Un dolor punzante se extendió en mi cuello. Por reflejo lleve mi mano y me saque de encima una jeringa vacía. Miré hacia atrás y vi ese casco negro sobre mí.
Mi cuerpo se comenzó a adormecer y la cabeza comenzó a darme vueltas. Mi vista se nublo y deje caer la jeringa de mis manos.
Apenas escuche que su agrupamiento había regresado al pueblo tome cada escusa que podía para ir. No importaba si era por el más simple mandado o tener que ir al centro de acopió en compañía de mi tía. La ilusión de poder verlo e intercambiar cualquier palabra con él era suficiente para mí.
Las primeras veces corrí con muy mala suerte y no le pude ver a él o algún compañero suyo. Pensé lo peor hasta que saliendo de la escuela vi un grupo de uniformados coqueteando con chicas de un grado mayor que yo. Pase cerca de ellos y me fije si se encontraba el.
Casi pare para preguntarle acerca de el cuándo recordé que tenía prohibido hacer eso. Continue mi camino sonriente imaginando el momento en el que vendría a buscarme.
Camino hacia mí y me quito la mochila del hombro. Ya hacía unos meses que ocultaba para que no fuera reclutado mientras esparcíamos el rumor de que había escapado con un grupo de chicos que de verdad lo hizo.
Repele un instante al ver una sombra entre los arbustos. Pensé que era Gregory y regresé con la excusa de que había olvidado algo en la escuela para poder verlo y así fue. Lo vi hablando un una chica mayor de mi cerca del camino.
Nuestros ojos se cruzaron un instante y sentí la más grande felicidad que hubiera podido imaginar hasta que esos ojos marones se tornaron fríos. La chica lo abrazo de un brazo y se colgó de él.
De inmediato di la vuelta y corrí de regreso hasta que llegué a casa y me encerré en mi cuarto. Por alguna razón el pecho dolía y mis lagrimas no paraban. El recuerdo de sus palabras y su mirada fría estaban en mi cabeza dando vueltas.
Me limpie el rostro de inmediato y espere un poco para que mis ojos no se vieran tan rojos.
Guardé silencio y me perdí mirando el mantel de la mesa. La culpa me invadió por como cuando el vino a despedirse de mi lo tire a loco y le dije que jamás me casaría. Pensé que no me tomaría enserio como todas demás veces, pero no fue así y de verdad siguió con su camino.
Nadie contradijo a mi padre. El cómo mi tío no sabía nada acerca de los ataques de mi tía y Antonio había encontrado la forma de seguir con nosotros sin levantar sospechas.
A mi tía desde hacía algunos años parecía no importarle Antonio así que no molesto cuando sus cosas fueron apareciendo en nuestra casa tomando un lugar. Cuando llego a mi tío esto lo sorprendió, pero como comíamos todos juntos y nosotros éramos más pensó que era bueno para él ya que era hijo único. Además de que tenía la casa sola con mi tía y en las noches aprendíamos a cazar.