Decadentes

C27

Tomé el teléfono en cuanto Anthony salió de la habitación, por suerte, ahí estaba y no me lo habían robado. Miré las llamadas, ninguna para Cailín ni ella hacia mí. Comencé a mirar en internet la fiesta a la que había ido para ver lo que había sucedido, y grande fue mi sorpresa cuando en una página se extendía el título de "Caín Bennet, engaña a su mujer" le di click, intenté buscar alguna fotografía, pero no había ninguna, sólo necias palabras suponiendo algo que ni siquiera recordaba.

Llamé a Cailín un par de veces sin recibir una respuesta, llamé hasta Thomas, pero tampoco contestó. Me puse de pie rápidamente sintiéndome aun mareado, caminé hasta el baño a paso lento y me metí a la ducha. Lo único que podía pensar era en qué demonios había hecho, recordaba a la rubia de labios rojos, reíamos, luego recuerdo un beso, pero ¿cómo? ¿Acaso me habían drogado? No estaba tan borracho para haber hecho algo así, jamás engañaría a Cailín. Mientras las horas pasaban, lo único que me aconsejaba Anthony era que le diera espacio a Cailín, que tal vez esté nerviosa, pero no podía mantenerme quieto.

—No puedo quedarme aquí sin hacer nada —miré a Anthony.

—Caín —comenzó, pero lo ignoré.

Tomé las llaves del auto y salí del departamento, cuando llegué al primer piso corrí al estacionamiento. Cailín debía escucharme, estuviese con Thomas o no. Cuando iba a abrir el automóvil, vi la silueta de Cailín caminando hacia el edifico, ignoré el auto y caminé rápidamente hacia ella.

— ¡Cailín! —la llamé. Ella se detuvo en seco mirándome con seriedad.

— ¿Qué haces aquí afuera? —preguntó neutral.

—Iba a ir por ti. Necesitamos hablar.

— ¿Hablar qué, Caín? —rió irónica. —Tú y yo no tenemos nada más de qué hablar.

—Debes escucharme, Blanca nieves.

Ella me ignoró y entró al edificio, subimos juntos en el ascensor, pero lo único que hice fue mirarla como un estúpido sin saber qué decir. Cailín mantenía su seriedad, pero sus ojos estaban llenos de lágrimas y podía notar como cada vez más apretaba entre sus manos su bolso. Cuando las puertas se abrieron en nuestro piso, caminamos en silencio hasta llegar a la puerta del departamento. Anthony se había ido.

—Cailín —tomé su codo y la volteé hacia mí antes de que caminara a la habitación.

Ella se quedó mirándome con fragilidad, ni siquiera forzó su brazo para soltarlo de mi agarre.

—Por favor, debes escucharme.

—No quiero escucharte, Caín —me miró a los ojos y las lágrimas rápidamente llegaron a sus mejillas. — ¿Qué me dirás? ¿Dirás que no hiciste nada? Porque yo vi que no fue así.

—Estoy seguro que me drogaron, Cailín —confesé, aunque sonaba ilógico y estúpido ante la situación que estábamos teniendo. Ella soltó una pequeña y falsa risa, se secó las lágrimas del rostro y respiró profundo.

— ¿Drogado? Por favor, Caín. Sólo bebiste demasiado y yo solo fui a tomar un poco de aire. 

 —Créeme que no recuerdo nada, Blancanieves —bajé la voz.

—No te creo, no te creo nada, Caín ¿Cómo pudiste hacerme algo así? ¿Cómo pudiste hacerme algo así después de toda la mierda en la que hemos estado? ¡Eres un idiota!—exclamó.

—Cailín...

— ¡Me he quedado contigo a pesar de todo y tu vienes y haces esto! ¡Te acostaste con ella, Caín!

— ¿Qué? —fruncí el ceño. —No, yo no hice eso, Cailín.

— ¡Lo hiciste! ¡Te vi! ¡Vi cómo se besaban desenfrenadamente y hasta cuando subieron a la habitación!

—Cailín no... —me acerqué a ella y tomé sus brazos, pero ella esta vez sí reaccionó y me esquivó.

— ¡No me toques, me das asco! ¿Cómo es posible? —exclamó mientras las lágrimas recorrían sus mejillas con rapidez. — ¡Pensé que habías dejado de ser un hijo de puta! — ¡No hice nada, Cailín! —le grité, ella se quedó mirándome fijamente, pero la conocía tanto que claramente entendía que ella no estaba creyéndome nada de lo que decía. —Déjame explicarte... —Me removí inquieto por la sala. —Sólo recuerdo que el tipo detrás del mesón me dio alcohol, luego ella llegó hablándome, no recuerdo qué, pero comencé a sentirme mal, luego recuerdo que me besó, pero después de eso sólo recuerdo haberte visto. Después desperté aquí ¿Crees que eso es normal?

— ¡Estabas borracho! Y estás encima confesando que la besaste.

—Estoy siendo honesto contigo, Cailín —la miré —Necesito que me creas que no estaba borracho, alguien me drogó, Blancanieves.

— ¡Ya basta! ¿Acaso crees que soy estúpida? Te vi besándola y desnudo en una cama junto a ella ¿Cómo demonios crees que me estoy sintiendo?

—Sé que te debes estar sintiendo mal, pero créeme, por favor —me acerqué lentamente a ella.

—Me iré de aquí, Caín —soltó. Sentí una punzada en mi pecho, ¿En serio estaba pasando esto?

— ¿A dónde te irás?

—Me iré a quedar con Thomas, ya no quiero seguir viéndote.

—No puedes irte de aquí, sé que me crees que no hice nada, Cailín.

—No puedo creerte después de lo que vi. Me casé contigo porque confiaba en ti, porque pensé que borracho, lúcido o de cualquier manera, jamás me traicionarías porque pensé que realmente éramos un complemento, Caín... Pero te acostaste con otra mujer.

—Demonios Cailín, créeme —Tomé sus hombros y pude sentir la desesperación en mi pecho. —No hice nada, lo prometo, lo juro, no sé qué decir. —Mi voz se quebró y ella respiró profundamente.

—No me hagas esto, Caín —volvió a derramar lágrimas —no puedo ignorar lo que vi porque te vi ahí, besándola y tocándola.

Podía sentir como todo se estaba yendo entremedio de mis dedos, la miraba y podía sentir que me estaba odiando, podía sentir el dolor que ella estaba sintiendo. Mi corazón latía con fuerza, no podía creer lo que estaba pasando y no encontraba la manera de hacerle entender que realmente yo no había hecho nada, o en realidad, no había hecho nada con consentimiento. Me habían drogado, y no sabía cómo demonios explicarle eso si ni siquiera sabía cómo había pasado todo.




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