Decadentes

Epilogo

    Epilogo; 1 año después.

CAÍN BENNET

¿Cómo le dices al amor de tu vida que te irás para no volver jamás? ¿Qué te irás en contra de tu voluntad? ¿Cómo le explicas que no quieres irte, pero Dios así lo quiere? Además de que él exactamente no cree en Dios..., está bien, no quiero estar lamentándome en todo momento a través de esta carta, así que aquí vamos:

Lo primero que quiero que sepas es que nunca quise que esto ocurriera así, pero tenía tanto miedo de no poder despedirme de ti. Quiero que sepas lo mucho que te amo, Caín. Quiero agradecer cada gota de tiempo que me regalaste, cada sonrisa, y por todas esas veces en donde levantaste tu cabeza y me hiciste creer que todo estaría bien, que por cierto, aunque no fuese así, jamás dejé de confiar en ti.

Quiero que siempre recuerdes que eres y seguirás siendo el amor de mi vida, de mi existencia y de lo que no soy ahora.

Muchos obstáculos obstruyeron nuestro camino, difuminaron el futuro que tanto anhelábamos y por el cual nos quedábamos hasta la madrugada planeando lo felices que íbamos a ser. Lamento tanto no poder estar ahí, en ese momento en que realmente nuestro futuro estaba llegando y en donde estaríamos finalmente bien..., lamento no ser tan fuerte, por derrumbarme y ser humana cuando lo que más necesitábamos era fuerza sobrehumana.

Quiero que seas feliz, sobre todo en este momento. Espero que encuentres a una mujer que te quiera tanto como lo hago yo. Espero que encuentres al segundo amor de tu vida, aunque eso me destruya en pedazos, pero no quiero ser egoísta porque realmente pienso que mereces ser feliz. Mereces ser feliz con una chica que te entienda, que te regañe cuando haces las cosas mal, que te escuche y que por las noches esté dispuesta a abrazarte, a poner crema en tu espalda y a cantar karaoke en una fiesta para dos. Quiero que seas feliz lavándole el cabello, preparándole el desayuno y hasta recogiendo sus calcetines desparramados en la casa. Jamás podría compartirte, Caín..., pero no soy tan mala para desearte una vida en solitario cuando eres el mejor boxeador del mundo, cuando estas en la cima y ya nadie puede fastidiarte.

Quiero que sigas sintiéndote como en un sueño, como en un viaje a través de las nubes, que sigas mostrando tu honesta sonrisa y que sigas llenándote de buenos momentos. Quiero que descanses, que te vayas a la cama sin ese peso en los hombros del que siempre hablábamos. Quiero que cuando te levantes el mundo sea tuyo, que sigas siendo inquebrantable y sobretodo..., que sigas siendo Caín.

Me gustaría poner un apartado de lo que quieres tú, pero sé exactamente lo que es porque cada día te escucho decírmelo y te veo esforzándote por eso, pero es tan imposible..., me siento tan débil, tan frágil. No me queda más fuerza y he intentado durante estos ocho meses mantenerme en pie, y lamento decírtelo, Caín, pero Bree siempre ha dudado en que siga viviendo después del parto, y aunque tal vez es algo tarde para que lo sepas, debía decírtelo para poder descansar. No sabes lo que me ha costado asumir que moriré, porque así será aunque le pida a Dios cada día que me salve de esto. Y lo peor no es morir ¿sabes? Supongo que lo sabes porque has estado en mi lugar. Lo peor es alejarme de ti, dejarte atrás y asumir que debes seguir haciendo tu vida sin mí, lo peor es dejar en la tierra a personas que tanto quieres. Y me ha costado muchísimo despertar con tu alegría cotidiana porque me siento tan culpable de irme y dejarte solo aquí, con el desayuno servido, con las frutillas y la televisión encendida sin nada coherente que decir.

Y he visto a Ian cientos de veces en mis sueños, o cuando estoy sintiendo el peor dolor. Y se siente horrible gritarle que se aleje de mí, que no quiero estar con él. Se siente tan mal cuando rechazo darle la mano en ese sueño, pero es que no lo quiero ver en mis sueños porque sé a dónde me llevará y no quiero darme cuenta en ese lugar que no despertaré jamás.

Te había dicho que no quería lamentarme a través de esta carta, y es lo que más he hecho, pero es que eres la única persona con la que puedo desahogarme y si no te cuento esto, me iré dejando esta conversación pendiente.

Estoy enamorada de ti, Caín y eso no lo cambiará nadie. Ni Dios, ni la muerte, nada.

Prometo que voy a cuidarte y te enviaré sólo buenas personas y espero tener en mis manos el poder de enviarte una mujer que te quiera y soporte como Caín el malvado.

Te amo, Cailín.

Blancanieves.

——

Continué mirando el viejo papel en donde las letras apenas se veían, y lo arrugué apretándolo con mi puño, cerré la caja en donde había alguno que otro recuerdo y caminé por el pasillo hasta llegar a la cocina, tomé un fosforo y lo encendí para quemar esa carta que tan malos recuerdos me traía y que quería olvidar a toda costa.

—Ian —lo llamé.

Él volteó mirándome y sonrió como siempre lo hacía, esa sonrisa tan igual a Blancanieves.

—Hoy daremos un paseo —Moví mis cejas de arriba hacia abajo mientras el movía sus brazos esperándome.

Lo cogí en mis brazos y caminé junto a él hasta el baño de nuestra habitación, que ahora estaba llena de juguetes en el suelo, había sido una gran decisión haber venido a vivir aquí.

Llené la bañera con agua caliente, y luego comencé a regularla con el agua helada.

— ¡Rose! —grité por el pasillo, escuché sus pasos hasta que nuestras miradas chocaron, le sonreí con inocencia y ella rodó los ojos.

— ¿Algo en especial?

—Su comida favorita —me encogí de hombros.

—Debes dejar de darle frutillas, Caín —soltó Rose mientras caminaba devuelta a la cocina.

Sonreí en silencio y luego regresé a la habitación en donde Ian movía sus piernas. Le quité la ropa y luego acomodé las cosas en la bañera y lo senté. Afortunadamente le encantaba bañarse, además de que era todo un ritual, en donde metía todos sus juguetes a la bañera y encendíamos la música para ducharnos con ritmo.




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