El tiempo que duró encontrar pistas sobre Arthur y todo lo que había pasado duró alrededor de dos semanas, en donde no pude ver a Cailín, sólo podía ver a Bernard que era mi abogado y también a Jaxon que nos encontrábamos en la misma celda. Estábamos en un lugar alejado de la prisión en sí, eran celdas pequeñas, y no nos habían pasado a la prisión con todas
las personas que ahí había.
—Tengo malas noticias —Dijo Bernard en cuanto se reunió con nosotros, sólo faltaba un día para el juicio y no apetecíamos recibir malas noticias a esas alturas. —Bueno, buenas y malas.
—Las malas primero —Dijo Jaxon de inmediato.
—No hay forma de que Mike confiese como nosotros queremos y está empeñado en decir en que su supuesto jefe no existe.
—Es un hijo de puta —Apoyé los codos en la mesa. Pasé mis manos por mi rostro limpiando una suciedad imaginaria. ¿Por qué estaba actuando así? Lo saqué del país para salvarlo y ahora todo parecía una puta broma.
—Sólo a él pueden creerle sobre su jefe, ya que es el único que trabajaba para él, por ende es bastante válido.
— ¿Y Arthur? —Pregunté.
—Sólo podemos confirmar que a ambos los amenazó, pero no a Mike, ya que hay testigos que dicen que en ningún momento se apagaron las cámaras del interrogatorio. — ¿Y esos testigos quiénes son? De seguro son los mismos idiotas que estaban ahí para mí interrogatorio.
—Puede ser, no lo sabemos, pero de todas maneras si uno de ellos declara en contra de Arthur, el supuesto jefe sigue no existiendo para la jueza.
—Debemos armar una historia, Bernard —Dijo mi amigo en un tono serio. —Eso estoy intentando hacer, Jaxon —Lo miró. —Si no existe el supuesto jefe y hay huellas de un auto, pudo haber sido otra persona.
— ¿Quién?
—No lo sabemos —Bernard bajó su voz y yo respiré profundo.
—Sólo debes decir que no fuimos nosotros, Bernard —Pidió Jaxon.
—Es lo que diré, pero me han puesto muchísimas trabas en esto, sé que Arthur está empeñado en meter a la cárcel a Caín y no me ha dado lugar para hablar con las otras personas del caso.
—Es una puta injusticia —Reclamé molesto.
—Lo es, pero es válido dentro de prisión —Entrelazó sus dedos mientras nos miraba a ambos intercaladamente. —Seguiremos con la misma historia, alguien los mató, no fueron ustedes, pero si otra persona, sino que averigüen de quien era ese puto auto.
—Ya no aguanto ni un puto segundo más aquí adentro, Bernard —Golpeé la mesa con la palma de mi mano.
—Pues vas a tener que aguantar —Me enfrentó Jaxon. —Porque el objetivo es salir de esta mierda, no preocuparnos si hemos estado mucho o poco tiempo aquí.
Me mantuve en silencio mirándolo, tenía razón.
Estuve mirando a un punto fijo en la oficina durante largos minutos, sólo veía a Bernard mover sus labios hablando sobre lo que iba a decir, pero no entendía nada. Mi cabeza viajaba a Cailín y al boxeo internacional, todo se iría a la mierda si nos descubrían, en realidad, si me descubrían.
— ¿Caín? —Bernard me sacó de mis pensamientos.
— ¿Cuál es el plan?
—Mañana se mantendrán tranquilos, no quiero que discutan ni nada de esas cosas.
Habrá más gente, Cailín y Annie estarán ahí y necesitamos que sean prudentes y respetuosos.
También habrá algún camarógrafo, qué sé yo.
— ¿No podemos verlas? —Preguntó mi amigo.
—Sí, esta tarde estarán aquí.
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Mis manos temblaban y también estaban sudadas, tenía un mal presentimiento y en realidad no quería que nada malo pasara. No quería perder todo lo que había construido estos años ni tampoco arruinar la vida de las personas a mí alrededor.
En cuanto se abrió la puerta volteé a mirar, Cailín entró corriendo y se lanzó a abrazarme por largos segundos, la había extrañado tanto. Acaricié su cabello y luego la alejé un poco de mí para poder besarla. Nuestros labios rápidamente se reconocieron y el dolor que estábamos sintiendo parecía apagarse cuando estábamos juntos.
—Al fin estás aquí —Bajé la voz.
—He estado tan preocupada por ti, Caín —Confesó.
—Mañana es el día definitivo, Blanca nieves y al parecer todo ha ido como la mierda —Comenté estresado.
Ella acarició mi espalda con delicadeza y luego besó mi rostro.
—Sé que todo va a estar bien —Aseguró.
Sé que ella lo decía para tranquilizarme, pero no todo iba a estar bien. Estaba clarísimo.
— ¿Has estado bien? —La miré directamente a los ojos. No dejaba de sorprenderme lo tan importante que era para mí, lo tan indispensable que era para mi vida. —Si —Alargó ese monosílabo encogiéndose de hombros. —Sólo que a cada segundo la vida me recuerda que debo estar a la altura de Caín Bennet.
— ¿Por qué lo dices?
—Porque no puedo debilitarme nunca —sonrió.
—Gracias —le sonreí.
—Hay un par de cosas que debo contarte, Caín —Me mantuve en silencio dándole el pase para que continuara hablando. —Chloe ha firmado la carta de despido de la marca y significa que ya estás fuera de NyAn, también ha estado hablando un sinfín de cosas en público sobre ti y... —Me quedé mirándola por unos segundos, pestañeé sin creerlo. Había soñado tantas veces con pertenecer a esa puta marca y ahora me la estaban arrebatando como si no valiese nada. —Y quiero asesinarla, ¿Sabes?
—No importa —mentí. —De todos modos no era tan buena.
—También Anthony está pensando en que no vayas al torneo internacional —soltó con dificultad.
—Eso no —Respondí de inmediato.
—Piénsalo, no sé —vaciló —tal vez tiene razón.
— ¿Por qué tendría razón?
—Pues porque has estado con muchos problemas, Caín. Debes descansar, de todo esto, de los medios, de la mala fama... Debes continuar con una vida normal.
—Le estás pidiendo a Caín Bennet que deje de boxear —la miré fijamente. — ¿Te has dado cuenta de eso?
—Sé que es difícil, Caín —bajó la voz. —Sólo piénsalo.