En cuanto salí me encontré con todo mi equipo junto con el entrenador esperando ansiosos. No se había ido a cambiar y ahora que no lo veía de cercas creo que tenía un pedazo de visera colgando en su traje secándose.
Él sonrió y salió de la puerta dejándome con los que sabían que no estaba diciendo la verdad. Me rodearon para que hablara de una vez, pero no iba a ser tan sencillo.
Sonreí aliviada y me recargué en la pared ya que esto facilitaba las cosas. Ya no debía de preocuparme por otras cosas y sería más fácil secuestrar a esos 4 o debería decir 5.
(La boda será en un par de días y después de eso será la mudanza. Tenemos que secuestrar a los antiguos y el entrenador para salir, pero eso solo será un cambio ligero de planes)
Los mire en espera de algo, pero solo me miraron sorprendidos maldiciendo en silencio. Mire a Félix, pero él estaba perdido mirando el suelo. Busque a Raquel y ella me sonreía de oreja a oreja tratando de contener su emoción.
(También sé que Gabriel está cerca y que por eso no hay aire acondicionado)
Ezequiel le dio un golpe a la pared después de escucharme. Sabía que era un problema, pero siempre y cuando pudiéramos escapar antes de que nos alcanzara el todo estaría bien.
Eso fue lo que hicimos y paso un día y luego otro y otro sin cambio. Comenzaba a creer que me tomo el pelo Leonardo cuando el entrenador nos llevó de nuevo a esa habitación de rosa chillón con los sujetos para tomar medidas después del entrenamiento.
Negó molesto y anoto algo en su libreta que no entendía por completo.
Para ser un hombre mayor con un estilo…. Único por así decirlo por su pelo rojo y extraño corte tenía bastante autoridad y se sabía imponer. Me recordaba de cierta forma al entrenador, pero por el color rojo me recordaba a Camile.
Fue ahí cuando casi en cuanta de que la boda seria mañana. Mire de inmediato a Raquel que estaba frente a mí y había escuchado lo mismo que yo. Nuestro ojos chocaron felices al igual que los míos. No sabía si las demás habían llegado a escuchar, pero un rato lo sabrían de lo contrario.
El hombre sonrió aún más emocionado y comenzó a anotar en su libreta más cosas. Yo miré a Raquel y vi como hablaba animadamente con el hombre que le asignaron para vestirla.
La cara del hombre se tornó extraña. Me miro divertido con una sonrisa coqueta y me escaneo nuevamente. Yo no entendía por qué, pero me limite a sonreírle y el anoto de nuevo en su libreta.
Voltee y la mire discutiendo con el diseñador por así llamarlo.