Demons (libro 3. Batalla Final)

Búsqueda

Kellen había puesto en práctica toda su habilidad y la experiencia adquirida en el rastreo de personas, pero cuando apareció en aquel solitario paraje, dudó de sus capacidades.

 

  • ¡Maldita sea, Virgil! – murmuró – Si me preguntas, escogiste un pésimo momento para morirte – dijo mientras ponía la mayor atención en los alrededores
  • Podrías…habernos…ahorrado la carrera, infeliz – dijo Kelly casi sin aliento

 

Kellen se había girado con su Adilik en la mano al sentir la presencia, pero a quien vio primero fue a Bastiel de brazos cruzados, y recostado al tronco de un árbol mirándolo con su eterna expresión burlona.

 

  • Deja el drama, Kelly. Un poco de ejercicio siempre viene bien
  • Habla por ti, cretino – dijo Anjari que era el más joven de su grupo – Que tú puedas atravesar medio continente en pocos segundos como si solo cruzaras la calle, no nos hace a los demás inmunes al cansancio
  • ¿Y bien? ¿Tienes algo? – preguntó Bastiel ignorando las protestas de Anjari – Y vamos a ahorrarnos la parte donde protestas por nuestra presencia, porque dijiste que no ibas a traernos y no que no podíamos venir, además de que te dije que no era necesario, de manera que…

 

Kellen decidió pasar el conmutador imaginario que había activado desde que se había visto en la obligación de soportar a Kelly, porque si no lo hacía, en verdad iba a apalear al muchachito aquel. No obstante, también concluyó que Bastiel a quien conocía menos, al igual que Haniel a quien conocía bien, habían heredado  la habilidad de Sariel en toda su extensión, porque para que un descendiente pudiese seguir a un caído con ese nivel de eficiencia, precisión y rapidez, sin duda tenía que ser poseedor de una extraordinaria habilidad. Mientras pensaba esto, no había dejado de inspeccionar cada centímetro del lugar donde había aparecido, porque a pesar de sus dudas, pensaba que si su instinto lo había llevado allí, había sido por algo; pero ese algo no iba a tranquilizarlo mucho, porque al deslizar la mano por un tronco…

 

  • ¿Qué? – preguntaron Bastiel y Kelly al mismo tiempo
  • Es sangre – dijo Galiel
  • Es un bosque y es normal que… – estaba diciendo Anjari
  • Es su sangre – dijo Kellen mirando hacia el piso – A un lado – dijo empujando a Anjari para examinar el trozo de tierra

 

Sin embargo, cuando se estaba inclinando, congeló sus movimientos y los demás se tensaron, porque si bien no habían sentido nada, les resultó fácil percibir la tensión de Kellen.

 

  • Tenemos compañía
  • Seguro uno de esos bichos…
  • Silencio, niño – ordenó y Bastiel colocó una mano en la boca de Anjari, pero también dio la orden silenciosa a todos de prepararse, y como su escuadrón estaba bien entrenado, en pocos segundos salvo por ellos tres, el lugar parecía vacío, pues los demás habían desaparecido tomando las más ventajosas posiciones.
  • Ven aquí, Kelly – dijo Bastiel

 

Bastiel había sujetado con firmeza a Kelly, porque cuando los descendientes eran atacados en forma sorpresiva, lo que siempre pensaban primero era en proteger a las chicas al menos hasta saber quién los atacaba, y esto obedecía a la manía de los shedims por los caídos o descendientes de género femenino, y aunque eventualmente se había dado el caso de que plagiasen a un chico como había sucedido con tres de los presentes, a saber, Galiel, Anjari y el mismo Bastiel, normalmente con quienes más lo intentaban era con las descendientes.

 

Aunque Kellen nunca había compartido más que insultos y alguna que otra escaramuza con los descendientes, se había enterado de los secuestros. El de Anjari fue efectuado por Iset, algo que no extrañó a nadie, porque aquella desgraciada criatura parecía antojarse de cuanto hombre veía; afortunadamente no la dejaban salir mucho o todos habrían tenido problemas, aunque ella ciertamente los tuvo cuando Bastiel se enteró de lo sucedido y fue por el chico. El de Galiel fue muy inusual, porque quien lo secuestró fue Asasiel, pero con intenciones de congraciarse con Abrahel nadie sabía por qué o qué era lo que había hecho para ganarse la ira de la shedim, pero lo que sí era seguro y lo que dio a conocer a Galiel entre quienes no sabían nada de él, fue que casi le sacó el corazón a una shedim de la jerarquía mayor como aquella que evidentemente no había aprendido nada de una experiencia anterior vivida por el propio Satanael. Quienes rescataron a Galiel fueron una muy agresiva Fadiel quien consideró innecesario avisar a Abdiel, pues para ella Galiel era como su propio hijo, ya que era el mejor amigo del suyo; Suriel que no era menos violento que su madre, y Dobiel y Badariel que se apresuraron a ir con ellos para minimizar los posibles daños.

 

Y el secuestro más sonado, problemático y mucho más lejos en el tiempo, había sido el de Bastiel, porque este había sido ordenado por Lilit y nadie tenía dudas acerca de las posibles razones. La cuestión había sido que no tenía idea ella de con quién se había metido, y lo más seguro era que las cosas con ella hubiesen terminado como finalmente terminaría, aunque no con ella, porque, como las cosas siempre se complicaban con ciertos individuos, Satanael se antojó del niño, y con aquel, Bastiel la tendría muy difícil por dos motivos diferentes; el primero, que era el monarca de los shedims y por tanto el más poderoso y menos susceptible a ser manipulado; y el segundo y como diría el mismo Bastiel después, porque le resultaba físicamente imposible decir algo medianamente agradable a Satanael, y esto era algo que podían agradecerle a Heylel que parecía haber inyectado en las venas de ciertos descendientes su odio por Satanael. De modo que unos minutos después de estar en presencia del shedim, éste quería asesinarlo, algo que si bien habría sido perfectamente entendido por cualquiera que conociese a Bastiel, lo habrían entendido aun mejor si hubiesen tenido que escucharlo en aquella ocasión. El asunto fue que desató la ira de Satanael quien no se contuvo para descargarla en Bastiel, algo que sería perfectamente inútil, pues la única manera de silenciarlo habría sido matándolo. Por supuesto con aquel secuestro, y aunque no había sido idea de él,  Satanael se agenciaría la muy peligrosa ira del padre y el hermano de la criatura, pero también la más venenosa furia de Heylel, así que cuando los tres irrumpieron donde pocos podían, no se entretuvieron en saludos, sino que el látigo de Heylel se enroscó en el cuello de Satanael, la lanza de Sariel se clavó en su torso y el Adilik de Haniel cortó la garganta de Sire que como de costumbre estaba con Satanael y en realidad iba de salida, pues Satanael había ordenado que le devolviesen a aquel desgraciado niño a su gente.




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