A la mañana siguiente, al despertar, lo primero que hice fue tomar mi teléfono. Tenía decenas de mensajes de Luke. No los abrí, ni siquiera uno. Decidí ignorarlos, al menos por un buen rato. Estaba molesta, furiosa, y con razón.
No entendía cómo podía ser tan despreocupado. ¿De verdad le importaba tan poco como para no pensar lo peligroso que era viajar de un pueblo a otro, sola y de noche? ¿Y ni siquiera tuvo el detalle de venir a buscarme? Por Dios… se supone que es mi novio, ¿no?
Suspiré con rabia. Después de clases, mientras estaba con mis amigos en la cafetería, finalmente decidí revisar sus mensajes. Entre todos los que había enviado, uno en particular solo logró enfurecerme más:
—Por favor, Nahomi, de verdad discúlpame, pero ya era muy tarde para que pudiera ir.
¿En serio? Qué cínico. Claro, para él era muy tarde… pero yo sí debía arriesgarme a salir sola en plena noche. De verdad, estaba empezando a parecerme un completo imbécil.
Mi enojo era tan evidente que mis amigos, sentados al otro lado de la mesa, me miraban con curiosidad. Ninguno se atrevía a decir nada, hasta que Liz rompió el silencio:
—¿Pasa algo, Naho?
No quería arruinar lo que quedaba de la mañana con mi mal humor, pero necesitaba desahogarme. No podía seguir guardándomelo.
—Pues… pasó algo con Luke —confesé finalmente.
—¿Qué pasó? Cuéntanos —dijeron todos casi al mismo tiempo, con caras de preocupación.
—Anoche me dijo que quería que fuéramos al cine —empecé a explicar, tratando de no sonar tan molesta—. Me pareció raro, porque ya era tarde, y de aquí a que me arreglara se iba a hacer aún más. Pero lo peor no fue eso… —hice una pausa, intentando contener la rabia—. Lo peor fue que pretendía que yo saliera sola, de noche, a otro pueblo.
—De verdad que es un verdadero imbécil —dijo Liz con un tono que dejaba claro su enojo.
—¿Naho, eres estúpida o te haces? —soltó Hugo sin rodeos—. Es obvio que no le importas. Si de verdad le importaras, él mismo habría ido a tu casa a recogerte y te habría llevado de vuelta. Además, es evidente: si realmente quisiera que fueras con él, te habría avisado con tiempo para que estuvieras lista. Pero bueno, creo que estás tan embobada que ni vas a escucharme.
Me quedé callada. No supe qué responder. Al fin y al cabo, todo lo que Hugo dijo era cierto… pero aun así, no entendía por qué me costaba tanto aceptarlo. Todos me miraban, esperando que dijera algo, pero antes de que pudiera abrir la boca, Eli y Kely intervinieron al mismo tiempo.
—Naho, Naho… —dijeron casi peleando por quién hablaría primero. Pero fue Eli quien continuó:
—Nena, por favor… es obvio. Cuando un hombre realmente te ama, se nota. Y cuando no… se nota todavía más. Y cariño, él te ha demostrado, de una forma u otra, que no eres su prioridad. Sé que ahora dices estar enamorada y probablemente no vas a reaccionar, pero igual estaremos aquí contigo.
—Es cierto —añadió Kely, asintiendo junto a los demás.
—Pero igual… también era muy peligroso salir a esa hora para él —alcancé a decir, intentando justificarlo.
Todos me miraron mal, y con justa razón.
—Sí, Naho, pero para ti también. Y tú eres la mujer aquí —respondió Hugo, cruzándose de brazos.
—No hay que hablar más de esto —dije al fin, firme.
Ellos solo asintieron, respetando mi decisión.
Después de un rato, el tema quedó atrás. Ya no hablamos de Luke ni de mis enredos amorosos. Algo más urgente nos preocupaba: el parcial del jueves. Y si había alguien realmente angustiada, era Liz. Estaba convencida de que no había aprendido nada. Y la entiendo… con ese profesor, creo que nadie aprendería.
Pero bueno, a veces no obtienes lo que deseas. En este caso, un buen profesor de inglés. Tal vez no ahora… pero ya llegará el momento.
......
El cielo estaba bastante nublado, así que supe enseguida que llovería. Ya era tarde. Se me había pasado el tiempo intentando estudiar, aunque me resultaba casi imposible concentrarme con el fuerte dolor de cabeza que tenía. Después de volver de estudiar, seguí con mis deberes, pero en realidad solo pensaba en Luke… y en que estábamos peleados.
Finalmente, después de darle muchas vueltas, decidí responder a sus mensajes:
Hola, Luke. ¿Cómo estás? Solo quiero que sepas que, si algún otro día vamos a salir y si tu no te dignas a recogerme, ten por seguro que no vamos a salir.
No tardó en contestar:
Por favor, Naho, sabes que no podía ir. Mi madre no me lo hubiera permitido.
De verdad… qué imbécil.
¿Y yo qué? ¿osea yo si teniaque hacerlo ? Por favor… búscate una mejor excusa.
Sí, sí, Naho, pero ya… discúlpame, no volverá a pasar.
No podía creerlo. Pero tampoco quería seguir discutiendo lo mismo, así que decidí dejar el tema.
Está bien.
Hablamos un rato más. Me contó sobre su día y yo le conté el mío. Hablaba del tiempo que invertía en su trabajo, de lo ocupado que estaba… tanto que casi no habíamos podido vernos. Y eso me molestaba. Sentía que no sacaba un espacio para mí, que no era una prioridad en su vida.
Pero bueno… estaba enamorada.
O al menos eso creía.
Me desperté de mis pensamientos cuando sentí vibrar el teléfono. Era un mensaje nuevo.
Hola a todos —dijo Liz—. He creado este grupo para hablar y proponerles una salida. Me gustaría que fuéramos todos al cine un día después de clases, así nos conocemos mejor y nos divertimos un rato. ¿Qué les parece?
No tardaron en responder.
Sí, me parece bien. Podría ser el jueves —dijo Hugo.
Sí, ¿por qué no? —respondió Kely.
Está bien —añadió Eli.
Yo, por mi parte, estaba indecisa. Por un lado, me parecía buena idea salir, distraerme, divertirnos un rato. Pero también sabía que apenas los conocía… y que con mi madre sería un problema, porque no le gustaba que saliera con personas que ella no conocía. Aun así, tal vez podría convencerla.