Christian abrió los ojos y se encontró en un lugar hermoso. Era como una sala muy elegante, llena de decoraciones de flores, así como el jardín de la señora Marshall. Había varias mesas y mucha gente disfrutaba de la comida que servían.
De un momento a otro, alguien le tomó la mano y Christian se sobresaltó, hasta que observó de quién se trataba. Cassandra. Tenía un vestido blanco muy hermoso, le sonrió y los ojos azules le brillaban como nunca. Le dijo que le siguiera y Christian asintió, fue entonces cuando se dio cuenta que él tenía puesto también un traje blanco, como todos los demás. Christian observó a su alrededor, había rostros que lograba identificar, como el de sus amigos, sus dos hermanos, sus padres, los Marshall, otros estaban borrosos o simplemente no los reconoció. Christian sonrió, todos parecían estar felices.
Cuando Cassandra y él se detuvieron frente a Angel, él lo abrazó con fuerza, al igual que su amigo.
—¿En realidad esto es lo que quieres, Chris? —le preguntó, tenía el ceño fruncido y el usual rulo colgándole por la frente.
Si eso era el cielo, estaba muy seguro.
—Sí, Angel —respondió, mirando alrededor—. Sí, esto es lo que quiero.
—Disculpen… —alguien habló por un micrófono, la voz le era familiar—. Disculpen, ¿puedo obtener su atención, por favor?
Christian y todos los demás observaron a la persona que estaba en el escenario, los murmullos y la música fueron disminuyendo. Era Seth Cook, también con un traje blanco y sus habituales gafas circulares, tenía una copa de champaña en la mano que no ocupaba el micrófono. Sonrió amablemente y aclaró su garganta antes de hablar.
—Quiero decir que, en este día tan especial, estoy orgulloso de estar con las personas que amo y aprecio. Y todos sabemos que Christian también —la gente aplaudió y Seth miró a Christian con ojos cordiales y una sonrisa suave—. Él tomó una muy fuerte decisión y hoy, el día de su muerte —Christian frunció el ceño, un vacío se extendió en su cuerpo—, quisiera mencionar que, sé lo mucho que Matt, mis dos hijos, su familia, todos aquí lo amaron. Era un gran chico y siento mucho, de verdad, que no haya despertado cuando todos lo esperaban.
—¿Qué…? ¿Qué está diciendo tu papá? —se dirigió a Cassandra, ella lo miró con lágrimas en los ojos—. ¿Qué es esto?
—Es un aviso… para que despiertes —murmuró, apenas y podía hablar debido al llanto.
—No lo… no lo entiendo…
—Despierta, Christian. No es tu tiempo todavía —escuchó la voz de Angel y cuando giró a verlo, no había nada.
Todo había desaparecido, el salón, la música, las personas.
Christian abrió los ojos de nuevo, estaba acostado y sus ojos recibieron una luz blanca muy brillante. Respiró. Estaba vivo y definitivamente no en su habitación. Estaba cubierto con una sábana blanca y sentía su cuerpo adormecido.
—Está despertando… oh por Dios —escuchó el eco de la voz de una mujer, tal vez su madre. Sonaba como ella—. Hola, cariño —sintió la suave caricia de Naomi en su mejilla, de ahí escuchó un sollozo.
Christian pudo acostumbrarse a la luz y observó alrededor, el sonido del monitor de signos vitales llegaba hasta él, su padre a un lado de él y su madre en el otro, notó una venda en el brazo izquierdo, intravenosa y sintió que tenía puesta una cánula nasal.
—Estoy… —intentó hablar, pero su garganta estaba muy seca, su madre seguía sollozando y su padre hacía algo por otro lado, cosa que él no podía ver—. Estoy… vivo…
—Sí, mi niño… lo estás —Naomi le acariciaba el cabello y Christian logró observar que sonreía con alivio.
—Ten, hijo. Un poco de agua —dijo su padre, quien le ayudó a tomar—. La doctora está en camino, ya le han avisado.