De Un Sueño a la Realidad

Capítulo cuatro: Fue sólo una pesadilla.

Una semana después del cumpleaños de Jeffrey, Christian había salido a dar un paseo en bicicleta hasta terminar llegando a la casa de su mejor amigo. Habían jugado en la consola por unos momentos y luego cenaron, su madre había hecho una deliciosa carne y de postre, como no faltaba en casa de Jeffrey, cheesecake de mora.

      Luego de cenar y agradecer, Christian tuvo que regresar a casa, se despidió de Jeffrey y su mamá y partió en su bicicleta. Cuando se acercó al reconocido parque que indicaba que estaba cerca de su casa, vio una reconocida silueta. Se detuvo y bajó de la bicicleta, caminando hacia donde estaba la persona. Era Josh.

      —Hola, amigo, ¿también vas en camino a la casa de Jeffrey? —le preguntó, acercándose más.

      Josh no respondió. Christian fulminó los ojos y frunció el ceño, el moreno sólo estaba ahí de pie en la esquina, sin mover un dedo. Tenía la mirada perdida y ojeras profundas y púrpuras debajo de los ojos. Christian dejó la bicicleta a un lado y se paró frente a Josh, pasando una mano frente a su cara, chequeando si reaccionaba, pero no lo hacía.

      —¡Josh! —exclamó cuando ya había intentado todo, ya preocupado—. ¡Soy yo, Christian! ¡¿Puedes oírme?!

      No habló. Pero hubo una reacción, con la misma expresión, levantó el brazo y señaló al otro lado de la acera. Christian miró y su ceño se frunció.

      —¿Jeffrey?

      Tenía la misma apariencia que Josh, mirada perdida, ojeras profundas y púrpuras, palidez.

      —¿Qué está pasando? —preguntó el castaño, mirando a sus dos amigos—. ¡Jeffrey! ¡Josh! ¿Qué carajo está pasando?

      Pero no hubo una respuesta. Al contrario, ambos señalaron a varias partes alrededor de la acera y Christian miró como otras personas iban apareciendo con el mismo aspecto. Brad, Mario y al final, sin ningún rasguño, palidez u ojeras, estaba él.

      —Hola, compañero.

      Christian quedó en shock. Ante él se encontraba Angel Jones, en perfecto estado. El cabello negro lleno de ondas, los ojos azules, el rostro angulado y el cuerpo delgado. Los delgados labios esbozaron una sonrisa ligeramente torcida. Christian cerró los ojos por unos segundos, deseando despertar, si es que estaba dormido y cuando los volvió a abrir, Angel había desaparecido.

      —Lo siento si pensaste que funcionaría —volvió a escuchar su voz detrás de él y Christian se giró, asustado, observando de nuevo a su fallecido amigo frente a él.

      —¿Quién eres? —preguntó, los labios le temblaban ligeramente y el corazón le palpitaba con rapidez.

      —Soy Angel, soy tu mejor amigo —dijo, con voz suave y acercándose a Christian.

      —No, no lo eres. Angel está muerto —susurró, dando un paso hacia atrás, la mirada horrorizada—. Angel está muerto…

      Angel posó las manos en los bolsillos del pantalón que llevaba y bajó la mirada por unos segundos. Christian sintió de inmediato que algo iba mal, muy mal. El chico de cabello con ondas volvió a mirarlo, los ojos sombríos y una sonrisa maliciosa presenció su rostro.

      —Muy bien, voy a hacerte una pregunta —dijo, ignorando lo que Christian había dicho anteriormente—. Imagina un mundo sin cada uno de ellos —siguió, señalando a cada uno de los que se encontraban rodeándolos—. ¿Cómo crees que sería tu vida?

      Christian los observó, las lágrimas amenazaban con salir y su pulso se aceleró un poco más.

      —No. No voy a responder —dijo, la voz un tanto quebrada—. Esto es otra de mis pesadillas. Sólo debo despertar.

      —¿Pesadillas? —Angel frunció el ceño y se rió—. Esto no es «otra de tus pesadillas», Christian. ¡Esto es real! —el chico de ojos azules se acercó a él y le pellizcó. Christian alejó el brazo luego de haber sentido el ligero dolor—. Ahora, responde la pregunta.

      El cuerpo de Christian comenzó a temblar y su mente juraba que eso no estaba pasando. No podía ser real.




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