De las Cenizas

Capítulo 60 "Un vistazo al pasado"

Un dolor punzante se extendió en mi cuello. Por reflejo lleve mi mano y me saque de encima una jeringa vacía. Miré hacia atrás y vi ese casco negro sobre mí.

Mi cuerpo se comenzó a adormecer y la cabeza comenzó a darme vueltas. Mi vista se nublo y deje caer la jeringa de mis manos.

  • Eres un cobarde…

 

Apenas escuche que su agrupamiento había regresado al pueblo tome cada escusa que podía para ir. No importaba si era por el más simple mandado o tener que ir al centro de acopió en compañía de mi tía. La ilusión de poder verlo e intercambiar cualquier palabra con él era suficiente para mí.

Las primeras veces corrí con muy mala suerte y no le pude ver a él o algún compañero suyo. Pensé lo peor hasta que saliendo de la escuela vi un grupo de uniformados coqueteando con chicas de un grado mayor que yo. Pase cerca de ellos y me fije si se encontraba el.

  • De un soldado a subteniente – presumió unos de los chicos con orgullo.
  • ¿Y quién es tu teniente? – le dijo coqueta la chica.
  • El teniente Gregory – le contesto.

Casi pare para preguntarle acerca de el cuándo recordé que tenía prohibido hacer eso. Continue mi camino sonriente imaginando el momento en el que vendría a buscarme.

  • Victoria – el grito de Antonio me saco de mis fantasías – tardaste demasiado.

Camino hacia mí y me quito la mochila del hombro. Ya hacía unos meses que ocultaba para que no fuera reclutado mientras esparcíamos el rumor de que había escapado con un grupo de chicos que de verdad lo hizo.

  • Aún estoy cansada por lo de anoche – me escuse usando nuestra clase de supervivencia.
  • Lose – rio – yo también estoy cansado, pero muero de ganas de que ya sea de noche nuevamente.
  • Estoy segura de que en cuanto llegue me regañara por lo mojada que llegue – hice una mueca.
  • O si – rio burlón – yo en la mañana tuve que escuchar todo un sermón completo. Te advierto que será muy largo.
  • Maldición – camine desanimada – solo espero que nos siga dejando salir por la noche.
  • Ya deja de quejarte y camina – me tomo de la mano y tiro de mi – que aparte de lo que noche te regañara por llegar tarde.

Repele un instante al ver una sombra entre los arbustos. Pensé que era Gregory y regresé con la excusa de que había olvidado algo en la escuela para poder verlo y así fue. Lo vi hablando un una chica mayor de mi cerca del camino.

Nuestros ojos se cruzaron un instante y sentí la más grande felicidad que hubiera podido imaginar hasta que esos ojos marones se tornaron fríos. La chica lo abrazo de un brazo y se colgó de él.

  • Me alaga su interés, pero debo decirle que estoy ya comprometido – le alcance a escuchar.

De inmediato di la vuelta y corrí de regreso hasta que llegué a casa y me encerré en mi cuarto. Por alguna razón el pecho dolía y mis lagrimas no paraban. El recuerdo de sus palabras y su mirada fría estaban en mi cabeza dando vueltas.

  • Victoria es hora de comer – grito mi madre.

Me limpie el rostro de inmediato y espere un poco para que mis ojos no se vieran tan rojos.

  • ¿Dios mío que te paso? – dijo de inmediato mi madre al verme.
  • Creo que me quiero resfriar – me escuse tallándome los ojos y bostezando – le entraron mucha agua a mi botas.
  • Yo se los dije…

Guardé silencio y me perdí mirando el mantel de la mesa. La culpa me invadió por como cuando el vino a despedirse de mi lo tire a loco y le dije que jamás me casaría. Pensé que no me tomaría enserio como todas demás veces, pero no fue así y de verdad siguió con su camino.

  • Ya deja de regañarla – intervino mi padre – ni siquiera ha tocado su plato.
  • Regresaron escurriendo de agua – repelo mi madre – como quieres que no regañe a los niños.
  • A nosotros nos iba peor – le recordó a mi padre – y si no mal recuerdo nos mojábamos a propósito.
  • Para ya – dijo mi madre ruborizada – por cierto, tu hermano no vendrá a comer.
  • Esos dos parecen tortolos – dijo negando mi padre – apenas y se pueden quitar las manos de encima. No me sorprende porque Antonio prefiera dormir aquí.

Nadie contradijo a mi padre. El cómo mi tío no sabía nada acerca de los ataques de mi tía y Antonio había encontrado la forma de seguir con nosotros sin levantar sospechas.

A mi tía desde hacía algunos años parecía no importarle Antonio así que no molesto cuando sus cosas fueron apareciendo en nuestra casa tomando un lugar. Cuando llego a mi tío esto lo sorprendió, pero como comíamos todos juntos y nosotros éramos más pensó que era bueno para él ya que era hijo único. Además de que tenía la casa sola con mi tía y en las noches aprendíamos a cazar.

  • Además, hoy los llevare al mercadillo – mi madre dejo caer su cuchara de la mano resonando contra el plato.
  • ¿Qué vas a hacer qué? – le dijo molesta.
  • Ohh vamos cariño – vacilo nervioso mi padre – Es momento de que aprendan a hacer negocios además de que en muy poco tiempo no vamos a tener que ir. Lo mejor que es que vayan aprendiendo por si algo sale mal.
  • No digas tonterías – le contesto molesta mi madre.
  • ¿Cuándo nos iremos? – le pregunto Isidro – ¿Y a donde iremos?
  • Comenzaremos a viajar de nuevo como cuando tu madre y yo esperábamos a Victoria con tu tío y tía – le explico – no sé cuándo será, pero sí sé que será antes del cumpleaños de Victoria.
  • ¿Por qué? – le pregunte.
  • Al cumplir los 15 vendrán a la casa al igual que con Antonio y te emparejaran con algún bueno para nada – me contesto mi madre – por eso lo mejor es partir antes de eso y que vengan a buscar a tu padre y a tu tío.
  • Así seguiremos juntos – apunto Antonio.




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