Tenía tanto en la cabeza que el sermón de Camile ni siquiera figuraba en mí. El acuerdo al que habíamos llegado todos parecía ser bastante bueno, así como la estrategia para huir una vez afuera. Lo único que no terminaba de encajar era el vínculo.
Me había dado cuenta de que algunas veces pensaba algunas cosas y los demás las entendían sin que las dijera. Creí que era porque nos estábamos entendiendo y era muy obvia con mi rostro, pero ahora que sé que no soy la única y que también eh escuchado a los demás. Creo que no estoy segura.
Camile negó fastidiada y se sentó sobre un camilla.
(¿a qué se refiere?)
Era mejor de lo que se escuchaba. No entendía porque se quejaban si ser invisible tenía cientos de ventajas.
Los únicos que me recordarían están haya fuera y una vez que murieran no sería nada.
El entrenador no le prestó atención a Camile que habitualmente acostumbraba y esto la resintió ya que paso a su lado indiferente. Salió molesta a la puerta cuando regreso nuevamente y lo miro a nada de llorar.
Miramos al entrenador confundidos, pero él estaba igual que nosotros. se encogió de hombros y nos llevó por otro pasillo a otro lugar.
Me quede a la espera de los demás, pero nunca hablo. Llegamos a una grande habitación de color amarillo chillón con cientos de repisas. Nunca en mi vida había visto tantas armas juntas.
El entrenador nos ignoró y se alejó a una mesa gigante. Comenzó a jugar con sus manos sobre ella llamando mi atención mientras los demás papaloteaban alrededor.
Me acerqué y vi una gran lista sobre la mesa. Nada bueno obviamente ya que parecía más como un inventario. Se detuvo en un nombre y se acercó.
(Laos)
El tipo tenía un gran arsenal. Contaba con varias dagas, cuchillos e incluso una pistola que al entrenador no le agradaba por la mueca en su rostro.
Por su postura supuse que no sacaríamos más de el así que me alejé y seguí viendo el salón.
Me dirigí de inmediato a los rifles y escopetas. Están divididos desde material, modelo y color. Me pareció algo ridículo, pero por lo grande de la habitación y la cantidad de armas todo tomo sentido, así como también el inventario.
Debo admitir que todo lo que se encontraba ahí era de última generación. Había cosas que ni siquiera estaba segura de que eran o para que servían. Todo estaba tan bien organizado y clasificado que parecía una tienda gigante de víveres.