Delitos del alma

Capítulo 22

22

Todo era confusión y desespero en la mente de Giannina que contaba horas sentada en un sillón de su habitaciónmirando al vacío. Para ella la simple acción de levantarse requería una difícil decisión para la que no se sentía preparada de tomar, la vida era pesada, gris e inútil.

Los movimientos del bebe en su vientre habían sido más suaves desde unos días atrás cosa que agradecía, no sentir tan intensamente esos desagradables movimientos dentro de ella la habían calmado lo suficiente como lograr bajar su ansiedad permitiéndole interminables momentos de soledad para culparse repetidamente de todo lo malo que le había pasado en sui vida, repasaba enfermizamente la sensación de pavor que vivió en su infancia cuando sentía entrar a su primo en su cuarto, una y otra vez vivía el asco al sentir esas caricias lascivas sobre su cuerpo infantil, las ganas de gritar, de defenderse que su atacante eliminó con amenazas y ataques que nunca dejaban marcas.

- ¡Voy a decirle todo a mi madre! -susurraba una infantil Giannina en medio de sollozos acallados por las amenazas de su atacante.

- Hazlo, te va a ir peor de lo que crees, nadie te va a defender porque ellos ya lo saben, es más dejan que yo venga aquí para que haga lo que quiera contigo. Hace poco escuche a mi tía Martina decir que lo mejor es que te acostumbres porque cuando crezcas te van a casar conmigo. -mintió.

- ¡Eso es mentira!

- Pruébalo… -gruñó halándole fuertemente el cabello- si tanto quieres hablar, habla y veras que tengo razón.

Sumida en su tortura no se percató de que Rosa había entrado a la habitación.

- Señora Gia… -dijo tocándola suavemente en un hombro- no ha comido desde ayer, y ayer comió muy poco, traje comida, nada de especial, un poco de fruta, pasta que hizo su madre… si quiere le busco otra cosa, lo que sea es bueno porque tiene que alimentarse, si no come el bebé puede nacer flaquito, y no es que sea malo, mi sobrina tuvo su niño hace poco y le nació flaco flaco muy flaco… ahora si lo ve no lo cree, gordo como un querubín y con ese pelo rubio…

Giannina había dejado de prestar atención a las palabras de Rosa más allá de la primera frase, sabía que la empleada se extendería en la anécdota de su sobrina hasta relatar los detalles de la historia. Lo mejor era detenerla o la agobiaría por mucho rato más.

- Está bien Rosa. Voy a comer algo.

- Venga… aqui esta todo.

Para Giannina era muy fácil moverse, su cintura poco ensanchada no era un impedimento para que sus movimientos fueran ligeros a pesar de estar en su tercer trimestre de embarazo. Una vez sentada frente a la pequeña mesa en donde la empleada había dejado la bandeja con los alimentos Gia sintió como su estómago rugió por el largo periodo de ayuno.

- ¿Dónde está mi madre? -preguntó mientras tomaba los cubiertos con pesada lentitud.

- La señora Martina salió hace rato. Hacían falta cosas en la casa, y había que ir por los trajes del señor Marco a la lavandería y no sé si fue a hacer otras cosas, no me dijo nada pero yo creo que si porque la escuche hablando por teléfono antes de salir , no sé con quién hablaba porque usted sabe que yo no me meto en la vida de nadie, y menos de ustedes los señores de la casa, pero le decía  a la persona con la que hablaba que ya no podían esperar más y que ella se ocuparía personalmente de ese asunto… me imagino que era algún asunto de la casa porque… ¡mire ya llegó!

Las últimas palabras fueron la que realmente llamaron la atención de Giannina, Martina entraba en la habitación con un pequeño ramo de flores en las manos.

- Gia… por fin te levantaste. -dijo caminando hasta ella mientras hacia un escrutinio visual a su alrededor-traje estas flores. Rosa busca un florero para ponerlas aquí. Esta habitación está muy desordenada, hay que abrir las ventanas, cambiar las sabanas y limpiar todo.

- Claro, estaba esperando que la señora se levantara para hacerlo mientras tanto estaba contándole a la señora Gia que no sabía cuando iba a volver por…

- Anda de una vez Rosa. -soltó Martina impaciente.

- Si por su puesto. -dijo la empleada retirándose de inmediato.

- Qué bueno que por fin estas comiendo. Tienes que ser más responsable con tu alimentación.

Giannina no quería hablar con su madre, no quería verla ni tenerla cerca, pero la necesitaba, sin ella su soledad se volvía absoluta cuando Marco no estaba en casa.

- Marco no me ha llamado. -aseguro con tristeza.

- Si lo hizo. Pero tú no respondiste. Quien sabe en donde dejaste tu teléfono móvil. Hable con él esta mañana.

- ¿Qué te dijo? -preguntó iluminándosele los ojos por la emoción.

- Quería saber cómo estas tu… por supuesto que no le dije lo delicada que has estado de los nervios.

- Yo no he estado delicada de los nervios.

- ¿No? ¿entonces por qué pasas horas encerrada aquí sin comer ni hablar con nadie?

- Sabes muy bien por qué. -afirmó mirando intensamente a los ojos de Martina.

- Eso ya pasó, es ridículo que todavía pienses en cosas que ya no tienen importancia, vas a tener que aprender a superar lo que pasó Giannina. No es justo para nadie que te quedes enterrada en el pasado culpando a los demás de tus desgracias.

- Yo no culpo a nadie más que a los verdaderos culpables. -aseguró con la voz cargada de rabia.

- ¡Basta! No voy a permitirte este comportamiento.Estoy aquí cuidándote mientras dejo mi propia casa abandonada y a tu padre sin atención, a nadie le importa lo que yo hago, ni cuanto sufro por verte así… dejo mi propia vida de lado para que tu estés bien atendida, para poder estar aquí si me necesitas. -lágrimas en sus ojos amenazaron con caer sembrando culpa en su hija- Pero la vida es así de injusta, ya verás tu misma lo malagradecidos que son los hijos.

La postura de Martita era de profunda ofensa y aparente dolor, experta en como manipular a su hija hizo su mejor actuación sabiendo que con eso Giannina dejaría su actitud altiva de inmediato.




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