Decadentes

C36

Prepare la música, concéntrese, que éste es el capítulo final.

 

La puerta se cerró en mi rostro y sólo podía escuchar los sonidos de la máquina y al médico dándoles órdenes a las enfermeras que ahí estaban. Mis pies parecían estar estancados en el suelo, no podía salir de ahí ni tampoco volver a entrar, sólo podía estar de pie frente a una puerta blanca y vacía. Los puntos amarillos comenzaron a aparecer nuevamente y mi cuerpo parecía más pesado que nunca..., sólo faltaron unos segundos para sentir el frío piso de cerámica chocar con mi cuerpo.

——

Desperté en una sala vacía y lo primero que vi fueron los ojos de mi primo puestos en los míos. Había una aguja en mi brazo dándome algún líquido. Mi cabeza dolía.

— ¿Qué ocurrió? —pregunté, Dante respiró profundo.

—Te desmayaste —me respondió.

—No me refiero a eso ¿Qué ocurrió con Caín?

—Nadie ha salido para informarnos.

—Está bien, ya me siento mejor. Debo salir de aquí —hablé segura de mis palabras, pero el rostro de Dante se mantenía totalmente serio. — ¿Por qué estás mirándome así? Debemos saber cómo se encuentra Caín.

—Estás muy débil, Cailín —me dijo —Si no te cuidas, es muy probable que pierdas a tu hijo y no quiero que eso suceda.

—No pasará nada, Dante. Él está bien y yo también.

—Bree dijo que podía causarte muchísimos problemas, y realmente quiero cuidarte. — ¿Y qué esperas que haga? —Fruncí el ceño sin entender a lo que estaba refiriéndose. — ¿Quieres que me quede acostada por nueve meses?

—No puedes estar bajo tanto estrés. Debes dormir bien, comer bien e intentar a toda costa descansar.

Me quedé en silencio escuchando a mi primo. Él tenía razón, pero lamentablemente no seguiría sus indicaciones, esta vez no era yo la protagonista de esta historia y él y todos debían entenderlo. Caín estaba a punto de morir, y realmente lo prefería a él.

A media noche me encontraba sola en esa sala mirando un punto fijo en la muralla, no soportaba un segundo más en ese lugar, y en cuanto la puerta se abrió intenté poner mi mejor cara para que un médico me dijera "Estás bien, ya puedes irte". Una enfermera entró para asegurarse de que me encontraba bien, conversó conmigo algunas cosas acerca de mi embarazo y luego se marchó diciéndome que vendría un doctor a verme. Lo esperé sintiendo que los minutos que pasaban parecían horas.

—Cailín —Escuché la voz de un hombre, era un médico quien en sus manos traía una carpeta, se quedó mirándome y luego se sentó en la silla que estaba frente a mí —Embarazo de alto riesgo y altamente estresada.

—Ya me siento mejor —aseguré —sólo me decaí un poco.

— ¿Un poco? Has sufrido dos desmayos con un solo mes de embarazo ¿crees que es normal?

—No puedo preocuparme de esto ahora —lo miré fijamente, él frunció el ceño claramente confundido esperando que yo continuara —Mi esposo está con riesgo vital y la verdad toda mi atención está con él.

— ¿Caín Bennet?

—Si.

—Él estará bien, Cailín, pero si todo esto sigue así, serás tú quien morirá en la sala de un hospital.

—No moriré —respondí —Es sólo que estoy preocupada por él.

—Lo sé, y es por eso que estoy aquí. Te vengo a dar una pequeña buena noticia acerca del Sr. Bennet —No sé qué expresión tuve, pero el labio del médico levemente se levantó en una pequeña sonrisa —Caín se ha estabilizado anoche, sus signos vitales comienzan a ser normales y los médicos que están tratándolo piensan quitarle el coma —comentó, lo miré fijamente casi queriendo ponerme de pie para abrazarlo, pero me contuve y sólo sentí mis ojos humedecerse.

— ¿Va a despertar? —fue lo único que salió de mi boca.

—Claro que si —cerró la carpeta que traía mi información —Puede despertar en algunos días, semanas..., ya sabes. Pero sí que lo hará porque sus signos vitales comienzan a ser los de siempre, puede quedar con algunas secuelas, pero sé que todo estará bien, Cailín. Sentí como el peso de mis hombros era cada vez más liviano, sonreí mirando a ese hombre que era el único que me había dado una buena noticia dentro de esa clínica.

—No sabe lo feliz que me hace escuchar eso —respiré profundo.

—Ahora que lo sabes, debes seguir nuestras indicaciones, por favor —sonrió con amabilidad. Asentí. —Tal vez mañana ya puedas salir de aquí.

—Gracias, doctor.

—Descansa —se puso de pie y con un movimiento de cabeza se marchó.

Quería gritar. Quería ponerme de pie y bailar por toda la habitación, pero eso significaría mareos, vómitos y desmayos. Sólo pude quedarme sentada en la blanca camilla imaginando a Caín con sus ojos abiertos, perdonándome o no, pero él viviría, seguiría con su vida conmigo o sin mí, pero sus putos problemas ya no existirían más.

——

Dos semanas después.

Lo único que hacía era caminar de un lado a otro mientras Thomas y Dante me regañaban diciéndome que me sentara. Annie movía su pierna de arriba hacia abajo comiéndose las uñas, Zoe miraba el reloj cada dos minutos y Corinna bebía frenéticamente una taza de café, soñando que eso la ayudaría a calmarse, pero lo único que hacía era alterarla más. Anthony me había dirigido la palabra un par de veces, pero seguía manteniendo la distancia. Darell fue trasladado a la cárcel de Inglaterra mientras Caín seguía en la clínica, seguía siendo un tipo poderoso de todos modos.

— ¡Ya siéntate! —exclamó Dante.

—Está bien —me detuve en seco y me senté a un lado de Corinna, quien no miraba en ninguna dirección más aparte del pasillo.

De pronto, los pasos del médico acercándose a nosotros nos alarmaron y todos nos pusimos de pie. Él ya se había acostumbrado a vernos, y cada vez que podía les recalcaba a todos que yo no debía estar bajo tanto estrés. Cuando estaba cerca de nosotros, se sacó la gorra que llevaba y se sentó en el sofá, todos le copiamos y nos sentamos sólo esperando que comenzara a hablar.




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