Delitos del alma

Capítulo 25

La joven no respondió, apenas abrió los ojos llenos de dolor y angustia para hacerle saber a su conductor que seguía viva, de pronto un alarido salió de su garganta, un grito de dolor que espantó a Antonio que no le quedo otra opción que dirigir su auto a la orilla del camino para detenerse.

- ¿Qué pasa Sofia? -preguntó casi al borde del pánico apartando el cabello de la joven que caía desordenado en su rostro.

- Ya está aquí… -dijo entre dientes con renovada fuerzamientras se removía en el asiento.

- Dios mío… ¿Es el niño?

- Ya va a nacer…

- Tengo que sacarte de aquí… el hospital todavía estámuy lejos.

En un acto reflejo Antonio salió del auto rápidamente rodeándolo hasta llegar a la puerta del copiloto para intentar sacar a Sofia muy lentamente, pero fue inútil, la joven sufría más de lo que él había visto nunca sufrir a ninguna otra persona en el mundo, se estaba desangrando y estaba dando a luz al mismo tiempo, desistió dejándola donde estaba.

Sofia intentaba mantenerse cuerda, pero el dolor, la angustia y el temor eran una mezcla demasiado difícil de tolerar, su cabeza parecía estar dando vueltas en un torbellino en el que se perdía con cada latido de su corazón que la hacía perder la vida gota a gota. El dolor que sentía en su vientre era casi insoportable, sus músculos se tensaban con cada contracción presionando a su bebe hacia el canal de parto acelerando el momento del alumbramiento, si tan solo naciera antes de que su cuerpo sucumbiera a la hemorragia… trató de respirar lo máslento que pudo ahorrando cada molécula de oxígeno para que su hijo tuviera mejor oportunidad de sobrevivir,  pensó en lo triste que iba a ser no conocerlo, no verlo crecer, quizá ni siquiera tuviera tiempo de descubrir si era un niño o una niña, lo único realmente importante era que al menos tuviera la oportunidad de sobrevivir y eso no sería posible si daba a luz sola en ese auto en medio de la carretera, ¿Dónde se había ido Antonio? Si al menos tuviera fuerzas de salir a buscarlo.  

Antonio miró a su alrededor buscando un sitio en donde poder más cómoda a la joven, pero nada parecía apropiadolas carreteras de la zona eran estrechas y mayormente rodeadas de montañas pero ellos ya estaban algoapartados, los alrededores eran más boscosos en ese puntodándolo alguna esperanza de conseguir un sitio medianamente adecuado para la comodidad de Sofia, se alejó unos metros adentrándose en el terreno frondoso, a corta distancia descubrió que había un claro rodeado de árboles y pequeños arbustos que se abrían en una  especie de trinchera haciendo un perfecto escondite que podrían servir para recostarla aprovechando que el sitio estaba apartado de la vista de los transeúntes. A su vuelta al auto intentó ayudarla para ponerla de pie, pero fue imposible, Sofia tenía fuerzas únicamente para respirar y solo Dios sabe si para terminar con el proceso de traer su hijo al mundo. tomó en sus brazos como hiciera antes para llevarla a ese único espacio que podrían aprovechar.

- Aww… -se quejó Sofia ahogando un grito de dolor mientras Antonio la llevaba en sus brazos.

- Aguanta un poco más… ya vamos a llegar.

- Quiero pujar…

- Unos segundos más… -dijo apresurando su paso- por favor temo que si voy más rápido no podemos caer y eso sí sería muy malo para los dos. Aguanta linda.

- ¡No puedo más! -se lamentó casi sin fuerzas.

- Ya llegamos…

Antonio se arrodilló con la mayor suavidad que sus cansadas piernas le permitían, apoyó sus rodillas en la tierra deslizando su carga sobre ellas para depositar a la joven sobre la hierba, allí tomó verdadera consciencia de la imagen que tenían, los dos estaban dramáticamente ensangrentados de la cintura hacia abajo en total discordancia con el verde y hermoso entorno lleno de naturaleza y los últimos rayos de sol que caía en el horizonte, era increíble que un paisaje tan relajante y alentador enmarcara una situación trágica y con tan pocas posibilidades desenvolverse para bien ya que después de tal hemorragia el que ella siguiera con vida era casi un  milagro, lo que el abogado no sabía era que la vida se abre paso en cualquier circunstancia.

- Ayúdame… -pidió Sofía casi inaudible mientras se retorcía del dolor. 

- ¿Qué hago?

- Recíbelo…

Comprender estas palabras no fue fácil, el abogado noasimilaba siquiera la posibilidad de ser quien asistiera el parto, un parto que además tenía todas las posibilidades de terminar en una tragedia.

- ¡No sé qué hacer! -soltó aterrado.

- Por favor… -suplicó.

No había otra opción, estaba muy lejos de cualquiera que lo pudiera escuchar así que gritar por ayuda no serviría y dejarla sola en ese sitio tan apartado era condenarla a la muerte y no es que creyera que tenía muchas posibilidades de salvarse, pero aún tenía algo de moral en su consciencia. Controló sus nervios usando toda su fuerza de voluntad y se dejó guiar.

- Solo quédate conmigo y dime que hacer.

Antonio esperó la respuesta mientras pedía al cielo que Sofia no perdiera la consciencia antes de que pudiera darle indicaciones mínimas de lo que debía hacer, actuó guiado por la lógica, acomodó a la parturienta con delicadeza usando su americana como soporte para su cabeza, sacudió las hojas alrededor cerciorándose que no hubieran nidos de insectos debajo de ella que pudieran pincharla,alzó la mirada el cielo para asegurarse de que no estaba nublado así que no debía temer por lluvia, ese niño o niña nacería bajo el cielo en un atardecer cerca de la costa del mar tirreno.

- Vamos Sofia… ¡dime que debo hacer! -exhortó a Sofíamientras se colocaba frente a ella levantando su falda.

El panorama no era para nada alentador, la joven frente a sus ojos sollozaba de dolor casi sin fuerzas, el sudor corría por su frente a pesar de que no hacía calor, la sangre seguía saliendo de su cuerpo y aun así parecía estar decidida a dar a luz a su hijo. Antonio hizo acopio de valor para retirarle la ropa interior empapada de sangre esperando la súbita llegada del bebé que ya asomaba su cabeza. Al momento la contracción se detuvo dándole chance a Sofia de musitar algunas palabras.




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