Capítulo 59 "La nueva maestra"
El entrenador nos esperaba en la puerta con cara de pocos amigos.
- Escuche que tienes un nuevo mejor amigo – me reprocho el entrenador apenas me tuvo al alcance.
- No sabía que intercambiar amenazas fuera algo que hacen los mejores amigos – le reproche molesta.
- Yo no vi ninguna amenaza – dijo aún más molesto – sino más bien a Frank desangrándose mientras buscaba un médico.
Aprete los puños para controlarme y escondí mis manos mientras me alejaba de él lentamente para no levantar más sospechas.
- Se acerco por Clara – se metió Dante – el sapo trataba de intimidarnos para aprovecharse.
- Que no se pueden defender solos – reprocho aún más molesto.
- Eso hicimos, pero Aquiles se metió por unos rumores que hay sobre Victoria.
El rostro del entrenador cambio por completo y se me acerco preocupado. Lo mire indiferente y espere a que la puerta se abriera para poderlo dejar atrás.
- ¿Con que te amenazo? – me pregunto ansioso.
- Ya sabes cosas de amigos – me burle de el mientras me quitaba de su camino.
Estaba más que furioso pero se tenía que comportar por el público que miraba como Simón atormentaba a su equipo frente a todos mientras los tenía sometidos en el suelo a punto de llorar.
- El no investiga sin razón – me susurro – busca tu lado flaco y te debilita para acabar contigo.
- Lose – le conteste fastidiada y me aleje de él.
- Si ya lo sabes entonces que le dijiste – me alzo la voz atrayendo atención.
- Hay más de una forma de hacer daño – sonreí al ver la puerta abierta.
Me acerque a Clara que se despedía de los demás mientras el entrenador luchaba por contenerse.
- No dejes que vean que te hicieron daño o se aprovecharan de eso – le aconseje y le abrace – espero que la próxima vez que nos veamos esa arena tuya gire con mucha más fuerza.
Asintió y me sonrió conmovida. Le di la espalada y me acerqué al entrenador. Me pare a su lado y mire a Eduardo retorcerse de dolor por como lo habían dejado caer desde unos 4 pisos.
- Ya que hablaste sobre mi pasado presume de una vez que fui prisionera de Gabriel y que sobre lo que soporte – me aleje al ver como avanzaban los demás – será útil para que busque otra forma de joderme.
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Me recargué sobre la pared y me senté en el suelo mientras veía a nuestra nueva maestra batallar con su nueva mascota.
- Imagine que sería peor – me susurro Félix sentándose a lado.
- Apenas está comenzando así que no hay subestimarla – nos dijo serio Ezequiel dándonos la espalda mientras Aria se recargaba en su regazo.
Vi salir y entrar a Camile una y otra vez hasta que regreso con las manos vacías. Al parecer su plan A había fallado y su mascota no iba a funcionar de material didáctico.
- ¿Ya va a comenzar o podemos seguir entrenando? – le pregunto seria Raquel desde el frente para irritarla.
- Raquel no la molestes que se quejara con el entrenador – le reprocho Dante fingiendo.
Camile suspiro y trato de serenarse mientras la mirábamos en espera de lo que fuera que nos iba mostrar.
- Son más estúpidos de lo que imagine.
Ninguno le contesto. Sabíamos que si la hacíamos enojar más nos podría causar bastante dolor.
- ¿Qué saben de las baterías?
No entendía a lo que refería nunca había escuchado algo respecto a ellas y por su rostro parecía que debíamos saber algo de ellas.
- Nada – le contesto Samuel.
- Pensé que les había dado una clase de historia ese imbécil – suspiro agobiada y se alejo un poco – bueno ya tendré que hacerlo yo.
Estiro sus manos y un frio indescriptible se hizo presente por toda la habitación pareciendo un congelador. De inmediato me puse de pie y me crucé de brazos tratando de detener el calor que se escapaba de mi cuerpo.
- Cuando se empezó con la experimentación y todo esto se dieron cuenta acerca del origen de nuestras habilidades…
- Eso ya lo sabemos – le gruño Eva temblando – podríamos pasar a la parte en donde vuelves todo a la normalidad.
- No – le sonrió con descaro Camille – Como les habrá dicho Sombra hay clanes o familias. No importa cómo les quieran llamar en realidad, pero saben ¿cuál es el más grande?
- El de los geniecitos – le respondió Ezequiel.
- No – le contesto agobiada Camile – son las baterías y de ellos hay varias ramas con más subgrupos.
- ¿Cuántos son? – le pregunto Félix intrigado.
Camile hizo una mueca y comenzó a contar con los dedos.
- Como un 749 creo…
- ¡¿Que?! – dijimos confundidos.
- Fueron el primera familia a la que se estudió por sus habilidades y por eso mismo la producción se salió de control mientras encontraban la perfección.