Déjame ser

CAPÍTULO 2: LUZ EN LA PANTALLA

Aquella noche solo quería dejar de existir, o simplemente, desaparecer
No quería sentirme así
Tampoco querían que me vieran así, tan roto, tan vulnerable

Me levanté del suelo aún con las lágrimas en la cara, y subí las escaleras hacia mi habitación.
Justo cuando iba a cerrar la puerta, escuché su voz desde la cocina:

— Nico ¿estás bien? — preguntó mi madre, con preocupación

— Si mamá...lo mismo de siempre

— ¿Necesitas algo? — insistió, esta vez más dulce, más cerca.

— No, gracias— dije, respondí, mientras cerraba suavemente la puerta

Pero sí necesitaba algo.
Necesitaba ese abrazo.
Ese “ven aquí” que no hace falta explicar.
Esa manera de decirte con un gesto que todo va a estar bien.

Pero no quería volver a repetir la misma historia: las burlas, las risas, el “machorra” en la calle.

Me sentía solo. Muy solo.
Me dejé caer en la cama y agarré el móvil.
Solo quería distraerme.
Olvidarme por un rato.

···

Entré en Instagram.
La misma mierda de siempre:
Cuerpos perfectos, abdominales marcados, barbas pobladas, músculos de gimnasio…
Todo lo que yo no era. Todo lo que creía que nunca sería.

Suspiré.
Y sin pensarlo demasiado, abrí la cámara frontal.

Mis ojos seguían rojos, pero ya no me importaba.
Escribí algo.
Un texto corto, crudo, verdadero.

Lo que llevaba dentro desde hacía tiempo.

“Hay días que duelen más que otros.
Hay noches en las que uno solo quiere dejar de existir.

No por cobarde.
Sino porque cansa vivir en un cuerpo que no sientes como tuyo.
Buenas noches, supongo”

Publiqué la foto
Mis ojos, aún rojos, soltaban alguna preña lágrima que me caía por la mejilla hasta el cuello.
Intenté dormir
Pasaron una, dos, tres horas... nada.

No lo conseguía.
Hasta que mi móvil vibró

BRRR

Un me gusta, de alguien que no conocía.
Una chica.
Perfil sencillo.
Nombre: Vega.
Y luego un cometario:

“Gracias por escribirlo. No estás solo, aunque a veces lo parezca 🖤”
Fruncí el ceño, sorprendido.
No estaba acostumbrado a que nadie respondiera a mis publicaciones.

Menos aún, alguien que pareciera entender de verdad lo que estaba sintiendo, alguien que... al parecer, me entiende de verdad.
Entré a su perfil.
Sus fotos no eran como las demás.

No eran filtros, ni cuerpos perfectos.

Eran... reales.
Dibujos.
Libretas.
Frases escritas a mano.
Y por primera vez en mucho tiempo, sentí algo parecido a la curiosidad.
Tal vez... no estaba tan solo.




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