De Taxista a Presidente

La segunda llamada

El sistema de Beto era un éxito. Usando gorra y anteojos y sacando el cartel con sus nombre del asiento, había conseguido pasar una tarde de trabajo casi normal.

            Cuando estaba cerca de la parte de Rivadavia en que se hace doble mano, le sonó el celular. La identificación de llamada aparecía bloqueada. Como había acordado firmemente con Miranda y Esteban que ellos no iban a darle el número nuevo a nadie, pensó que alguno de los dos podía estar llamándolo desde algún otro lado. Así que atendió.

            La llamada era de la oficina de Presidencia de la Nación.

            Las pulsaciones de Beto se redoblaron. Sosteniendo el teléfono con el hombro dobló en una calle angosta y estacionó torpemente el taxi tapando el garaje de una casa.

            Lo hicieron esperar un momento escuchando una melodía de Beethoven. Recordó que en su reproductor tenía una versión mucho más bella de ese tema, que ahora sonaba electrónica y reducida por el auricular.

El aparato empezaba a hacerle sudar la oreja.

La voz de una mujer madura le habló del otro lado. Era Ernesta que estaba cumpliendo las órdenes que había recibido de Aguirre. Órdenes de invitar a Beto a la Casa Rosada.




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