De Un Sueño a la Realidad

Capítulo diecisiete: Willkommen im Institut für Kladow.

Sólo se requerían de aproximadamente cuarenta y dos minutos ir de Reinickendorf hacia Kladow, así que, al día siguiente, Christian y Brad subían al auto donde Dustin transportaba a sus abuelos. Sus padres iban con ellos y el viaje fue callado, Robert y Dustin hablaron la mayoría de veces y Christian sólo escuchó música con los audífonos.

      Para cuando llegaron a Kladow tomó un poco más de tiempo llegar al nuevo instituto, atravesaron casi toda la ciudad hasta llegar a un gran muro donde se veía un letrero que decía: Willkommen im Institut für Kladow, que traducía «Bienvenido al Instituto de Kladow». Un guardia se acercó al auto y Robert le dijo en alemán que estaban allí para dejar a dos nuevos estudiantes, el guardia asintió y gritó algo en su idioma que Christian no distinguió, pero probablemente era para abrir las puertas.

      Cuando el portón se corrió lo suficiente para dar espacio al auto, Dustin avanzó por el área, Christian notó que había varios estudiantes caminando a los alrededores. El Instituto era un gran castillo, se encontraba cerca al río Havel y estaba rodeado por un gran muro, había varias grandes torres detrás la principal, que podía verse a simple vista apenas cruzaban el muro. Arriba de la torre se podía ver en letras doradas Institut für Kladow, abajo, un escudo de colores naranja, negro y dorado con una cinta que lo atravesaba y citaba: Abertausend von Seele für eine allein Herz. Christian lo entendió, significaba «Miles de almas para un solo corazón». Se detuvieron en esa torre y fue entonces cuando comenzaron a bajar del auto.

      —Estoy aquí para ti —murmuró Brad en el momento que estaba sacando sus cosas del maletero del auto y tuvieron un momento a solas—. Te dije que mi trasero también vendría. Lo prometí.

      Christian soltó una carcajada pequeña y asintió.

      —Gracias, hermano —dijo.

      Cuando todo estuvo afuera, Robert y Naomi se despidieron de sus hijos. Era la primera vez que se iban a separar de esa manera, sin encontrarse de nuevo después de la escuela o del trabajo, sin pasar las cenas familiares. Para Christian era algo extraño, pero la idea era acostumbrarse a algo nuevo. Sus padres se marcharon con Dustin y fue entonces cuando los dos hermanos se dirigieron hacia las grandes puertas de la torre y tocaron. Cuando se abrieron, un hombre alto, con barba de tres días, una camisa blanca, gabardina gris y pantalones clásicos los recibió.

      —Willkommen! —mencionó la bienvenida con voz grave y una sonrisa amigable—. Mi nombre es Johann Kofman, seré su guía por el Instituto de Kladow. Es muy grato que hayan escogido este lugar para estudiar.

      Christian no dijo nada, sólo asintió.

      —Ah, sí… nosotros somos… —comenzó Brad, pero Johann lo interrumpió.

      —Christian y Brad Morgan, lo sé —Johann volvió a sonreír—. El director me habló de ustedes apenas sus solicitudes fueron aceptadas. Son muy afortunados, no todos llegan a ser admitidos en este lugar. Vengan, adelante —los invitó y se dio la espalda para caminar dentro del lugar.

      Christian ojeó a Brad, quien levantó los hombros y comenzó a seguir a Johann, el castaño igual. Las puertas se cerraron cuando todos entraron y luego de caminar por un pequeño pasillo, se encontraron con una sala muy grande, decorada con una combinación de estilo medieval y barroco.

      —Una vez más, bienvenidos al Instituto de Kladow —comenzó a hablar de nuevo el hombre de gabardina gris mientras Christian observaba alrededor de la gigante sala—. Mi función aquí es guiar a los nuevos estudiantes residentes y también vigilar el estado de las torres. Así también como ser el consejero, así que, si necesitan algo, voy a estar para ustedes.

      —Muchas gracias, señor Kofman —mencionó Brad.

      —Llámenme sólo Johann —sonrió y unos hombres llegaron para tomar las maletas de los chicos y llevárselas—. Esta es la sala principal, aquí se reúnen los profesores con el director para tomar pequeños descansos, después del pasillo de la izquierda encontrarán la biblioteca, la sala de maestros, el auditorio y mi oficina, en el segundo piso se encuentran todas las aulas respectivas de clases y la oficina del director.

      Luego de eso, los llevó hacia otra puerta que dirigía a lo que llamaban «El Patio de las Torres», que era donde se ubicaban las cinco torres que indicaban los continentes. La Torre América, Torre Europa, Torre Asia, Torre África y Torre Oceanía, en cada una de las Torres vivían los estudiantes de sus respectivos continentes. Había varios estudiantes fuera de ellas, sentados en el césped mientras estudiaban, jugaban o simplemente hablaban. Así también, Johann les indicó «la casa de los deportes», quedaba un poco más allá de las Torres y se trataba de una construcción lo bastante grande como para que esté dividido con una piscina, una cancha de baloncesto y salones para un gimnasio, clases de karate, taekwondo, esgrima y ping-pong. Al lado de esta se encontraba una cancha de futbol y un poco más lejos, una cancha de tenis. Ambos hermanos estaban asombrados de lo gigante que era ese lugar.




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