Dejada en el Altar

Capítulo 11

Jenny se quedó fuera de su edificio durante media hora. Ella tampoco sabía qué estaba esperando. ¿Estaba preparada para perdonar a Jason por cómo la dejó en el altar? Pero la idea de que debía hablarle de su hijo se mantuvo firme.

—Señorita Park —uno de los sirvientes salió con una bolsa en la mano. Sólo el acto fue suficiente para decirle que Jason estaba allí en el apartamento—. Sus cosas... —Pero antes de que pudiera decir más, ella le preguntó.

—¿Está aquí?

—El Sr. Wilson le ha pedido que se vaya... —Y, fue suficiente para que ella gritara.

—¡Cállese! Dile que sea un hombre y me mire a los ojos —Jenny gruñó, pero el tipo se escapó. Miró a su alrededor para ver algunas cámaras de seguridad y supo que él podía verla desde allí.

Se sentía atrapada entre su corazón y su amor propio. Quería marcharse y no volver a mirar atrás, pero el corazón le estallaba. Sólo la idea de marcharse la atormentaba. Y, ¿qué iba a hacer ahora con este embarazo? No podía hacerlo sola. Ni en un millón de años.

Odiaba tener que volver a ponerse en contacto con él. Porque pasara lo que pasara, el bebé merecía que su padre supiera que estaba aquí. Las lágrimas que rodaban por sus mejillas parecían de lava.

Se tragó el doloroso nudo que tenía en la garganta y empezó a marcharse. Caminó despacio intentando no pensar mucho y tardó bastante en llegar al primer cruce. Se quedó allí un rato sin rumbo.

Secándose una lágrima miró a su izquierda y vio que él la miraba desde su coche. Al parecer, él también llevaba aquí algún tiempo. Su pie izquierdo se movió sólo un poco antes de notar su mirada.

No había amor ni afecto. Se quedó mirándole preguntándose si no tenía nada que explicarle y cerrando los puños, caminó un poco hacia él cuando se alejó con el coche.

Se mordió el labio al verle alejarse. Parece que nunca le conoció realmente. ¿Sólo se quería casar con ella por su estatus? Por supuesto, él iba a pensar mal de ella una vez que se enterara de su embarazo. Su familia y él tenían todo el derecho a creer que ella había conseguido algo para despojarles de su querido dinero.

Pidiendo un taxi volvió a su campus. No pudo devolver las llamadas de Stella, pero lo intentó varias veces con el teléfono de su tío. Intentó llamar a Samantha para conocer el paradero de su tío, que contestó al segundo timbrazo y se apresuró a preguntar.

—¿Dónde estás, Jenny? —Jenny apretó los ojos antes de decirle.

—Estoy en mi campus. ¿Dónde está mi tío? No contesta.

—Me han despedido del trabajo, cariño. Parece que tu tio se muda a Francia.

—¿Francia? —Jenny jadeó preguntándose de dónde venía eso de Francia.

Era imposible que no lo hubiera planeado antes. ¿O él sabía de esta bancarrota que venía? ¿Anunciarlo el día de su boda también fue intencional?

—¿Jenny? ¿Estás ahí? —Jenny parpadeó un poco antes de echarse el pelo hacia atrás.

—¿A dónde vas? ¿Te pagó? ¿Te ha...?

—Nos ha pagado, Jenny —contestó Samantha y Jenny asintió.

—Samantha... mantente en contacto conmigo. ¿De acuerdo? Y, si consigues tener el nuevo número de contacto de mi tío. ¿Puedes por favor compartirlo? —Su voz empezó a quebrarse hacia el final y Samantha se apresuró a preguntar.

—Me estoy mudando a otro lugar con Stella, Jenny. Pero sabes que siempre puedes llamarme —Jenny se mordió el labio con fuerza.

Sabía que nunca podría molestar a Samantha. Era madre soltera e intentaba por todos los medios que Stella fuera a una buena universidad. De ninguna manera podía pedirle ayuda.

Jenny buscó el número de Jeff con la esperanza de que él pudiera comunicarla con su tío de alguna manera. Dada su situación desde por la mañana, esperaba que él no recibiera su llamada, pero en cuanto oyó un “Hola”, dejó escapar un suspiro:

—Jeff, ¿qué pasa? Las noticias están a todo volumen...

—Parece que se la han jugado, señorita Park. Su tío ha utilizado todos sus bienes antes de anunciar la quiebra.

—¿Qué significa? —Preguntó ansiosa.

—La empresa Park está en manos de un enorme conglomerado. Los bancos son libres de utilizar cualquier cosa para compensar sus pérdidas. Sus activos ya han sido vendidos...

—Y, ¿qué pasa con mi tío? ¿Cómo se las arregló para pagar al personal o trasladarse a Francia? —Sus manos temblaban terriblemente. Tenía muchas preguntas. Podría usar el dinero para mantener a su hijo no nato. Ciertamente no podría hacerlo sin dinero.

—Señorita Park, para que usted entienda, él se había preparado para tal calamidad...

No tenía ningún sentido. Jenny se apresuró a interrumpir a su abogado.

—Jeff, dijiste que era seguro hacerlo. Dijiste...

—Lo dije pensando que tu tío quería salvar la empresa. Pero parece que sólo se disponía a deshacerse de todos los préstamos a la vez —Jenny captó que se le iba el tono.

—¿Crees que lo hizo todo para dejarme sin nada?... —Jeff se quedó callado ante su pregunta, pero Jenny había conseguido lo que quería—... Jeff, ¿me he quedado sin nada? —Jeff se mostró reacio a responder a esta pregunta, aunque Jenny se había preparado para escuchar un si cuando Jeff dijo:




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