Delitos del alma

Capítulo 16


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El amanecer estaba lejos, la noche invernal le prometía a Marco más tiempo de oscuridad para sufrir sus propios pensamientos, tratar de imaginar los sufrimientos de la mujer que en ese mismo instante dormía entre sus brazos era algo casi insoportable, sólo tratar de recrear en su mente los abusos a los que fue sometida, recordar los detalles que le contó cuando estuvo más calmada lo hacían sentir espantado… no era justo para ningún ser humano un trato semejante, quizá solo para los causantes de tales sufrimientos, pero absurdamente eso nunca pasaría, el poder y el dinero eran un escudo eficaz en contra de la justicia y eso lo sabía perfectamente puesto que era un experto en hacer que la justicia se retorciera a favor de los que debían ser castigados. No podía hacer nada al respecto, él era apenas un pequeño eslabón en la cadena de delincuentes que hacían de la venta de seres humanos el negocio milmillonario que era, si se equivocaba estaba muerto, Sofía lo estaría también, su esposa correría peligro, así que lo único que podía hacer era actuar en micro, dedicarse a darle la mejor vida que podía a Sofía, o ¿acaso no la compró para eso? ¿no fue eso lo que lo impulsó a llevársela de aquella subasta? Lo que vio en ella, esa inocencia en sus ojos que lo hizo cometer el delito. “Debí liberarla” pensó al mismo instante que se preguntaba ¿Por qué la forcé? Arrepentido pensó en sus propias carencias en su propia vida repleta de vacíos y de falta de compañía, pensó en su esposa enferma y en cuanto le había afectado eso en lo personal, terminó por reconocer que vio en Sofía la oportunidad de suplir la compañía que tanto extrañaba, nada más olvidó contar con su aprobación. ¿Solución? Haría feliz a la joven, ella tendría que adaptarse a sus planes, pero la haría feliz y él por fin tendría un hijo, sería un final justo para tan desagradables circunstancias.

 

De regreso a Roma Marco esperaba esperanzado que Giannina no hubiera retrocedido en su avance rumbo a su estabilidad emocional por causa de su ausencia, no quería comenzar todo de nuevo, no tendría la paciencia que necesitó unos meses atrás para ayudar a su esposa a recuperar la salud perdida por causa de su bipolaridad, menos en el estado de ansiedad que le causa la nueva condición de su problema en Amalfi.

Frente a la puerta de su casa suspiró profundamente preparándose para cualquier escenario, detrás de esa puerta podría estar todo tal cual lo dejó unos días atrás o por el contrario podría estarlo esperando de nuevo la desolación, la tristeza y el trabajo que le tomaría levantar otra vez el ánimo de su esposa. Apenas entró sintió que había algo diferente, no se escuchaba nada, ninguna señal de que hubiera alguien en casa, Marco había avisado de su llegada apenas a minutos de llegar.

- Martina… -llamó cerrando la puerta tras de si- Gia…

Nadie salió a recibirlo, ni si quiera la parlanchina ama de llaves que siempre parecía estar preparada con un interminable reporte de todo lo que sucedía en su ausencia. Marco comenzó a inquietarse.

- ¿Marco eres tú?

Al escuchar la voz de Giannina Marco sintió que respiraba de nuevo, la situación seguía pareciendo extraña, pero por lo menos la sensación de miedo desapareció en el mismo instante en que escuchó la voz de su esposa llamándole la atención el tono dulce con la que le había hablado, por lo menos parecía que todo permaneció en orden durante los días en los que no estuvo para cuidarla. Aun así, se reservó de sentirse seguro, debía verla y constatar que ella se viera bien, que no hubiera señales de mala alimentación y muchos otros detalles que ya él conocía de memoria.

- Marco, te estoy esperando… ¡ven!

- Voy subiendo. -dijo siguiéndole la corriente a algo que parecía ser un juego de su esposa.

- Tengo una sorpresa para ti.

- ¿Qué es? -preguntó pisando cada peldaño de la escalera con deliberada lentitud acompañada con reservada desconfianza.

- ¡Amore! Si te lo digo no es sorpresa.

Los nervios de Marco comenzaron a tensarse de nuevo, no sabía que le esperaba dentro de su habitación, ¿Dónde estaba su suegra? Abrió la puerta poco a poco, no sabía que esperar, podría ser una escena dantesca o por el contrario algo muy trivial a lo que debía impresionarse para no decepcionar a Giannina.

Lo que vio no fue ni lo uno ni lo otro, su esposa lo esperaba sentada frente a su peinadora arreglando su cabello de forma muy natural. Marco escaneo rápidamente a su alrededor en busca de algo fuera de lo común, pero no encontró nada, repitió la acción sobre su esposa mientras la veía caminar sonriente hacia él, ella se veía bien, tenía buen color en sus mejillas, estaba limpia, bien vestida…

- Marco… -dijo antes de abrazar a su marido.

- Gia. ¿Dónde están tu madre y…?

- Les pedí que fueran a comprar cosas para la cena de esta noche. Quiero que sea muy especial.

- ¿Especial? ¿está todo bien?

- Mejor que nunca.

Giannina beso a su esposo con devoción, Marco devolvió el beso saboreando los labios de su bien amada deseando en silencio que no se rompiera la magia que parecía flotar en el aire, que todo eso fuera algo más que el preámbulo de otra crisis de bipolaridad de Gia.

- Ven. -dijo Gia tomándolo de la mano- siéntate conmigo, hay algo que quiero decirte.

Una sonrisa iluminaba el rostro de Giannina, Marco la siguió hasta el borde de la cama esperando a que ella dijera lo que fuera que tenía que decir.




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