dead in life

N✨️

Habían pasado ya varios días en los que Juan y yo habíamos estado hablando más frecuentemente. Días atrás le había comentado lo que haría precisamente hoy: un viaje a la playa con mi familia. No solo irían mis padres, también mi prima Susana -que había estado viviendo en Chile y que había regresado el pasado diciembre-, mi primo Erik y su novia, mi tía Erika, mi tío John y uno que otro amigo cercano de la familia.

Estando en mi habitación, terminé de alistarme. Solo me faltaba aplicarme protector solar para luego ponerme un poco de rubor en las mejillas y mi labial rojo favorito. Llevaba unos pantalones cortos, un suéter básico negro y mis zapatos blancos preferidos.

Ya lista, me apresuré a buscar lo que llevaría en mi bolso. Tomé mi vestido de baño de dos piezas color amarillo, una salida de baño, otro par de pantalones cortos, mi protector solar, unos lentes, mi cepillo de dientes y un par de cosas más. Las acomodé ordenadamente en el bolso y salí del cuarto rumbo a la sala para esperar a que el resto de mi familia terminara de alistarse.

No tuve que esperar mucho. Quince minutos después ya estábamos en camino hacia Windermere, donde vivía el resto de mi familia y donde nos reuniríamos para tomar el autobús que nos llevaría a la playa: Clearwater Beach, que quedaba aproximadamente a una hora y media. Ya en casa de mi tía, desayunamos todos juntos.

Después de varios minutos, nos encontrábamos esperando el autobús. Eran las seis y media de la mañana; nos habíamos despertado bastante temprano para estar listos a esta hora.

Ya dentro del autobús, me senté al lado de mi madre, junto a la ventanilla, porque así tendría más fresco y evitaría marearme. Mamá me sonrió. La miré por un instante y le devolví la sonrisa. La verdad, no nos parecíamos mucho. Yo era morena, ella trigueña. Yo había sido crespa toda la vida, y ella tenía el cabello completamente lacio, igual que mi hermana. Solo que mi hermana sí era morena como mi papá.

.......

El viaje estuvo bastante tranquilo. Me dormí la mayoría del tiempo en el autobús con los audífonos puestos, escuchando una de mis bandas favoritas. El resto también iba así: durmiendo o platicando en voz baja para no despertar a quienes sí estaban dormidos. Pero, en general, el viaje había sido bastante tranquilo y placentero, a pesar de todo.

Nos avisaron que habíamos llegado y todos se apresuraron a tomar sus cosas para luego bajar del autobús. Yo hice lo mismo. Eran casi las ocho de la mañana; lo supe al mirar la hora en mi teléfono y ver que ya tenía un mensaje de Juan.

— Hola, buenos días. ¿Cómo vas?

— Pues bien, ¿y tú? Ya estamos acá, acabamos de bajar del autobús. Vamos a caminar hacia la playa y a buscar en qué parte vamos a estar.

— Ah, qué bien. Me alegra mucho, Naho.

— Pues sí. ¿Y tú cómo vas?

— Pues yo ando bien.

— Ah, qué bien. Me alegra mucho.

— gracias, por cierto como estas?.

Pues por ahora siento que voy bien. A veces me gana la melancolía, pero no es tanto por él... es más por mí y por lo estúpida que fui.

— Por favor, Naho, no digas eso. Para nada lo eres.

— ¿Y cómo puedes saberlo si ni siquiera me conoces en persona?

— Solo siento que así es. Además, en cualquier momento podemos conocernos, Naho.

— Sí, está bien -respondí mientras caminábamos rumbo a la playa y casi caía al tropezarme con una piedra por estar tan concentrada en el teléfono. A veces podía ser muy torpe, en serio.

— Bueno, así quedamos, Naho. Mientras tanto te dejo para que disfrutes tu día en la playa. Adiós, hablamos luego, ¿sí? -escribió de la nada.

— Sí, está bien -respondí segundos después.

......

Después de recorrer un poco la playa encontramos un espacio donde quedarnos, muy cerca del mar. Mis padres estuvieron rentando una carpa con sillas y mesas junto a mis tíos, y allí íbamos a pasar el día. Una vez acomodados, decidí ir a los vestidores para cambiarme. Me acompañó Lila, la novia de mi primo, y me ayudó a amarrarme las tiras del vestido de baño. Luego yo la ayudé a ella. Unos minutos más tarde, ya estábamos de vuelta con todos.

— ¿Y cómo vas con tu novio? -preguntó Lila de repente a mi lado.

— Pues... qué te digo. Terminamos. Primero me pidió un tiempo y yo no quise dárselo, y después regresó pidiendo disculpas, pero yo estaba muy molesta y simplemente lo mandé a volar. Luego me dio por arrepentirme y, siendo una estúpida, lo llamé millones de veces. Si de verdad soy una tarada, dímelo. Necesito saberlo.

Creo que me había excedido. Había hablado de más, pero necesitaba esto... necesitaba desahogarme de una vez por todas.

—No, créeme, está bien. Todas hemos hecho estupideces así alguna vez en la vida. Y créeme, no hiciste las cosas tan mal... excepto lo de llamarlo tantas veces. Le subiste el ego al muy idiota te lo aseguro, pero bueno. Lo importante aquí es que estés bien. Solo disfruta, por favor. Estás en la playa, vinimos a divertirnos, ¿no?

La verdad es que sus palabras me hicieron mucho bien. Me reconfortaron más de lo que imaginaba.

— Sí, está bien, eso haré -dije, tratando de sonar decidida.

Un rato más tarde, después de haber estado casi toda la mañana en el agua, salí y tomé mi teléfono. Al encender la pantalla, vi que tenía un mensaje de Juan.

— Hola, Naho, ¿cómo vas?

— Pues bien, aquí en la playa, divirtiéndome. ¡Mira esto! -le escribí.

Rápidamente abrí la cámara y le grabé un video de lo que me rodeaba: mi familia y el mar.

— ¿Qué estás grabando? -preguntó mi madre a mi lado.

— Nada, nada. Solo estoy tomando algunas fotos y videos de la playa.

— Está bien, cariño. ¿Y a quién se los envías? A un enamorado, ¿no? Bueno, quiero pensar que no, porque sabes que no quiero otro novio por ahora en la casa. Lo sabes, Nahomi.

— Sí, lo sé. No tienes por qué repetírmelo.

— Solo digo, para que lo tengas muy presente. Solo eso.

— Está bien. Bueno, voy a la playa. respondí.



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En el texto hay: romace, historia, dolor

Editado: 12.12.2025

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