De Nuevo Navidad

Capítulo 2

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Hicieron el viaje casi en silencio, Jéssica intentó hacer conversación, pero ante los monosílabos que respondía Arturo, optó por callarse. 

El hombre, para sorpresa de Jessi, había conseguido que la dueña de la guardería le diera el pago de su liquidación inmediatamente y, al salir del local, ella alcanzó a despedirse de varias compañeras, quienes se quejaron de la mala jefa que tenían y sus temores de ser alguna de ellas quien tuviera que trabajar ahora con la hija. Intercambiaron números de teléfono y Jessi salió corriendo detrás de Arturo, quien miraba todo con un dejo de fastidio. 

Pensó, con un poco de preocupación, si habría hecho mal en dejarse manipular de la manera en que Arturo lo había hecho con ella pues, en realidad, prácticamente la orilló a dejar su trabajo para irse con él a cuidar al pequeño Toby. 

Se concentró en tratar de recordar lo que sabía del pequeño. Tenía unos tres añitos y era muy serio y callado. Lo había visto un par de ocasiones, cuando su abuela Yolanda lo había llevado de visita a la tienda de Blanca, donde Jessi solía trabajar a veces, ayudando a la esposa de su tío Santiago. Pero nunca había visto a Ana, la difunta esposa de Arturo, sólo el día de la boda y, debía admitir que nunca le agradó la mujer, le había parecido algo frívola y vanidosa y, que Dios la perdonara, no había visto nada de amor en su mirada ese día. Y ahora que lo pensaba mejor, Arturo tampoco había lucido como un novio enamorado. Sacudió la cabeza, tratando de ordenar el derrotero de sus pensamientos y volvió su atención al pequeño Tobías y en qué tipo de programa necesitaría implementar con él.  

— ¿Toby lleva alguna dieta especial? — Preguntó girándose hacia Arturo. — ¿Es alérgico a algo? 

El hombre frunció el ceño sin quitar la mirada del camino. 

— No tengo la menor idea. — Dijo encogiéndose de hombros.  

— ¿Quién le cocina? 

— Mayra, mi ama de llaves. — Dijo él sin mirarla. — Pero ella no está contratada para cuidar a Tobías. Sólo para la limpieza y la cocina. 

— Tiene, si mal no recuerdo, tres añitos. ¿Vas a inscribirlo al kindergarden? 

— Encárgate de buscar uno, por favor, yo no tengo tiempo para esas cosas. — Ordenó Arturo. — Ya perdí toda la mañana en esto, debo regresar al despacho. 

— Ya veo... — Murmuró Jessica sin añadir nada más. 

Para su pesar, las conclusiones a las que estaba llegando no le gustaron en lo absoluto. Parecía que, a Arturo, su hijo no le importaba en lo absoluto y que en realidad le estorbaba, por eso la había contratado a ella, para podérselo quitar de en medio y que Jessi se hiciera cargo de todo. 

Soltó un suspiro de resignación y continuó el viaje en total silencio hasta que llegaron a un barrio residencial. 

Bajaron del auto frente a una casa y él abrió la puerta principal, luego se hizo a un lado para dejarla pasar. 

Una mujer de unos treinta años, perfectamente maquillada y vestida impecablemente salió a recibirlos, en cuanto vio a Jessi disimuló una cara de sorpresa y en seguida se puso seria. 

— Mayra, la señorita Jessica se va a hacer cargo de Tobías. — Señaló Arturo con seriedad. — Dale una habitación y enséñale dónde está el niño. 

— Sí señor. — Respondió la mujer escuetamente, con un dejo de desprecio. 

— Yo me regreso a la oficina. — Le dijo Arturo a Jessica, desde la puerta. — Nos vemos en la noche. 

— ¡Espera! — Exclamó ella girándose hacia él, sacando el celular de tu bolsillo. — Dame tu número de teléfono. 

El asintió y se lo dictó. 

— Voy a estar muy ocupado. — Dijo luego de que ella anotara el número. — Por favor no me estés llamando para cada cosa que se te ocurra. 

Jéssica lo miró con una ceja levantada, cargada de ironía. 

— Voy a estar a cargo de tu hijo. — Le señaló con seriedad. — ¡Por supuesto que tengo que llamarte si algo sucede o si el niño necesita algo! ¿O acaso piensas que ya te zafaste del bulto así como así? ¿Qué pasa si Toby se enferma? ¿Por lo menos tiene un pediatra asignado? ¿Tienes el teléfono de su médico?  

Este la miró con enojo y, sin responder nada, se dio la vuelta y salió azotando la puerta. 

Jéssica, con frustración, se pasó las manos por el rostro, soltando un bufido. Luego se giró hacia el ama de llaves, quien la miraba azorada. 

— ¿Dónde está Tobías? — Preguntó Jéssica. 

— Por acá. — La mujer se giró y empezó a caminar por un pasillo. 

 La joven la siguió mirando con curiosidad a su alrededor. 

La casa estaba impecable, los muebles eran de color blanco y las mesas laterales y estanterías estaban llenas de figuras de porcelana y cristal cortado. 

— Un ambiente nada adecuado para un niño pequeño. — Pensó con preocupación.  

Luego miró su reloj, eran las diez de la mañana. 

— ¿A qué horas desayunó Toby? — Le preguntó a la mujer. 




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