Decadentes

C2

La verdad no sé por dónde comenzar a organizar todo, estoy emocionada, si, y Annie está ayudándome.

- ¿Invitarás a Kendall? -Me preguntó mientras escribía la lista de invitados.

-Si -Respondí de inmediato.

-La puta casi te manda al infierno y tú eres una masoquista -Rodó los ojos.

-La última vez que hablamos nos llevábamos bien -La miré fijamente.

- ¿No te importa que conozca a Caín al revés y al derecho?

-No lo conoce como yo lo hago y punto -Me encogí de hombros. -Anótala y ya está La miré y ella escribió su nombre en la libreta.

- ¿Cuántas personas van?

-Cuarenta y ocho -Miró fijamente el papel.

- ¿Crees que esté bien? -Le pregunté.

- ¿Qué sabes de Darell?

-Dijo que intentaría conseguir un permiso para venir a nuestro matrimonio, pero que no nos prometía nada.

-Bien, le haré un asterisco.

-Creo que con eso está bien, Ann.

-Bien -Sonrió. Me tendió la libreta.

Caín estaba entrenando y Annie había viajado a Inglaterra sólo para ayudarme a organizar el matrimonio. Mi primo estaba lo suficientemente ocupado con su trabajo como para decirle a él que me ayudara.

Toda la semana en la que estuvo mi amiga quedándose en el departamento junto a nosotros, me ayudó con la decoración y hasta me compré el vestido que tanto soñaba. Pero cuando se fue, Caín y yo comenzamos a planear lo que nos faltaba, la comida, la música, el alcohol y bebidas. Agregamos a más personas a la lista y quitamos a otra. Caín no tiene demasiada familia y la que tiene ya está bastante alejada de su vida, aunque aun así invitaría a su tía y primas. Yo no las conozco y la verdad dudamos que vengan, por lo mismo pondremos un plazo para que confirmen. Lo que si tiene Caín, son demasiados amigos, pero todos relacionados con el boxeo, no hay más amigos aparte de Jaxon e Ian del instituto.

Siempre hay una persona que te lleva al altar, en el caso de la novia es su padre y en el del novio, es su mamá. Caín y yo no tenemos esas personas en nuestras vidas, sólo estamos él y yo apoyándonos. Aun así, mi tía María me debería llevar hasta ahí, pero no quiero que Caín entre solo y yo con alguien.

-Llegaremos solos -Lo miré fijamente y él me sonrió.

-No hay problema con eso Blanca nieves, ya lo voy a solucionar.

-No quiero que algo tan mínimo nos complique todo. No hay problema si estoy sola esperándote y tú solo llegas hasta a mí ¿Solos nos enamoramos, no?

-Tienes razón, pero es una tradición -Se encogió de hombros.

- ¿Desde cuándo Caín Bennet es tradicionalista?

-Desde que te pedí matrimonio con un anillo, Cailín.

Estuvimos conversando por bastante rato sobre todo, hasta que finalmente elegimos hasta la fecha en la que tendríamos el matrimonio.

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- ¡Dante! -Lo abracé con fuerza. Él me levantó del piso haciéndome girar, besó mi rostro y luego me observó sonriente.

- ¡Que linda estás! -Me dijo de pronto y yo sonreí.

-Te extrañaba tanto -Le dije y él volvió a sonreírme.

Llegó justo tres días antes de la fiesta de mi matrimonio, Zoe venía junto a él y también se alegró de verme como yo me alegré de verla a ella. En realidad me encantaba que siguieran juntos y felices.

El vestido era ajustado desde mis pechos hasta mi cintura, pero no caía hasta el piso, no como los vestidos de las princesas, no de esos que parecen tener mil capas abajo y que parecen ser extremadamente duros. Me gustan las cosas simples y mi vestido era sencillo y corto.

Dante estaba mirándome mientras me probaba el vestido por décima vez en la habitación, parecía estar un poco más ajustado.

-Creo que engordé -Lo miré nerviosa.

-Estás bien -Me sonrió.

-He comido demasiado estos días, Dante.

-Entonces ya no lo hagas -Se encogió de hombros.

-Estoy ansiosa.

-Yo también lo estaba -Rió. -Pero todo va a estar bien, Caín te ama, revientes el vestido o no.

-No estás ayudándome.

-Te ves hermosa, prima.

Le sonreí en silencio y de pronto escuchamos la puerta de entrada.

- ¡Llegué! -Esa era la voz de Caín.

Quedé paralizada unos segundos hasta que Dante me empujó hasta el baño diciéndome que me quitara el vestido. Rápidamente cerré la puerta con pestillo y me quité el vestido, salí a la habitación y sólo escuché a Dante junto a Caín saludándose y riéndose a carcajadas. Guardé el vestido y volví a mi ropa normal.

Saludé a Caín con una sonrisa en el rostro, su mirada siempre estaba recorriéndome fijamente y eso me encantaba.

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CAÍN BENNET

Sólo quedaba esta noche en donde podíamos decir que estamos solteros. Su cabeza descansaba en mi hombro mientras sus ojos permanecían pegados en mi mentón, su mirada parecía perdida, pero yo también lo estaba.

- ¿En qué piensas? -Me preguntó. Su voz se metió en mis poros, me acomodé para mirarla.

- No quiero que nada cambie entre nosotros.

- Nada cambiará, Caín.

- Es sólo un anillo ¿Cierto?

- Así es ¿Qué te hace dudarlo?

- No quiero perderte, blanca nieves.

- No me perderás nunca -Acarició mi rostro y luego me besó.

La atraje más a mí sintiendo su cuerpo cerca del mío.

Ella no sabe todo lo que me he esforzado por conseguir un traje a la medida, no sabe a todas las tiendas que fui y cuantos espejos se quedaron quietos para que me mirara en ellos. Ella sólo piensa que mañana estaré de pie esperándola, ni más ni menos. Ella no tiene idea de cuánto me he esforzado para que todo esté en orden, para que todo parezca ser perfecto. Desperté con el sonido del celular en mi velador. Lo tomé y en la pantalla se extendía "Anthony"

- ¿Hola? -Contesté de mala gana.

- ¡Hoy es el día y tú todavía sigues durmiendo! -Exclamó, tuve que alejar el teléfono unos centímetros de mi oreja y sentí reír a Cailín.




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