Déjame ser

CAPÍTULO 9: ECOS DEL NUEVO HOGAR

Después de dos horas que parecían interminables, el navegador marcaba los últimos veinte minutos antes de llegar a nuestro destino.

Entramos en Valencia con el sol subiendo, tiñendo de dorado las fachadas y las calles llenas de vida.

Los coches pasaban a nuestro lado, la gente caminaba apresurada y los árboles se mecían suavemente con la brisa cálida.

Seguimos por calles estrechas y arboladas, dejando atrás el bullicio, hasta llegar a un barrio tranquilo, con casas bajas y jardines cuidados.

Finalmente, el camión de mudanza se detuvo frente a una casa sencilla, pero acogedora.

Respiré hondo. Ahí estaba nuestro nuevo hogar.

Bajamos del coche y nos acercamos a la puerta.

Mi madre sacó la llave de su bolsillo; parecía antigua y estaba un poco oxidada.

La puerta se abrió de par en par.

Delante de mí estaba lo que iba a ser mi nuevo hogar.

(O eso pensaba yo)

La casa tenía unas enormes escaleras que subían a la parte superior.

Justo a mi izquierda, había un recibidor con un enorme espejo con decoración de madera.

Avancé poco a poco por el inmenso pasillo de paredes pintadas de verde y lila.

Las paredes dibujaban formas semicirculares de manera abstracta.

Al final del pasillo, un enorme comedor con una gran chimenea.

Al lado, la gran televisión que ocupaba bastante espacio.

A lo lejos escuché a mi madre:

— Nico, ayúdame con las cajas, por favor —gritó desde el jardín.

— Voy —respondí al grito.

Salí rápidamente de la casa, pasando de nuevo por las paredes de color verde y lila con formas semicirculares.

Llegué casi sin aliento y vi a mi madre, con una carta en la mano y una sonrisa de oreja a oreja.

— Esto es para ti —dijo, extendiéndome la mano para que cogiera la carta.

Lo tomé con cuidado; sentí que pesaba más que un simple papel. Abrí el sobre y saqué la carta.

El papel era grueso, amarillento, con letras elegantemente impresas que decían:

"Escuela de Artes Armonía

Valencia, España

Estimado Nicolás,

Nos complace anunciar que, tras revisar su solicitud y video, ha sido aceptado en nuestra prestigiosa institución.

La ceremonia de presentación tendrá lugar el próximo lunes. Deberá traer sus pertenencias, pues vivirá en la residencia estudiantil durante el curso.

Esperamos que este sea el comienzo de una maravillosa etapa en su vida artística.

Con cariño,

Dirección de la Escuela de Artes Armonía"

Me quedé mirando la carta sin poder creerlo. ¿De verdad iba a estudiar allí?

— ¿Esto es en serio, mamá? —pregunté, con las manos temblando y la carta moviéndose sin control.

— Sí, Nico. ¿A que mola? —respondió emocionadísima.

No sabía qué decir.

Estaba contento porque sabía que iba a ser mi año, pero, por otra parte, no quería dejar a mi madre sola.

— ¿Y tú qué vas a hacer, mamá?

Se quedó callada unos segundos, como buscando respuestas.

Finalmente me miró con una sonrisa triste y dijo:

— Seguiré aquí, Nico. Siempre estaré a tu lado, aunque estés lejos.

— ¿Me prometes que vas a estar bien? —pregunté preocupado.

— Claro que sí, cariño. Y cuando vuelvas, haremos una mega fiesta. Tú no te preocupes por mí —dijo, acariciándome el cuello—. Tu felicidad es mi felicidad.

Nos fundimos en un abrazo, de esos que no puedes explicar.

De esos que solo una madre sabe dar.

De esos que curan el alma.

— ¿A qué estás esperando? —dijo mientras se separaba—. Sube y prepárate las cosas, rápido.

Me separé y corrí hasta la casa, pero antes de cerrar la puerta, me giré y ella dijo:

— Vas a conseguir lo que te propongas, te quiero —y me lanzó un beso.

Cogí ese beso en el aire y me lo llevé al pecho.

— ¡Te quiero! —grité.

— ¡Yo más! —finalizó, justo antes de que la puerta se cerrase con un leve...

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