Capítulo 69 “Inyecciones”
- Despierten – la voz del entrenador me trajo a la realidad – es hora de que se pongan de pie.
Me sentía de a mierda y la enderezarme el dolor me doblo. Me queda inmóvil esperando que le dolor parara en algún momento, pero no sucedía.
- Tengan – vi como puso una jeringa frente a mi – es para que alivie el dolor de otra forma no se podrán mover en meses.
Tome la jeringa y sin pensarlo me la clave en la pierna sin fijarme en el dolor. Me doble al instante y dude en inyectarme, pero como dijo el entrenador aliviaban el dolor al instante.
El no poder sentir nada era el mismo cielo después de todo que no pude evitar llorar de alivio. Era sin duda el paraíso no poder sentir nada. Me enderece y el entrenador me tendió otra jeringa. La tome sin dudarlo y la clave en el mismo lugar.
- Esto es la gloria – susurre poniéndome de pie.
Pase las manos por todo mi cuerpo para comprobar si sentía dolor, pero no había rastro de él. Joder que coño había hecho no lo sé pero había funcionado.
- Tengan cuidado – nos consejo mientras nos movíamos – Si se llegan a hacer daño no lo sabrán y pueden morir por lo mismo.
(cuanto hubiera dado por algo así ayer…)
- En cuanto a lo que paso ayer es un examen de rutina que se les realiza a todos a un cierto tiempo – le mire confundida – el suyo se adelantó, pero sobrevivieron a lo peor.
- ¿Dijiste de rutina? – le pregunto Samuel confundido – Ósea que se va a repetir.
- Es una vez al año – al escucharlo mi felicidad instantánea se fue por un tubo a la mierda.
- un año… – susurro pensativo Dante – creo que es el tiempo necesario después de todo.
Negue con la cabeza. Y me senté al borde de la cama mientras Félix aun pensaba si se debería inyectar la segunda dosis o no.
- Les tengo que aplaudir que ocultaron muy bien su vínculo – la sangre se fue de mi – si no hubiera sido porque los conozco también no me habría dado cuenta.
Mire a Ezequiel y estaba igual de confundido que yo. Escanee a todos en silencio para entender que carajos estaba pasando, pero estaban aterrados excepto Raquel que busca entre su ropa que ponerse.
- Tengo que admitir que nunca había visto un vínculo como el suyo – nos señaló – supongo que la matriz es “Diablo” – señalo a Félix.
- ¿a qué te refieres? – se hizo la cínica Eva – ¿Cómo podríamos hacer eso?
El entrenador rio y puso los ojos en blanco. No lo íbamos a poder engañarlo eso está claro. Podríamos seguir fingiendo no saber a qué se refería, pero solo se volvería aún peor. Si algo habíamos aprendido de este lugar era no subestimarlo y no dar nada por hecho en especial cuando se trata del entrenador.
- Yo creo que comenzó cuando ese pequeño incidente – nosotros habíamos llegado a la misma conclusión – Algo que deben entender es que el vínculo se hace cada vez más fuerte cuando comparten una misma emoción. En su caso fue el dolor…
- ¿Estás diciendo que cada vez que sintamos dolor vínculo será más fuerte? – le pregunto Aria.
El entrenador asintió. Yo miré incrédula Félix, pero este me ignoró seguía viendo la jeringa hasta que por fin la clavó en su brazo. Tenía ganas de preguntar como poder deshacernos de ese vínculo por si me brindaba alguna pista acerca de mi vínculo con Leonardo, pero sospechaba que lo usaría en mi contra o a su favor ya que no era muy estúpido.
- Depende de la persona, pero en su caso el único sentimiento en común que tenían era el dolor – nos miró y suspiró agobiado.
- Supongamos que tienes razón – me aventure – ¿cómo nos deshacemos de el?
- ¿Por qué querrías deshacerte de él? – lo miré confundida.
- Porque también puede ser un problema – le conteste – ¿quién querría problemas?
Me sonrió divertido y negó con la cabeza.
- La muerte – me sonrió descarado dándome la respuesta.
No lo veía ver venir, pero estaba bien después de todo. Ahora que no tenía opción debía de encontrar la forma de sacar a Cruz de este lugar conmigo antes de que me hicieran más daño.
- Suena encantador – apunto Raquel.
- Lo mismo digo – le mire y me gire para vestirme de una vez.
Mire a Félix y este estaba furioso. Le regalé una sonrisa y comencé a buscar ropa ligera para cambiarme porque la ventilación seguía descompuesta.
- No podre estar en el entrenamiento con ustedes – no era una buena señal – ayer las ratas se escaparon de mi manos y tengo que exterminarlas antes de que lleguen a su guarida así que estarán a cargo de Camile.
El día iba a ser de la mierda por lo visto. Quería pedirle que se quedara para no sufrir más pero tal vez lo tomaría a mal y le diría a camile que fuera peor o mostraría ese lado suyo raro que era compasivo y gentil.
- ¿No puedes quedarte? – le pregunte dándole la espalda.
- No – soltó un suspiro – me tengo que encargar yo personalmente de esto, pero no se preocupen que camile no será dura con ustedes.