Por primera vez vi el gran edificio a su máxima capacidad, así como el comedor. Había tantas personas que caminar hacia nuestra sala era un gran problema. Te alguna forma no puede evitar sentirme como en el primer día de la escuela. Tenía varios ojos fijos en mí y a la vez parecía ser invisible mientras nos habría paso entre la multitud.
Nos ofreció y aceptamos mientras el entrenador se adueñaba de la mayoría. No tenía idea que le encantaba el pan por como comía tan rápido uno tras otro. Parecía ser que estaba mucho más hambriento que nosotros.
El resto del equipo discutía con lo que supongo era otro equipo que no conocía frente a la entrada de nuestra sala. Cuando vieron al entrenador el rostro de los desconocidos se ilumino de satisfacción.
Con aquello pude atraer la atención de Félix que no se había percatado de mi llegada. El entrenador rio divertido mientras me habría paso rengueando a la puerta. Los desconocidos al verme se hicieron un lado y entre sin problemas mientras se desataba una nueva discusión.
Tomé mi ropa para la ducha y salí de la habitación. Llame mi ceniza y las raíces que aseguraban la puerta regresaron a mí. Tomé otro panecillo de Raquel y me dirigí a las regaderas.
Me adentré a las duchas y cerré la puerta con mis raíces y no ser molestada. Como siempre el lugar estaba vacío. Me bañe en silencio disfrutando de la soledad imaginándome libre en cualquier lugar menos este.
De alguna forma las palabras del entrenador se abrieron paso entre mis fantasías y comencé a cuestionarme que sería lo que el sabia. No tenía muchas pistas, pero supongo que en algo tenía que ver el antiguo llamado Alpha. Sabía que me conocía de alguna forma porque vivimos en la misma comunidad, pero más haya estaba en ceros. Cuando me reencontrara con Leonardo le preguntaría al respecto porque él debía de conocerlo.
Tenía razón Raquel la comida apenas parecía ser suficiente. Así como llegaban bandejas de comida estas desaparecían en segundos. Siempre había filas y las mesas estaban a tope.
Desapareció en un instante y al siguiente regreso con dos charolas llenas de carne, pan y ensalada de lechuga. Le ayude y salimos de la fila buscando una mesa disponible cuando mire a Aquiles entre la multitud. Este se levantó de su mesa y seguido de su equipo camino hacia nosotros.
Ya era demasiado tarde por que comencé a caminar hacia el para ocupar la mesa que había dejado libre. No le tenía miedo y ahora que ambos sabíamos de lo que éramos capaces no había de que temer.