De Un Sueño a la Realidad

Capítulo diecinueve: Video-llamada.

La alarma del reloj que definitivamente no era el de la mesa de noche de Christian, lo despertó demasiado fácil. Abrió los ojos, encontrándose con el techo del dormitorio, parpadeó y se sobó los orbes para quitarse las lagañas. El incesante sonido seguía escuchándose y Christian giró su cabeza hacia el camarote, donde Jimmy y Jamie dormían profundamente.

      —Debes estar bromeando —susurró para sí mismo.

      El sonido era terrible y parecía imposible no escucharlo apenas tintineaba. Miró a los gemelos, arriba, Jimmy dormía boca abajo, la cama aplastaba su mejilla y tenía la boca como un pato, al contrario de Jamie, que sólo era una bola humana cubierta en sábanas. Christian se levantó de la cama y se tambaleó un poco, sintió un ligero mareo, posiblemente porque se elevó muy rápido. Cuando se recuperó, llegó hasta el reloj, notando que eran las seis de la mañana y apagó la alarma, suspirando por escuchar el silencio. Volvió a caminar hacia la cama y se lanzó a ella boca abajo, cerrando los ojos para dormir de nuevo, pero entonces, la campana que anunciaba el desayuno resonó por todo el campus. Christian soltó un quejido.

      —¡Estoy despierto! ¡Estoy despierto! —escuchó exclamar a Jimmy, pero, aun así, Christian se quedó acostado en su cama.

      La campana pasó un tiempo sonando y cuando se detuvo, Christian sintió que alguien lo movía.

      —Hora de despertar, muchacho —reconoció la voz de Jimmy—. No seas holgazán. ¡Dame una buena impresión de los chicaguenses!

      —Debes estar bromeando —murmuró Christian sobre su almohada y segundos después, soltó una carcajada.

      Entonces se levantó, vio a Jimmy buscando algo en el cajón de su mesa de noche y a Jamie sentado en su cama, medio despierto y medio dormido. Christian esbozó una sonrisa irónica y luego de eso, salieron de la habitación, bajando hasta el primer piso para llegar a la cafetería.

      La fila no era muy extensa, Christian recordó que Johann le había dicho que no cualquiera entraba al instituto, así que por eso no había millones de estudiantes. Para saber acerca de quién come y quien no, los estudiantes tenían una tarjeta con un código que indicaba su identificación cuando la pasaban por un dispositivo al entrar a la cafetería. Nadie podía faltar a las horas indicadas de la comida, era una regla bastante estricta. Para cuando tuvieron su desayuno servido, los tres buscaron una mesa y Christian escogió donde se encontraban su hermano y Michael.

      —Buenos días —dijo Michael con una sonrisa amigable.

      —Mike, hola —saludó Jimmy cuando se sentó.

      —Bueno, Christian, te llevaste el premio con tener por compañeros a los gemelos Baker —murmuró el castaño mirando a Christian.

      —No es para tanto, Wittgenstein —comentó Jamie.

      —Jimmy, Jamie —dijo Christian luego de carraspear la garganta, mirando a su hermano—. Él es Brad, mi hermano menor.

      Jimmy ahogó una risa.

      —¿Qué? —exclamó, sorprendido. Jamie, por otro lado, los miraba a ambos consecutivamente—. ¿Tu hermano, en serio?

      Christian asintió.

      —Brad Morgan —dijo el pelinegro con una sonrisa y extendió su mano hacia ambos gemelos, quienes se la dieron y la agitaron por un breve momento—. Un gusto conocerlos.

      Jimmy y Jamie dijeron sus nombres y el resto fue conversaciones triviales mientras comían del desayuno. Cuando se hicieron las siete de la mañana, todos se marcharon hacia las duchas para luego, subir a sus dormitorios y ponerse el uniforme para así, a las ocho, comenzar su primera clase.

 

Una semana después, Christian comenzaba a adaptarse completamente a los horarios del instituto, también tomaba su medicina a la hora que correspondía y Matt continuaba hablando con él las veces que se encontraba solo. Extrañaba a las personas en Chicago, a Cassandra, sus amigos, incluido el señor Marshall. Se preguntaba de vez en cuando cómo iban con la obra de teatro o si el señor Clarke seguía haciéndoles la vida imposible a sus alumnos. También tenía curiosidad acerca de la graduación, a finales de mayo, algo que lo hizo decaer un poco porque se iba a perder de todo aquello.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.