De Taxista a Presidente

La aceptación

Beto entró a su departamento y se topó de frente con una hermosa joven. Él no la reconoció, era la bailarina sexy del programa de Silvana, que ahora estaba vestida de manera algo provocativa, pero normal. Ella lo miró fijo y le sonrío.

- ¡Hola!

- Ehhh hola – respondió Beto confundido.

Por detrás de ella apareció Esteban con una sonrisa de oreja a oreja.

- Pá, te presento a mi novia, Lola.

            Beto se relajó. Por un momento había pensado que la presencia de aquella chica podía haber tenido que ver con alguna enroscada treta de Aguirre. La miró sonriente.

- Ah, un gusto.

- Es gusto es todo mío.

Miranda llegó desde el balcón, saludo a Beto y le hizo un disimulado gesto de reprobación hacia la chica. Él entendió que tenía que encargarse de la situación. Apartó a su hijo para una charla privada.

- Vení un cachito hijo.  Decime ¿desde cuándo es tu novia?

- Desde hace como tres horas...

- ¿Tres? ¿Y ya la traés a casa?

- Es que ella tenía muchas ganas de venir.

Beto miró fugazmente a Lola por sobre el hombro de su hijo, ella le dedicó una sonrisa de labios pintados.

- ¿Pero vos hablaste de plata con esta chica?

- ¿De plata? No. ¿Qué tengo que hablar de plata?

Beto suspira y le volvió a echar una ojeada a Lola.

- ¿Hace tres horas dijiste?

- Más o menos...

- Bueno, a tu edad ya debés estar listo hace rato.

- ¿Qué?

Beto lo empujó hacia Lola y a los dos juntos hacia el cuarto.

- Bueno, miren, vayan un ratito a la pieza que yo tengo que hablar con su mamá. ¡Pórtense bien, eh!

La pareja enfiló entre risitas para la pieza, pero antes Esteban señaló la tele, donde repetían la imagen de Beto siendo llevado por la multitud sobre sus cabezas.

- ¿Está bueno que te hagan eso, Pá?

- Ahora voy a buscar una tenaza para agarrarme las bolas, que me gusta un poco más.

La puerta del cuarto se cerró tras la pareja, Miranda miró interrogativamente a Beto y él se encogió de hombros.

- Que aproveche lo que pueda.

- ¡Dejá de mirarle el culo vos!

- ¿Qué?

- ¡Es la novia de tu hijo!

- Bueh... novia lo que se dice novia...

Beto se dejó caer en el sillón y exhaló profundamente.

- Hoy estuve en la Casa Rosada, con Aguirre.

- ¿QUÉ? – dijo ella sentándose interesada a su lado- ¿Estuviste con él? Yo le di el número de tu celular nuevo... ¿Hice bien?

Él la miró con ternura y le sonrió.

- Si. Hiciste bien. Como siempre.

Miranda le devolvió la sonrisa, adulada. En eso se empezó a escuchar el canto creciente de la multitud que llegaba desde la calle.

- ¡Be-to, Be-to, Be-to! – cantaban en un coro disonante pero enérgico.

Miranda lo miró preocupada.

- ¿Qué vas a hacer Beto?

Beto no contestó. La miró con una expresión seria, y dejó que una sonrisa sutil se fuera dibujando poco a poco en su rostro. Otra sonris apareció más repentena en la cara de Miranda y acentuó la de Beto, la hizo surgir, crecer.

Así se miraron un instante. Se abrazaron con fuerza y Miranda sollozó. Beto le secó una lágrima.

- ¿Por qué llorás?

- No sé... no sé.

- También… mirá la pregunta que te vengo a hacer ¿no?

            Rieron. Beto se paró y le ofreció la mano, pidiéndole que lo acompañe. Ella la tomó y fueron juntos hacia el balcón.

El aire de la noche los envolvió.

Se asomaron a la baranda y vieron a la gente que los esperaba abajo. Ellos lanzaron un grito unánime de alegría.

Beto y Miranda sonreían, recorriendo todo con la mirada, fascinados. Él sabía que pasara lo que pasara, esa noche era y un momento único.

El viento los despeinaba. Beto miró a su esposa, ella le devolvía una mirada sonriente, con el pelo al viento y la luz de la calle acariciándole la cara. Le pareció hermosa.

Tomó aire. Miró de frente a la multitud, y en un gesto decidido y triunfal levantó su mano junto con la de Miranda. Hubo un grito de festejo explosivo.

Beto carraspeó y habló, primero en voz baja y de a poco cada vez más alto, como dándose ánimo con cada repetición.

- Sí... sí.. ¡Sí! ¡SIIIIIIII!!!!!!!!

La multitud volvió a estallar en un grito desatado de alegría y en aplausos desaforados.

Beto y Miranda sonrieron emocionados. Se abrazaron y se besaron en la boca como adolescentes. La gente respondió con una exclamación de ternura.

- Ahhhhhh...




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