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Cuando la joven y el niño llegaron a la cocina, encontraron a Mayra sentada en un taburete, viendo videos en su celular.
— ¡Hola de nuevo! — Saludó Jéssica con una sonrisa. — Toby tiene hambre. ¿Podría prepararle su desayuno?
La mujer levantó la vista y los miró con un dejo de fastidio, sin apagar el celular.
— Ahí hay leche y cereales. — Indicó con un gesto. — Yo ya limpié la cocina y no voy a ensuciarla de nuevo.
— Cereales no es suficiente para la buena nutrición de un niño. —Dijo Jéssica cruzando los brazos. — ¿Qué tan seguido desayuna huevos, o fruta?
— No le gustan. — Dijo la mujer encogiéndose de hombros.
Jéssica, sin decir nada más, tomó de la mano a Toby y salió de la cocina de regreso a la recámara.
— Necesitas un buen baño y luego tú y yo vamos a salir a desayunar rico y nutritivo en otro lado. ¿De acuerdo? — Le dijo al chiquillo, quien la miraba asombrado.
— No me quiero bañar. — Contestó frunciendo el ceño.
— ¿Desde cuándo no te bañas? — Preguntó ella abriendo los armarios y buscándole ropa.
— No sé. — El niño se encogió de hombros.
— Algo así me imaginé. — Dijo la joven con un suspiro, mirando el cabello sucio, largo y enmarañado del pequeño. — Pero si no te bañas, no salimos y no comemos y nos quedaremos aquí encerrados muriéndonos de hambre. Tú dices.
Toby la miró con seriedad por un momento y luego asintió en silencio.
Jessica sonrió y lo dirigió al baño.
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Casi una hora después, estaban sentados ante la mesa de la cocina en la casa de la señora Yolanda, la mamá de Arturo.
— En serio necesito su ayuda y sus consejos señora Yoli. — Dijo Jéssica mientras le preparaba al niño unos huevos revueltos. — Esa bruja no ha estado alimentando a Toby como el niño lo necesita para un sano desarrollo, no limpia su habitación quién sabe desde cuándo, el niño no se había bañado en días. ¡Se cree la dueña de la casa y no hace nada! Pero no me voy a meter con eso, yo le voy a cocinar a Toby si es necesario. Lo que sí, es que el condenado de su hijo me mandó a la guerra sin fusil. No sabe si el niño tiene pediatra, por lo que, supongo, no hay un control de sus vacunas; hace siglos que le urge un buen corte de pelo. ¡Su ropa ya no le queda! ¿Ve cómo están de cortos los pantalones? Quiere que yo me haga cargo de todo a todo, pero sólo me aventó ahí en su casa y se largó sin pensar siquiera si yo iba a necesitar algo, no se preocupó de decirme nada, ni siquiera de asignarme una habitación, ni se preocupó porque yo fuera a mi casa por mi propia ropa. No tengo libretas, crayolas ni nada de material didáctico para el niño, él no tiene juguetes. El taxi para venir acá, obvio lo pagué de mi bolsa. Créame, estoy a punto de renunciar, pero no quiero dejar a Toby en el abandono en el que lo tienen. ¡Él no se merece que lo ignoren tanto! Yo pasé por todo eso y sé que es horrible...
La mujer soltó un suspiro y bajó la vista apenada.
— Acepto mi parte de la culpa. — Admitió. — Pero te voy a ser honesta. Yo me hice a un lado porque mi hijo me estaba dejando toda la responsabilidad a mí. Y quería ver si reaccionaba y se hacía cargo de su propio hijo, pero parece que no fue así. De hecho, te confieso que fui yo quien le recomendó la guardería. Supe que trabajabas ahí y bueno... Admito que fue plan con maña.
— ¿Qué? — Exclamó Jessica con los ojos muy abiertos mientras servía en un plato los huevos y unas rebanadas de pan tostado y colocaba todo frente al niño. — ¿Cómo que plan con maña?
La señora sonrió.
— Te conozco desde hace años Jessi. Desde que Blanquita abrió su tienda y empezaste a trabajar ahí. — Explicó. — Sé la increíble persona que eres y lo maravillosa que te portas con los niños. Yo misma te he visto interactuar con el hijo de Blanca y con el de Nana y Rodo. Eso es algo que te sale natural, no sólo por la carrera que estudiaste. Yo tenía la esperanza que mi nieto estuviera bajo tu cuidado en esa guardería y bueno, salió mucho mejor de lo que esperaba. Arturo te vio en acción y prácticamente te secuestró, lo reconozco. Pero, la verdad, es que eso me tiene de lo más feliz porque sé que Toby no podría estar en mejores manos que las tuyas.
— ¡Oh no! ¡Ni crea que me va a endulzar el oído con tanto halago! — Negó Jessica algo divertida. — Usted me metió en este lío, así que también se hunde conmigo en el lodo.
— ¡Por supuesto! Sabes que tienes todo mi apoyo. — Asintió la mujer. — Dime qué quieres que haga.
— Primero lo primero. — Señaló Jessica. — Toby necesita ropa nueva y un buen corte de pelo. Y yo necesito material didáctico para poder trabajar con él. ¿Cómo le saco el dinero a su hijo para comprar todo eso?
— Pídeselo. — Dijo la mujer encogiéndose de hombros. — Ve a su oficina y dile lo que necesitas. Si empieza a discutir y se molesta, simplemente te vas y lo compras tú con tu propio dinero o yo te lo doy si no tienes. Guardas los comprobantes de compra y en la noche se los avientas a la cara.