Demons (libro 3. Batalla Final)

Perdida

Lil sentía los párpados pesados y un terrible dolor de cabeza la estaba torturando, aun así hizo su mejor esfuerzo por abrir los ojos. Entre tanto, sus otros sentidos habían estado suministrándole otras informaciones como por ejemplo, que no estaba en una cama a pesar de estar segura de estar despertando; por otra parte, que se hallaba en un lugar muy frío o la calefacción se había averiado. Cuando finalmente abrió los ojos, pensó que en realidad no lo había hecho, porque solo percibía oscuridad, aunque unos segundos después sus pupilas se dilataron y comenzó a ver unas formas alargadas que demoró poco en concluir que se trataba de árboles. Se sentó llevándose la mano a la cabeza tratando de ordenar sus ideas. Lo último que recordó no la hizo especialmente feliz, pues se trataba de la conversación entre Mili y Kelly. Si bien Lil se había sentido aterrorizada al ver que Araxiel  cortaba la cabeza de Heylel, haciendo que su cerebro se paralizase y no procesase nada más allá de lo que acababa de ver, había tenido una enorme dificultad para entender o aceptar que aun así ellos no podían morir, pero al ver a Danael se tranquilizó volviendo a su actitud de no querer saber nada de Heylel. Sin embargo, esa tarde al escuchar la conversación, su temor volvió a dispararse y a esto se adicionó la culpa, de manera que el miedo y el saberse culpable de todo aquel desastre, la hicieron colapsar. Recordaba haber corrido y haberse encontrado con Armeriel, pero hasta allí la ayudaba la memoria, así que estaba preguntándose dónde estaba y cómo había llegado allí. Miró a su alrededor y decidió probar lo único que se le ocurrió.

 

  • ¿Kenny? – dijo casi en un susurro

 

Evidentemente no obtuvo respuesta, pues Kellen no estaba allí, pero lo que escuchó le produjo otra preocupación, ya que se trataba del aullido de un lobo. Los sentidos de Lil se agudizaron e intentó recordar todo lo que Kellen o el mismo Heylel le había dicho en algún momento.

 

  • Vamos Randall, un lobo es un perro, solo que menos amistoso – le había dicho Kellen en el transcurso de uno de sus entrenamientos
  • Y eso no es del todo cierto – había intervenido Heylel
  • Ya vienes tú – había dicho ella
  • Son morfológicamente idénticos, pero si bien un lobo puede interactuar con los humanos, nunca será susceptible a ser amaestrado, y quien intente convertirlo en una mascota va directo al desastre, porque no hay manera de mantener en cautiverio a ninguna criatura que haya nacido para ser libre, y en el caso que nos ocupa, además salvaje
  • ¿Y qué sucede con los que están en el Zoo?
  • Es criminal, pero no es una casa o estaría destruida, pero lo importante, es que un lobo no sería un enemigo para ti, pues eres una nephilim, y si ya un humano es un enemigo superior, tú lo eres diez veces más.
  • ¿Sabes a cuántos humanos han destrozado esos bichos?
  • Sí, pero como acabo de decir, tú eres una nephilim. Pero para aclarar, si han “destrozado” humanos es porque éstos se empeñan en invadir su hábitat o en cazarlos, y lógicamente ellos se defienden, pero además, al humano suele paralizarlo el miedo y ese es su error, mientras que en el lobo siempre prevalecerá el instinto de conservación

 

Aunque aquello no había convencido mucho a Lil, había dado sus palabras por buenas, pero si antes no estuvo convencida, ahora lo estaba mucho menos y comenzó a correr sin rumbo concreto, pero hacia donde le parecía que se alejaba del aterrador aullido. Mientras corría se preguntó de nuevo cómo había llegado allí y cuánto tiempo había pasado, pues los últimos eventos que recordaba habían tenido lugar al atardecer, pero ya era noche cerrada, y aunque una luna que menguaba emitía su pálida luz, las copas de los árboles hacían firme resistencia a los mismos. Sin embargo, ser una nephilim proporcionaba ciertas ventajas como la de una mejor visión con escasa luz como lo estaba comprobando, porque de lo contrario, estaba segura que ya habría tropezado y caído. Se detuvo un momento para tomar aire e intentar ubicarse, pero cuando miró a un lado, su respiración se detuvo al ver un par de brillantes ojos que le devolvían la mirada y acortaban la distancia. El miedo inicial dio paso a la determinación y Lil se preparó para hacer frente al seguro ataque del lobo, sin embargo, cuando ya era perfectamente visible, el animal detuvo su avance y solo se quedó allí mirándola en actitud amenazante. Esto la hizo pensar en lo dicho por Heylel y Kellen en el sentido de que todas las criaturas eran capaces de reconocer a un enemigo superior, y aunque en verdad ella no se sentía superior en ningún sentido, el instinto de conservación suplió la inseguridad. Mientras evaluaba sus posibilidades, pues no tenía ni un miserable trozo de madera para defenderse, sus sentidos le alertaron de otra presencia que no demoró en anunciarse.

 

  • Vaya, vaya – escuchó aunque no veía a nadie – ¿Pero qué tenemos aquí?

 

Una vez finalizada esa pregunta, Lil ya había determinado con absoluta, y para ella sorprendente claridad, que quien se acercaba era un descendiente, pero también tuvo la desagradable impresión de que podía ser Haniel tanto por la estatura como porque lo otro que podía ver hasta ese momento, era que tenía los ojos de un azul tan límpido como el de todos los caídos y la mayoría de los descendientes. Sin embargo, cuando el sujeto estuvo más cerca, vio con una sorpresa que no pudo ocultar, que era un individuo de color con abundante, largo y ensortijado cabello.




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