30 de noviembre de 2024
Días antes había estado un poco pensativa respecto a Luke. Siempre que intentaba verlo o simplemente tener una conversación con él, se ponía a la defensiva. Últimamente me sentía frustrada, porque parecía que ya no hacía ningún esfuerzo por pasar tiempo conmigo. Su excusa constante era el trabajo, y aunque yo podía entenderlo… también sabía que todos tenemos un límite.
Había pasado algo que me dolió más de lo normal: el día en que cumplimos dos meses de novios, ni siquiera me escribió una palabra al respecto. Lo mismo había hecho el primer mes. Y como siempre, su excusa fue la misma: el trabajo.
Ese día me había prometido que vendría a verme, que pasaríamos un rato juntos… pero no fue así. Me dejó plantada nuevamente, como ya se le estaba haciendo costumbre.
Suspiré, me acomodé en la cama y abrí Facebook. No solía hacerlo muy seguido, no me gustaba hablar con nadie ni perder tiempo en redes, pero algo me impulsó a revisar. Para mi sorpresa, tenía un mensaje del chico que me había enviado solicitud hace unos días, el mismo que tenía agregado a Hugo.
Por curiosidad, decidí responderle.
—Hola, ¿cómo estás? —escribió él.
—Hola, bien. ¿Y tú? —respondí.
Mientras hablábamos, se me ocurrió preguntarle a los chicos del grupo si lo conocían. Le escribí directamente a Hugo para asegurarme, mientras seguía la conversación con aquel desconocido.
—Yo ando bien —contestó él—. Por cierto, ¿dónde vives?
—En un pueblo —respondí—. Queda como a una hora y media de donde tú vives, por lo que pude ver en tu perfil.
—¿Y no me dirás el nombre? —preguntó curioso.
—No, no lo haré —respondí, algo cortante—. Por cierto, ¿para qué me hablaste? ¿Qué buscas?
—La verdad, me gustaría conocerte. Me pareciste muy linda y me interesaste. Me dije a mí mismo: quiero conocerla.
—Está bien eso, pero… tengo novio —aclaré, tratando de no sonar grosera.
—¿Y eso qué tiene? ¿Acaso no puedes tener amigos? —respondió con tono despreocupado.
Y sí, tenía razón en parte: no estaba mal que conociera a más personas, Pero sabía que este tipo de cosas se podían malinterpretar, así que traté de dejar todo claro desde el principio.
—Podemos conocernos, pero solo como amigos, ¿de acuerdo? —escribí finalmente.
Mientras tanto, vi que Hugo había respondido en el grupo:
—Oh, Naho, ese es mi hermano. ¿Por qué te escribió?
—Sí, dice que quiere conocerme, que le parecí linda, pero ya le dije que tengo novio —contesté.
—Sí, lo sé, Naho —respondió Hugo—. Pero eso no tiene nada de malo. Pueden conocerse y ser amigos, incluso salir en grupo con nosotros.
De cierta manera tenía razón. Tener novio no significaba aislarme del mundo. Sin embargo, también creía que debía haber respeto de ambas partes.
Así que solo respondí:
—Está bien, creo que puedo conocerlo.
Salí del grupo justo cuando los demás comenzaron a hablar del tema, reforzando lo mismo que había dicho Hugo.
Volví al chat de aquel chico, cuyo nombre descubrí que era Juan, y vi su último mensaje
—Sí, está bien, como amigos
—Perfecto —respondí finalmente.
.......
Semanas después de aquella conversación con el chico llamado Juan, seguimos hablando durante varios días. Hasta ese momento me empezaba a caer bien, aunque sentía que, de cierta manera, él no quería ser solo mi amigo. Eso me ponía en una situación incómoda, pues no quería dar pie a malentendidos, y por eso había intentado alejarlo un poco. Trataba de no responderle tan seguido… pero al final, siempre terminaba haciéndolo.
La noche anterior le había comentado a Luke que había conocido a un nuevo amigo, que lo estaba conociendo poco a poco y que, además, era hermano de Hugo, uno de mis compañeros de clase. Para ser sincera, no tomó nada bien la noticia. Me pareció bastante ridículo, sabiendo que solo era un amigo más y que desde el principio le había dejado las cosas claras.
Luke me soltó que no le parecía que hablara con él ni que saliera con mis amigos, pero que hiciera “lo que me diera la gana”. Su actitud me dejó bastante molesta e inquieta. En el fondo sabía que no estaba haciendo nada malo. No tiene nada de malo querer conocer gente nueva o salir a divertirme. Estoy en una edad en la que quiero disfrutar, vivir experiencias… así que simplemente decidí dejar las cosas por la paz.
Ya era diciembre, mi mes favorito. Amo esta época del año, sobre todo por la Navidad. Casi todos los años tenía la costumbre de hacer mi maratón de películas navideñas durante horas, casi todos los días. Era una de mis cosas favoritas.
Mientras tanto, me estaba arreglando; ya era 24 de diciembre, casi Nochebuena, y Luke vendría a cenar. Cuidadosamente saqué del clóset el vestido que me había hecho mi madre. Lo tomé entre mis manos y me apresuré a ponérmelo. Luego me miré al espejo: era un vestido de tirantes finos, con una falda amplia y un diseño en capas o volantes en la parte inferior, de color negro. A los minutos, empecé a ponerme los zapatos del mismo color. Después me pinté los labios de rojo intenso, resaltando así mi piel morena.
Ya lista, me dispuse a esperar a Luke, quien, como de costumbre, estaba demorado. Me estaba empezando a desesperar; no nos habíamos podido ver últimamente por culpa de su trabajo, su eterna excusa, que ya comenzaba a cansarme.
Mientras tanto, me encontraba hablando con Juan por chat:
—Hola, ¿cómo sigues, Naho? ¿Te puedo llamar Naho o es muy pronto?
Y, con lo odiosa que a veces suelo ser, solo respondí:
—Sí, es muy pronto. Sinceramente, solo algunas de mis amigas me llaman así, y ya son amigas de hace años. Bueno, creo que Hugo una vez lo hizo, pero no le tomé importancia.