Decadentes

C28

Reí ante el comentario que había dicho ¿Cómo podría estar inventado algo así?

—Estás loca —la miré fijamente —Cailín tenía razón ¿Cómo puedes estar inventando algo como eso?

—Es cierto, Caín. Pregúntaselo tú mismo.

—Cailín jamás haría algo así. La conozco y sé que ella siempre quiere evitar todo tipo de problemas respecto a este mundo que tú y yo conocemos —la miré fijamente. —No sé cuál es tu objetivo con todo lo que estás diciendo.

—No estoy inventando nada, Caín —Me miró directamente a los ojos. —Debes sacarla de ahí ahora o si no jamás podrá escapar de ahí.

—Corinna...

—Pregúntaselo tú —se quedó mirándome por unos segundos. Parecía no estar mintiendo y eso me hacía sentir preocupado. Me puse de pie y saqué el teléfono que se encontraba en mi bolsillo.

¿Cómo en dos semanas todo había cambiado tanto?

Marqué su número de teléfono, pero al igual que estas dos semanas no recibí respuesta alguna.

—Préstame tu teléfono —me dirigí a Corinna. Ella rápidamente me lo tendió y sin pensarlo marqué el número de Cailín.

Esta vez sí contestó.

— ¿Corinna?

— ¿Por qué Corinna dice que estás trabajando con ese hijo de puta?

— ¿Qué haces llamándome desde el teléfono de Corinna?

—Respóndeme lo que te pregunté, Cailín ¿Por qué demonios ha dicho eso? —Hace dos semanas nuestra relación acabó y no tiene por qué importarte lo que pase con mi vida.

— ¿Qué diablos pasa contigo? No puedes haber dejado todo atrás durante dos semanas.

—Tú dejaste todo atrás en una noche, Caín.

—Sólo dime que es mentira.

—No es algo que te importe.

— ¿Por qué estás haciendo esto? ¡Ese hijo de puta quiere vernos en la ruina!

— ¿Vernos?

—Cailín...

—Ahora estás solo, Caín —No alcancé a responder cuando el sonido del teléfono se metió en mis oídos. Intenté llamarla nuevamente, pero no volvió a contestar.

Me quedé unos segundos mirando el teléfono de Corinna sin estar dándole atención. No estaba entendiendo ni una mierda, en dos semanas no puedes dejar de estar enamorada de alguien con quien querías formar una familia y estar "por siempre juntos". —Dime dónde puedo encontrar a ese hijo de puta —la miré fijamente.

—No puedo hacerlo.

—No te irás de aquí hasta que me digas en donde puedo encontrarlo y lo que está haciendo Cailín ahí.

—No puedo...

Me acerqué lentamente a ella, Corinna sólo me observó fijamente. Rápidamente puse mi mano derecha alrededor de su cuello apretándola, claramente no iba a matarla porque me servía que estuviese viva, pero debía hablar de una maldita vez.

—Caín —intentaba hablar mientras sus pulmones comenzaban a desesperarse por aire.

—Dime qué hace Cailín ahí —la amenacé —o te prometo que en este mismo momento voy a matarte.

—Ella... Ella quiere vengarse de ti —contesto ahogada.

— ¿En dónde trabaja Cailín?

—Yo, no... —Comenzó, pero ésta vez la apreté más fuerte mientras ella intentaba golpearme, pero la detuve con mi otro brazo.

— ¡Deja de una maldita vez decir que no puedes hablar y dime dónde demonios está trabajando Cailín!

—Está bien —contestó. Su rostro ya estaba tornándose rojo por la falta de oxígeno.

La solté de pronto y ella rápidamente respiró para llenar sus pulmones de aire.

—Habla —la miré fijamente.

—Caín.

— ¡Habla si no quieres que te mate, Corinna! —Le grité. —Tú no me conoces. ¡Soy capaz de matarte y sacarte del condominio en mi maletero y luego lanzarte al maldito río!

—Por el momento ella sólo está recorriendo las calles de la ciudad para ayudarlo en su objetivo.

— ¿Por qué? ¿Cómo llegó ahí? —fruncí el ceño aún más confundido.

—Él preparó la droga que te dieron y se presentó con Cailín. Dios, Caín... Él es tan convincente que estoy segura que le metió un sinfín de cosas en la cabeza a ella acerca de ti. Las pocas veces que he estado hablando con Cailín durante estas semanas, ella cada vez te odia más.

—Está bien, vete —Me puse de pie.

— ¿Qué harás? —me preguntó bajando la voz.

—Eso no te importa, vete —le pedí.

Rápidamente ella se puso de pie con su cuello rojo y sus piernas temblorosas aun y salió casi corriendo del departamento.

Me quedé sentando en el sofá esperando que alguna idea llegara a mi cabeza, pero me sentía totalmente bloqueado. No podía creer esto ¿Y si ella estaba trabajando con él para ayudarme? Pero... ¿Por qué me estaría ayudando después de haberme visto acostado con otra mujer? Sentía una punzada constante en mi pecho, me sentía traicionado y estaba sintiendo demasiada molestia en ese minuto. Cailín es explosiva, orgullosa y la mayoría de las veces el rencor aparece en su vida, pero ¿Qué tan convincente puede ser ese tipo para que ella le creyera? ¿Cómo pudo él voltear todo el amor que ella sentía por mí a un odio así?

Si ellos querían hacer regresar al Caín anterior, pues aquí lo tendrían. Y lo cierto es que en ese momento, no tenía nada que perder, literalmente.

——

La noche del otro día, mi primera parada fue la casa de Thomas. Me estacioné cerca y me bajé caminando rápido hacia su puerta.

—Caín ¿Qué haces aquí? —me preguntó sorprendido.

— ¿Está Cailín?

—No, ella ha...

— ¿Dónde?

La mirada de Thomas se quedó fijamente en la mía y sin preguntar entré a su casa.

Caminé por todos los lugares de esa casa con Thomas gritándome detrás que ella no estaba ahí.

Después de haber revisado hasta sus closet, salí de su casa.

— ¡¿Qué demonios pasa contigo?! —exclamó Thomas con desagrado.

—No te metas —respondí.

— ¿Qué te sucede? Me recuerdas al antiguo Caín.

Me encogí de hombros y le sonreí irónico.

—Pues me han invocado, Thom.

Thomas iba a seguir hablándome, pero lo ignoré. Sólo alguien podía ayudarme aunque estuviese a kilómetros de distancia y ese era Darell Bennet. Seguramente me odiaba porque siempre recurría a él cuando tenía problemas, pero ya bastantes errores había cometido conmigo para negarme su maldita ayuda. Le pedí que mantuviera vigilada a Cailín en Inglaterra o que al menos supiera en dónde estaba encontrándose con ese idiota.




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