Tu mirada
Ha pasado una semana desde la primera vez que nos miramos, desde que nuestros horarios coincidieron y comenzamos a vernos todas las tardes. Tú en el andén de enfrente y yo en el del otro lado de la línea, frente a ti.
Mantenía la vista fija hacia adelante, sentado en uno de los miserables diez asientos que posee este lado de la estación, apoyaba mi mentón en las palmas de mis manos mientras mis codos presionaban mis rodillas por el peso.
Las nubes parecían posarse sobre mí en ese momento.
Hasta que te vi.
Porque algo en ti me atrajo y es que ese lindo rostro también estaba observándome.