Me quedé esperando que él me golpeara, pero lo único que hacía era dar vueltas a mí alrededor para cansarme. Mantenía mi posición de defensa, pero el público comenzaba a abuchear, ya que no estaban acostumbrados a ver una pelea de Caín Bennet tan lenta. Si no se atrevía a golpear, sería yo el primero en comenzar a hacerlo. Le lancé un puñetazo que esquivó y rápidamente me golpeó desequilibrándome, debía hacerle creer que me dejaría perder, al menos hasta el último minuto. Él comenzó a golpear rápidamente, su forma de pelear era nueva para mí, pero al estar casi inmóvil solo esquivándolo se me hacía fácil descubrir cuáles eran sus puntos débiles y qué es lo que frecuentemente hacía para ganar.
— ¡Caín! —Escuché la voz de Anthony detrás de Alec. No lo miré, no podía desconcentrarme. — ¡Estás demasiado lento, muévete! —gritó.
Alec soltó una falsa sonrisa mirándome, hasta que finalmente me cansé. Comencé a mover la pelea a mi ritmo, hasta que él fue quien estaba cansado mirándome enloquecido, casi queriéndome gritar en la cara que iba a matar a Cailín si seguía haciendo esto. Le golpeé el mentón levantándolo del suelo, luego se cayó y rápidamente se levantó volviendo a la realidad. Alec era bueno, por algo había llegado a la final, pero con todo el odio que estaba sintiendo hacia él, me sentía invencible.
El árbitro detuvo la pelea unos segundos y volví a mi asiento, el ayudante comenzó a cubrirme las heridas y a darme agua, no podía dejar de mirar a Alec en frente de mí, ya no reía, estaba totalmente serio mirándome.
—Si quieres ganar, necesito que sigas así, golpéalo y cánsalo —Me indicó Anthony.
Desvié mi mirada hacia él y sólo pude asentir. —Ya te diste cuenta cuál es su punto débil —dijo.
—Izquierda, si —respondí mirándolo.
Nuevamente la pelea comenzó, mi cabeza comenzaba a doler y mis oídos a zumbar. Tras golpes, esquivar los golpes de Alec, en ningún momento me caí y Alec comenzaba a darse cuenta de que no me dejaría perder. Se acercó a mí y habló entremedio de los gritos de las personas.
—Prepárate para lo peor —pude descifrar que articuló.
No le respondí, sólo sonreí con ironía. ¿Acaso no podía ganarme si no me dejaba perder?
A él ya no le causaba risa nada de la pelea como al principio, su mirada ya no era victoriosa y cada vez lo veía más cansado. Comencé a recordar todo lo que él me había dicho en el bar, todo lo que Cailín había hecho para mantenerme alejado y de pronto, todo a mí alrededor desapareció, sólo estábamos él y yo en el centro del cuadrilátero. Todo el dolor que estaba sintiendo parecía haber desaparecido y sólo quería lanzarme encima de él a golpearlo. Me acerqué a él y lo golpeé haciendo que se desequilibrara, no lo dejé volver a la pelea y nuevamente lo golpeé. Mis puñetazos iban directamente a su cabeza y rostro, no quería dejarlo pensar, ni reintegrarse, pero el árbitro detuvo la pelea para separarnos y comenzar de nuevo. — ¡Tranquilo, Caín! —Escuché la voz de Anthony a mi espalda, pero no podía mantenerme tranquilo con ese hijo de puta en frente de mí.
Era la tercera vez que estaba sentado frente a Anthony secándome las heridas y bebiendo agua, pero nada parecía dolerme, ni siquiera la cabeza que era lo primero que se me debilitaba.
—Caín, necesito que te calmes un poco —me dijo Anthony intentando hacer que le diera atención, pero sólo quería ponerme de pie a seguir golpeándolo. —Caín —repitió y esta vez lo miré —necesito que te calmes, queremos ganarle, no matarlo —me recordó. —Sé que todo esto es una mierda, pero te sabes las reglas ¿está bien?
—Está bien —contesté sin pensar.
Me puse de pie nuevamente para enfrentarlo, sentía el sabor metálico en mi lengua, pero no quería decaer, menos en frente de él y en mi territorio, porque él había llegado hasta esa instancia sólo para meterse en el territorio que era de Caín Bennet y claramente no se iría de aquí sin antes recordarme por el resto de sus putos días.
Alec comenzó a golpearme desenfrenado por un momento, tanto que ni siquiera se daba cuenta que yo estaba esquivándolo en todo momento. Parecía desesperado, y eso es lo que yo quería lograr. Nuevamente regresé a mi lugar, y en intentos de que descuidara su punto débil, lo golpeé haciéndolo caer al suelo, lo miré hacia abajo, esperando que el árbitro contara, pero se puso de pie mirándome cansado. Nuevamente me acerqué a él para golpearlo y sin saber de dónde saqué tanta fuerza, comencé a golpearlo con rabia, con molestia, con rencor y orgullo. Tanto que se cayó al suelo y no lo dejé, estaba recordando todo lo que el hijo de puta me había hecho, todo lo que me hizo padecer durante los últimos meses y lo único que podía hacer en ese minuto era golpearlo con tanta fuerza que comenzó a cerrar sus ojos, la sangre de él empapó mi camiseta blanca. Y de un momento a otro, sentí como las manos del árbitro y de dos personas más me sacaron de ahí. Miré cegado la situación, Alec estaba teniendo convulsiones en el piso y todo el público se mantenía en silencio. No podía escuchar lo que me gritaba Anthony, mis oídos parecían habérseme cerrado y yo sólo quería continuar golpeando a ese hijo de puta que bien tirado en el piso estaba.
— ¡Sigue la puta pelea! —Gritó un hombre desde afuera dirigiéndose al árbitro. — ¡Ganó Caín! —gritaba enojado.
El árbitro reaccionó y se quedó en silencio mientras alguien le hablaba por su audífono, se quedó mirando como entraban paramédicos para sacar a Alec de ahí y luego me observó.
— ¡El ganador es, Caín Bennet! —gritó por el altavoz. Las personas de afuera regresaron a la realidad y comenzaron a levantar carteles, gritar y hasta lanzar cosas al cuadrilátero.
Había ganado la final internacional.
En cuanto volteé a mirar a Anthony para decirle que necesitaba salir de ahí, comenzó a escucharse gritos de horror entre el público y fuertes disparos dentro del lugar. Vi a los guardias del lugar sacar sus armas y correr por el recinto mientras todas las personas corrían. Miré entre el público buscando a Dante y a Zoe, pero las personas estaban corriendo por todo el lugar, cayéndose y los disparos no cesaban.