Al día siguiente, Christian llegó temprano a la escuela, así como también la última semana. Había dejado a Brad detrás, aún desayunando, tomó su bicicleta y partió, tenía dos fallas en la clase de Literatura por llegar tarde y el maestro Clarke le había advertido que, si volvía a ocurrir, podría reprobar. Aunque realmente no era por eso que estaba llegando temprano.
Cuando entró al aula, no se encontró con otro rostro familiar además de Jeffrey. Tragó en seco, cuando Jeffrey levantó la mirada y se percató de su presencia, hubo un ambiente de tensión. Christian se acercó a su asiento y dejó su mochila allí, sentándose, todo en silencio, mientras los ojos de Jeffrey no se despegaban de lo que hacía Christian.
—Sabía que algo estaba pasando, ¿sabes? —finalmente, Jeffrey rompió el silencio—. Chris, te conozco desde hace tiempo. Eres mi mejor amigo. Sé cuando estás ocultas las cosas.
—No lo estaba ocultando —Christian se dio la vuelta, enfrentando a Jeffrey—. Sólo esperaba el momento perfecto para decírselos. ¿Tiene eso algo malo?
Jeffrey se rió irónicamente y se levantó del asiento.
—¡No mordemos, amigo! —exclamó, Christian conocía aquel tono, estaba enojado—. Está bien que salgas con una chica, ¡pero no tienes que mentir!
—No les mentí —Christian también se levantó, frunciendo el ceño—. Ya te lo dije, estaba esperando un momento para por fin decirles. Eso no es mentir.
—Bien, ¿hay algo más que quieras decir? —preguntó, retando al castaño.
—¿De qué estás hablando? —Christian fulminó los ojos, confundido.
—¿Estás bien, Christian? —Jeffrey lo miró fijamente al realizar la pregunta—. ¿No ha pasado nada fuera de lo común?
Christian supo a lo que refería.
—No sé a qué te refieres, no ha pasado nada.
Jeffrey pareció tener suficiente con eso. Tomó a Christian por el chaleco del uniforme de un impulso y lo arrastró hacia la pared del aula, golpeándole la espalda con fuerza, llamando la atención. A Christian se le escapó algo de aire y miró a Jeffrey con enojo.
—¿Qué carajos…?
—¡No me mientas! ¡No tú, Christian! —exclamó, lo bastante enojado como para terminar de llamar la atención de los demás en el aula—. Recuerdo cuando solías tener pesadillas, yo estaba ahí para ti. No estás durmiendo bien, puedo verlo en tus ojeras y el hecho de que llegues temprano. Ahora, dime la verdad. ¿Volvieron o no?
Christian frunció el entrecejo, enojado. Inspiró hondo y empujó a Jeffrey, tomándolo del chaleco y esta vez, golpeando su espalda contra la pared, incluso más fuerte de lo que el rubio lo había hecho.
—Déjame dejar esto claro, Jeffrey —dijo, mirándolo fijamente, Jeffrey entrecerrando sus ojos con duelo—. Estoy bien. Nada ha pasado conmigo —volvió a golpearlo contra la pared—. ¡No vuelvas a creer que te estoy ocultando algo! —entonces lo hizo de nuevo y dirigió su mirada a la ventana cercana a ellos. De pronto, todo estuvo en silencio ante él.
La expresión enojada de Christian se desvaneció lentamente cuando lo vio. Otra vez, su hermano Matt, herido y lleno de sangre, y al lado de él, Angel, en la misma condición.
Sólo un pequeño recuerdo:
Es tu culpa.
Tú nos mataste.
Christian cerró los ojos con fuerza y cuando volvió a abrirlos, habían desaparecido. Miró a Jeffrey, el sonido volvió, los aullidos constantes de los alumnos que querían ver una pelea llegaron a sus oídos y la expresión preocupada de Jeffrey estaba frente a él.