En la tele se veía a un analista político, un periodista mayor de edad que había transitado por diferentes gobiernos sabiendo acomodarse y manteniendo un público fiel, que encontraba en él la más locuaz expresión de las ideas que le convenían. Su monólogo había empezado hace rato.
- ... que nuevamente, como si hiciera falta, aclara que no quiere asumir la presidencia, el tema es qué dice el gobierno a todo esto...
Pero el monólogo no prosiguió en la pantalla, un cambio de canal pasó a mostrar a un grupo de jóvenes inquietos que respondía al micrófono de un notero, pero miraba a la cámara.
- ¡Vamos Beto no arrugues!!!
- ¡Queremos que seas presidente!!!!!!!!!
-¡Aguante Beto!!!!
Los tres hablaban como uno solo, pero turnándose la posesión del preciado micrófono. Otro cambio de canal reveló a un panelista de un programa de la tarde. Los productores de estos programas debían estar muy agradecidos con Beto, Aguirre y Castellar, porque todo este asunto les estaba permitiendo llenar horas y horas de programación con palabras y palabras que daban vueltas y vueltas sobre el tema. Siempre se decía prácticamente lo mismo, pero las mediciones de audiencia se mantenían altas, posiblemente el pueblo quisiera saber de que se trataba, y por eso prendía la tele.
Desde su silla el panelista, inhumanamente bronceado y canoso, vociferaba y movía las manos de manera florida.
- ¿Cómo va a gobernar con todo un equipo del Frente Argentino? ¡Todos van a ser del partido menos él! ¡El vicepresidente, los ministros, la secretaria, el cafetero, todos! ¿O va a poner de Ministros a otros tacheros como él?
Los opinadores profesionales no eran tan interesantes en este momento como la gente común, los civiles televisivos, como un joven de barba rala que apareció tras otro cambio de canal, sentado y hablando calmadamente en una situación de entrevista:
- ... y me acuerdo perfecto que era Beto el taxista. Fue antes de todo esto ¿te das cuenta? Me llevó, puso buena música, la mejor onda...
El último cambio llegó hasta un canal de noticias. Estaban transmitiendo en directo desde la plaza frente de la casa de Beto. Allí se había ido juntando gente y ya había unas veinte o treinta personas. Una anciana de pelo teñido de amarillo hablaba con un entusiasmo honestamente sorprendente.
- Yo quiero que Beto sea presidente, es muy buen muchacho, por eso estoy acá, para apoyarlo y los invito a todos a que vengan acá...
Desde atrás se sumó un muchacho con la camiseta y la bandera de Racing. Acaparó con una modesta violencia el micrófono y la cámara.
- ¡ESA!!! ¡VENGAN TODOS A LO DE BETO ESTA NOCHE!!!! – y gritó a la multitud - ¡TODOS A LO DE BETO!
Y la multitud respondió como decenas de ecos de colores.
- ¡TODOS A LO DE BETO! ¡TODOS A LO DE BETO!!!!!!!!!!
La tele se apagó.
Castellar estaba en el sillón de su casa, con el control remoto en la mano y unas nueve o diez personas sentadas a su alrededor. La mayoría eran hombres de avanzada edad, referentes del partido, líderes zonales, consejeros históricos, políticos de carrera. Todos estaban mudos.
La mujer de Castellar lo vio tan preocupado y confundido que rompió el silencio de notables.
- No te preocupes. Él dijo que dio un paso al costado ¿No?
- Si... pero eso era antes de tener una multitud gritando tu nombre. Creeme, eso... eso te cambia.
Ella lo miró y le sonrió honestamente.
- Yo creo que vos serías mucho mejor presidente que él.
Castellar no supo si agradecerle o enojarse porque le remarcaran algo que él suponía que tenía que ser obvio para todo el mundo. ¡Por supuesto que sería muchísimo mejor presidente que un tachero hablador! Pero en lugar de enojarse suspiró e ironizó.
- Ehhhh... bueno... gracias... supongo.
- Pero igual me cae bien Beto.
- Si claro. Por eso no puedo salir a hablar antes que Aguirre. No puedo quedar como el malo de la película. Pero esto se está alargando mucho.