Dejada en el Altar

Capítulo 9

Jenny abrió la puerta y la dejó pasar. Kiara miró el lugar antes de mirarla a ella.

—No sé cómo decir esto, pero lo siento. No estaba pensando en absoluto. Jason y yo nunca tuvimos nada. No me estabas quitando nada —Kiara suspiró antes de mirar hacia abajo y Jenny puso su mano en el brazo de Kiara.

—Vamos, siéntate.

Kiara tomó asiento y Jenny le ofreció una cerveza.

—Quería venir después de tu vídeo filtrado. Pero supongo que fue mejor que no lo hiciera. No iba a decir nada bueno —Jenny había sufrido con su actitud, pero ¿no fue siempre así? Un poco tóxica cuando las cosas no salen como ella quiere.

Jenny no veía nada malo en hacer las cosas con ella. Iba a mudarse a California con Jason de todos modos. Y, parece que, para bien, dejará a los que no estuvieron a su lado cuando más los necesitaba.

Tomando la mano de Kiara le dijo.

—Olvidémoslo. Todo está en el pasado. No todo puede ser igual, pero definitivamente no quiero perderte… Hemos estado juntas desde siempre.

—¿Qué quieres decir? —Preguntó Kiara. Era evidente para ella que Jenny estaba fuera de su elemento.

—Me mudo a California. Jason y yo nos casaremos el próximo domingo en una ceremonia privada. Y los dos nos vamos a California después de esto.

—¿Qué? Esto no suena bien... —Jenny levantó las cejas y Kiara se apresuró a cogerla del brazo—. Felicidades Jenny, pero no suena bien. Es una gran decisión.

Jenny solo se encogió de hombros. No había forma de decirle que lo hacían en parte teniendo en cuenta la imagen de sus familias.

—No, me parece bien. A las dos nos hace ilusión —Kiara abrió la boca en una gran sonrisa mostrando sus dientes perfectos.

—Me alegro mucho por ti, cariño —Kiara la abrazó y le preguntó un poco sobre la boda.

Jenny compartió sobre el lugar de celebración y Kiara se apresuró a ofrecer.

—Puedo ir a probar el vestido contigo.

—Lo siento, pero Jason y yo tenemos planes. Pero puedo añadirte al grupo de damas de honor. Stella está mirando las cosas con mis primos.

—Odias a tus primos —Kiara señaló y Jenny sonrió.

—Bueno, tengo unos cuantos parientes lejanos volando hasta aqui. No podemos hacerles ver que no nos llevamos bien. Tenemos que poner cierta fachada, ya sabes.

—¿No tienes miedo de que metan la pata? —Y, Jenny negó con la cabeza.

—Ellos lo saben. No te preocupes.

Jenny pasó la tarde con ella. Después de despedirse de ella Jenny acechó a Jason en sus redes sociales y se sorprendió al ver que no estaba en ninguna parte. Pero en cuanto entró en su habitación lo encontró llamándola. Parecía estar en su cama y ella sonrió mirándolo.

—¿Cómo estás? —Le preguntó subiéndose a su cama.

—He hecho todo lo que querría para que terminara esta llamada. Ahora puedes poner tu teléfono en algún lugar donde pueda verte. Y, vete a dormir…

—¿Qué? —Jenny rio.

—Sí, quiero estar contigo todo el tiempo.

—Y, pensé que estabas ocupad —Jenny se rio.

—Puedes decir lo que quieras. Pero voy a trabajar muchísimo para nunca estar ocupado para ti —Y, esto de hecho la hizo sonrojarse. Él sabía cómo hacerla sonreír.

—Entonces, ¿cómo fue tu día en general? —Jenny preguntó y él le contó sobre un festival de cine en el que estaba invirtiendo. Y, sólo unos pocos detalles fueron suficientes para decirle que estaba en grandes cosas desde su universidad. Ella le escuchó hablar de su día y de una chica que se le insinuó.

Por un momento, Jenny quiso contarle que había sido Kiara quien se había portado mal con ella en la fiesta y que ahora había hecho las paces. Pero no quería que él juzgara a Kiara. Además, sólo iba a reflejar la clase de amigos que tenía.

Al día siguiente, Jason la llevó de compras y tuvo a cuatro guardias con ellos todo el tiempo. Al principio, Jenny estaba convencida de que eso les atraía una atención no deseada, pero al ver lo mucho que le compraba, aceptó que les venían muy bien para elegir bolsos.

Desde bolsos Hermès hasta vestidos Gucci, Jenny sabía que su armario iba a rebosar. Una vez en casa, Jenny quiso encargarse de todos los bolsos, pero él la sorprendió pidiendo ayuda para colocar las cosas en su armario, y ella sacó las cervezas para ellos y se dirigió hacia él.

—No sabía que te gustara tanto ir de compras. ¿Tus compras son siempre las mismas o te volviste loco por tu boda? —En lugar de aceptar la lata de cerveza le cogió la muñeca para que se sentara en su regazo.

—No estaba de compras, cariño. Estaba mimando a mi bebé.

—No compraste nada para ti. ¿Qué te vas a poner? —Le besó la nariz antes de decírselo.

—Es una sorpresa. Ya lo verás cuando me lo ponga.

—Eso es trampa. Sabes lo de mi vestido. ¿Cómo has podido...? —Pero cortándola le preguntó.

—¿Por qué no me dejaste pagar tu vestido de novia? Primero la comida y ahora esto. Esto se está saliendo de control… Basta Jenny —Ella le rodeó el cuello con los brazos antes de decirle.




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