De las Cenizas

Capitulo 58 “Clara”

Por primera vez vi el gran edificio a su máxima capacidad, así como el comedor. Había tantas personas que caminar hacia nuestra sala era un gran problema. Te alguna forma no puede evitar sentirme como en el primer día de la escuela. Tenía varios ojos fijos en mí y a la vez parecía ser invisible mientras nos habría paso entre la multitud.

  • Ahí estas – se nos aproximó Raquel con una charola llena de panecillos.

Nos ofreció y aceptamos mientras el entrenador se adueñaba de la mayoría. No tenía idea que le encantaba el pan por como comía tan rápido uno tras otro. Parecía ser que estaba mucho más hambriento que nosotros.

  • Hay que seguir – balbuceó con la boca llena.
  • En comedor está a su máxima capacidad que apenas logre sacar esto – nos explicó Raquel mientras seguíamos al entrenador.
  • No tenía idea de que fuéramos tantos – apunto Dante mientras nos acercamos a la sala.

El resto del equipo discutía con lo que supongo era otro equipo que no conocía frente a la entrada de nuestra sala. Cuando vieron al entrenador el rostro de los desconocidos se ilumino de satisfacción.

  • ¿Puedes seguir? – me pregunto Dante al ver la mala cara que le hizo Eva.
  • Si – me separé de él y seguí caminando a la entrada con un panecillo entre mis manos – Gracias por la compañía.
  • Cuando quieras – me contesto coqueto.

Con aquello pude atraer la atención de Félix que no se había percatado de mi llegada. El entrenador rio divertido mientras me habría paso rengueando a la puerta. Los desconocidos al verme se hicieron un lado y entre sin problemas mientras se desataba una nueva discusión.

  • Solo van a sacar sus cosas y listo – les aclaro el entrenador serio – después de esto el cuchitril es todo suyo Salem.
  • Pues que lo hagan rápido – le contesto molesto unos de los chicos – queremos descansar de una vez.
  • Deberías de cuidar tu tono – le reprocho el entrenador – recuerda que son de un nivel mucho más alto que ustedes.

Tomé mi ropa para la ducha y salí de la habitación. Llame mi ceniza y las raíces que aseguraban la puerta regresaron a mí. Tomé otro panecillo de Raquel y me dirigí a las regaderas.

  • Tomare una ducha – les avise alejándome a paso de tortuga.
  • Su nueva sala tiene regaderas – me dijo el entrenador presumiéndole al otro equipo – porque te aseas haya mientras les enseño el lugar.
  • ¿Hay duchas como para todos? – le cuestionó Samuel.
  • Solo tiene 4 – le ofreció el entrenador – pero es mas de lo que tenían.
  • Nos vemos luego – continue con mi camino.
  • Yo también me duchare aquí – apunto Samuel caminando detrás de mí.
  • No es seguro Victoria – me gruño Félix molesto para que parara.
  • Se sabe cuidar sola – apunto el entrenador antes de que le pudiera contestar – No necesitara ayuda así que vayamos a ver el lugar.

 Me adentré a las duchas y cerré la puerta con mis raíces y no ser molestada. Como siempre el lugar estaba vacío. Me bañe en silencio disfrutando de la soledad imaginándome libre en cualquier lugar menos este.

De alguna forma las palabras del entrenador se abrieron paso entre mis fantasías y comencé a cuestionarme que sería lo que el sabia. No tenía muchas pistas, pero supongo que en algo tenía que ver el antiguo llamado Alpha. Sabía que me conocía de alguna forma porque vivimos en la misma comunidad, pero más haya estaba en ceros. Cuando me reencontrara con Leonardo le preguntaría al respecto porque él debía de conocerlo.

  • Tardaste demasiado – me dijo Samuel al verme salir de las duchas.
  • No tenías que espérame – le conteste mientras caminaba a su lado.
  • ¿quieres ver si podemos conseguir algo de comida? – me pregunto amable al ver la que era nuestra sala.
  • Si – nos dirigimos al comedor.

Tenía razón Raquel la comida apenas parecía ser suficiente. Así como llegaban bandejas de comida estas desaparecían en segundos. Siempre había filas y las mesas estaban a tope.

  • ¿Qué te parece un poco de carne, pan y ensalada? – me pregunto Samuel mientras esperábamos en la fila.
  • Lo que sea estará bien para mi – le conteste mientras miraba como desaparecía la charola con sopa.

Desapareció en un instante y al siguiente regreso con dos charolas llenas de carne, pan y ensalada de lechuga. Le ayude y salimos de la fila buscando una mesa disponible cuando mire a Aquiles entre la multitud. Este se levantó de su mesa y seguido de su equipo camino hacia nosotros.

  • Mejor hay irnos – me sugirió Samuel nervioso.

Ya era demasiado tarde por que comencé a caminar hacia el para ocupar la mesa que había dejado libre. No le tenía miedo y ahora que ambos sabíamos de lo que éramos capaces no había de que temer.

  • Victoria – me saludó inclinando su cabeza.
  • Aquiles – le conteste imitándolo mientras continuaba con mi camino.




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