • Estúpidos – se pasó la mano por el cabello y se dio la vuelta poniendo su mejor cara – caballeros es mejor que pasemos al coliseo y comencemos con las ofertas.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.