Mientras los días pasaban me sentía más alejado que nunca de Cailín en todo el sentido de la palabra. Eliminé su número de teléfono para evitar llamarla, para evitar emborracharme y enviarle mensajes. Eliminé todas las fotografías que teníamos, no quería quedarme hipnotizado quebrando cada trozo de mi cuerpo una vez más. Anthony me decía que estaba loco por dejar todo atrás así como así y no ir por ella una vez más ¿pero que más podía hacer? Me había cortado con un arma, había emitido las palabras más dolorosas, y la verdad, me estaba olvidando de quien realmente era yo... Soy Caín Bennet y no podía dejar que ella me derrumbara, ella ni nadie. No podía estar deseando morir por su causa, no. Si querían asesinarme, iba a morir luchando, pero jamás derrotado y encerrado en mi departamento aumentando una cobardía ajena a lo que yo de verdad era.
—Sí que tienes basura hoy, Caín —me sonrió el conserje del edificio.
Asentí regalándole una falsa sonrisa, abrí la pequeña puerta en donde se depositaba la basura y sin pensarlo dos veces, metí la gran bolsa de basura negra que me acercaba totalmente a una princesa destrozada, Blancanieves.
Gracias a mi rápida cicatrización, en dos semanas mi brazo se encontraba sano y listo para entrenar. Comencé lento mientras Anthony acomodó todo para ayudarme, las maneras de entrenar, los golpes, todo.
— ¿Estás pensando lo mismo que yo? —Me preguntó mi entrenador mientras se acercaba a sentarse junto a mí.
— ¿Qué se supone que estás pensando y que debo pensar también? —Reí.
—El lunes peleas con Dylan Betancourt, es tu pase para la final Caín —comentó. — ¿Ese idiota no se rinde? —Respiré profundo. —La final anterior casi nos matamos, Anthony.
—Lo sé —soltó una carcajada —pero ha entrenado en todo este tiempo y si le ganas estarás en la final, sino, pasará él.
De pronto algo retumbó en mi cabeza. Era la voz de Corinna diciéndome "No vayas a la final, Caín"
— ¿Quién está por el otro lado? —Le pregunté inquieto. Él frunció el ceño confundido.
— ¿Qué otro lado?
—Sólo pasan dos personas a la final ¿No?
—Así es.
— Si gano yo ¿Con quién tendría que pelear, Anthony? ¿Cuáles son los otros dos chicos que pelean para pasar a la final? —Pregunté creo que rápido porque Anthony cada vez se vio más confundido.
—Los he estado mirando, pero no creo que sean mejores que tú.
—No me importa eso, sólo dime quienes son —le pedí.
—No me acuerdo de sus nombres justo ahora, pero ¿Por qué?¨ —Ya sabes por qué.
Anthony rodó los ojos y comenzó con su discurso.
—Ya vas a empezar de nuevo, la última vez que averiguamos las personas que estaban participando en este torneo no había nadie sospechoso, Caín.
—No necesito que opines, Anthony —me dirigí hacia él. Él alzó las cejas casi como preguntándome ¿Hablas en serio? —Lo único que necesito es que cuando tengas esos putos nombres me los des, yo me encargo de lo demás.
—Caín —habló serio. —Recuerda que no puedes meterte en problemas. La policía está pendiente de ti, de tus errores y encima los jueces del torneo también, ¿Sabes que podría pasar si haces algo indebido antes de la final? Te expulsan, así sin más, no les importará todo lo que has trabajado para llegar aquí y que seas "Caín Bennet" —dijo imitando las comillas con sus dedos. —Recuerda que sigues teniendo el apellido Bennet y eres el blanco perfecto para joderte todo lo que haces.
Me quedé pensando en las palabras de Anthony. Claramente tenía razón, pero... Averiguar quiénes eran no era meterse en problemas ¿no? Intentar entablar una conversación con alguno de ellos no eran problemas ¿o sí?
¿A quién quiero engañar?
Si lo encontraba, lo primero que haría sería romperle la cara a patadas.
——
Extrañamente había estado hablando con Corinna un par de veces quien seguía insistiéndome que me mantuviera alejado de Cailín, que avanzara con mi vida para no seguir metiéndome en problemas. Me parecía raro tener una relación cercana a ella y era justamente por eso que la ignoraba en todo lo que me decía. Cailín al fin y al cabo siempre tuvo razón al decir que Corinna no servía demasiado si no nos decía quién era el idiota que andaba detrás de nosotros, en realidad, de mí.
Un chico que entrenaba con nosotros en Inglaterra estaba ayudándome a vendarme las manos, mientras conversábamos de cosas cotidianas el chico me decía que debía ganar, que no importara lo que pasara, pero que había muchas personas esperando que diera lo mejor de mí. Al parecer mi vida se había hecho más que pública desde que Jaxon quedó en prisión, algunos me odiaban, otros me admiraban. Y la diferencia, se notaba demasiado.
Saludé a Dylan Betancourt en el centro del cuadrilátero con una sonrisa, él también me sonrió. Nos habíamos encontrado en el mismo lugar en que nos habíamos conocido, en el centro de un cuadrilátero. Dylan era fuerte, todos lo conocían y ya tenía bastantes medallas en su estantería. A pesar de todo era un tipo humilde, que se había esforzado tanto y más que yo para estar en el lugar en el que estaba.
— ¡Hoy tenemos la oportunidad de ver nuevamente a estos grandes boxeadores enfrentarse! —Comenzó el presentador. — ¡Por un lado, el que jamás se rinde, el que todos queremos ver triunfar, el grandísimo Dylan Betancourt! —Todo el público lo ovacionó. Silbaban, aplaudían con fuerza y algunos hasta levantaban carteles.
Me quedé esperando que me presentaran, estaba dispuesto a recibir pifias y hasta groserías.
— ¡Por otro lado tenemos al renacido, problemático y escalofriante Caín Bennet! ¡El favorito! —Gritó el hombre alargando excesivamente la "o". Pensé que recibiría de todo menos aplausos, pero grande fue mi sorpresa al ver a casi todo el público ponerse de pie apoyándome.
Fue como respirar fuerza, energía y sólo sonreí.
El árbitro nos indicó cuando comenzar. Había visto las peleas nuevas de Dylan, conocía sus puntos débiles y él conocía los míos, pero debía ganarle, no podía darle el gusto a ese hijo de puta quien estaba detrás de mí queriéndome ver morir. No.