Luego de pasar algunas horas con mi primo y Zoé, decidí ir a la casa de Caín. Había estado ahí cuando regresé para el matrimonio de Dante, y había sido hace bastante tiempo, las imágenes en mi cabeza no eran bastante claras, lo único que tenía claro era que en ese lugar fue en donde Caín y yo nos reconciliamos y él decidió marcharse a Inglaterra junto a mí. Llegué al enorme condominio acompañada por Dante y Zoé, estuvimos hablando con el guardia que había afuera y Caín ya había dejado un comunicado vía telefónica que yo estaría de vuelta ahí, y que por favor, no dejara entrar a nadie a casa sin preguntarme antes. Caminamos hasta la casa que vivía Caín antes de marcharse conmigo, no sé si puedo llamarle casa a ese enorme castillo lleno de lujos, áreas verdes y dos bellísimos perros. Antes de que pudiera meter la llave al picaporte, éste se giró dejándonos ver a una mujer mayor, con una sonrisa amable y vestida de ama de casa. Ella por supuesto debía ser la famosísima Rose.
— ¡Tú debes ser Cailín! —Se acercó a mí y me dio un efusivo abrazo que recibí sonriente.
—Y usted Rose —Le dije. Ella asintió animosa y nos abrió el camino para pasar saludando a mi primo y a su esposa detrás.
Aunque no recordaba demasiado cómo era la casa, parecía como si jamás hubiese quedado sola. Todo estaba muy pulcro y en orden, hasta el aire de ahí adentro parecía cambiar. — ¿Cómo estuvo su viaje? —Me preguntó mientras caminaba junto a nosotros hasta el enorme y adornado living.
—Algo tedioso —Bajé los hombros.
Rose nos enseñó toda la casa, habitación por habitación y luego mi primo tuvo que irse junto a su esposa. Me quedé a solas con Rose, la verdad no sabía de qué hablarle y lo último que quería hacer era parecer descortés con ella, pero afortunadamente era una señora muy simpática y sociable.
— ¿Se le ofrece algo más? —Me preguntó con una sonrisa. Miré la hora ligeramente en el reloj y vi que serían las seis de la tarde.
—No, gracias —Sonreí. — ¿Usted se queda o debe marcharse? —Le pregunté. —Debo marcharme, mi hijo está esperándome en casa —Me contó. —Pero este es un lugar muy seguro, nadie podrá entrar aquí sin su permiso.
—Está bien, gracias —Bajé la voz.
—Voy a preparar mis cosas para irme —Dijo y luego se retiró de la sala.
Dios ¿Qué iba a hacer yo en esa mansión y sola? Acababa de pasar por uno de los momentos más horrorosos de mi vida y no podía mantenerme sola ni un segundo.
Decidí llamar a Annie para comentarle que ya estaba en la ciudad y que no quería estar sola esa noche, ella enseguida aceptó venir a quedarse junto a mí y en un abrir y cerrar de ojos, Jaxon fue a dejarla y luego se marchó.
Lo primero que hice al ver a mi mejor amiga fue correr a abrazarla, la extrañaba muchísimo.
— ¡Te extrañé tanto! —Me dijo con emoción.
— ¡Yo también a ti!
Había estado esperando poder hablar con mi mejor amiga, tal vez no sobre todo lo que me había pasado, pero sí de cualquier cosa que pudiéramos.
Mientras Annie preparaba algo en la cocina, con "algo" me refiero a un helado lleno de frutas y salsa de chocolate, llamé a Caín por vídeo llamada desde la habitación hasta que me contestó. Me sonrió a través de la pantalla y yo también lo hice.
—Te extraño —Fue lo primero que me dijo. — ¿Cómo llegaste? ¿Todo está bien? —Todo bien, pero se siente mal tenerte tan lejos —Respondí —Yo también te extraño.
—Ya estoy buscando casas o algún departamento para que nos vayamos lejos de aquí —Me contó y yo no pude evitar sonreír.
—Me alegra escuchar eso —Miré fijamente sus ojos a través de la pantalla.
— ¿Estás con alguien? —Preguntó.
—Sí, estoy con Annie. No estoy preparada para dormir sola esta noche —Le conté. —Entiendo —Sonrió sin ganas. —Sólo dile que no duerma abrazándote, no es necesario, para eso estoy yo —Bromeó.
—Tranquilo, no quiero abrazarla esta noche —Reí. — ¿Y tú estás solo? —Si —Hizo una mueca de tristeza. Estuve con Rose hoy —Cambié el tema de conversación antes de que la nostalgia me invadiera.
— ¿Por qué no se quedó en casa?
—Dijo que debía ir a ver a su hijo a casa.
—De seguro su hijo está de visita y pronto se irá. Si no quieres quedarte sola en casa puedes decirle que se quede contigo, te aseguro que ella estará feliz de acompañarte.
—Es muy agradable —Opiné.
—Lo es —Afirmó
Estuvimos conversando bastante rato acerca de las cosas que debía hacer Caín allá, también los sectores en donde estaba viendo lugares para ir a vivir juntos, etcétera. Todo el tiempo que estuvimos hablando sonreíamos, no tocamos temas demasiado difíciles ni tampoco hicimos preguntas incomodas, estábamos pasándolo mal y ambos lo sabíamos, pero no era necesario recordarlo a cada segundo, debíamos salir del agujero, no hundirnos más en él, menos juntos.
En el momento que colgué fui a ver a mi amiga a la cocina, estaba hablando por teléfono con su novio mientras picaba frutas en cuadritos, me incorporé para ayudarla y cuando colgó seguimos trabajando.
— ¿Cómo has estado luego de lo que pasó? —Me preguntó con nostalgia en su rostro. No estaba tan segura de querer hablar sobre el tema, pero mi amiga estaba tan ilusionada como yo con tener una sobrina y ahijada.
—Me pone triste pensar en lo que ocurrió, Annie —Le conté. —Es... no sé, como si cada mañana se fuese a repetir el mismo día de mierda.
—Pero debes contarme por qué pasó todo eso —Bajó su voz. Fue como un balde de agua fría en la espalda, caí de frentón con el suelo recordando que Annie no sabía nada de lo que había pasado la noche anterior de perder a mi hija. ¿Cómo le iba a contar que asesiné a una persona? Que enfermo o no, lo maté yo.
—No creo ser capaz de contarte eso —Confesé.
— ¿Por qué? —Frunció el ceño. —Que te hayas ido a vivir a otro país no quita la confianza que nos tenemos.
—Lo sé, es sólo que es muy difícil.