Demons (libro 3. Batalla Final)

Regreso

Mientras las dos situaciones más críticas tenían lugar, es decir, el enfrentamiento entre Satanael y Kellen que quedó interrumpido por la intervención de Bastiel, y el de Varjan con Samael que finalizaría de forma por demás violenta en cuanto el primero le quitó la cabeza al segundo, una nueva aparición congeló momentáneamente los movimientos de todos.

 

  • ¡Satanael!
  • ¡Virgil! – exclamaron algunas voces

 

Y en efecto era Heylel quien acababa de hacer acto de presencia y miraba a Satanael con el mayor desprecio. Los que estaban al tanto de lo sucedido recientemente, no lo podían creer; los descendientes de los Shekhinà estaban divididos entre el alivio de verlo y la preocupación al no saber bien cuál era su estado por lo que sabían. Y en el caso de Satanael, se había olvidado de Bastiel y miraba a Heylel casi con fastidio.

 

  • ¿Es un chiste? – preguntó
  • Y de lo más gracioso si me preguntan – dijo Bastiel, aunque evidentemente nadie lo estaba haciendo

 

En cuanto Heylel había aparecido, Duma había dejado de expandir el silencio opresivo y Lil pudo comenzar a respirar con normalidad, pero al ver lo que todos miraban, casi deja de respirar de nuevo, pues seguía pensando que él no volvería nunca más, sin embargo, ahí estaba, de cuerpo presente, completo y a medio vestir, pues al igual que Andras, solo llevaba un pantalón, algo lógico ya que hasta unos segundos antes seguía dormido en su cama, pero en cuanto sintió a Lil asustada y en decidido peligro, su energía tomó posesión de su materia en forma más bien violenta y sobresaltando a los presentes, pero no había dicho nada más allá del nombre de la chica y acto seguido había desaparecido desatando la ira de Sariel y de Abe.

 

  • ¡Maldición, ahí vamos de nuevo! – había dicho Sariel, pero había ido tras él

 

Unos segundos después de la aparición de Heylel, habían comenzado a llegar  los demás, y no solo los habituales como Sariel, Araxiel o Limeriel, sino que apareció Badariel, lo que explicaba la sensación de que el tiempo se hubiese detenido, pues así había sido, pero también se presentaron Armeriel, Daver, Midriel, Enamel y Miliel a la cabeza de sus escuadrones, y para mayor desgracia de los shedims que lo notaron con rapidez, también venía otro individuo tan peligroso como era el caso de Abe.

 

Heylel había dado un primer paso extendiendo su brazo y un segundo después apareció el látigo que lanzó hacia Satanael en cuanto comenzó a correr hacia él, y esa fue la señal para que los demás hicieran lo propio.

 

Aunque a Bastiel le habría encantado ver cómo Heylel hacía polvo a Satanael, la aparición de tantos caídos y descendientes, generaba la automática aparición de muchos shedims de la clase caótica, de manera que no se entretuvo y comenzó a correr despachando shedims menores a una velocidad de vértigo.

 

Lil estaba viendo todo aquello y se sintió avergonzada, pues sabía que todo era su culpa. Ella sabía que no era ni la mitad de hábil o veloz que cualquiera allí, pues tenía poco tiempo entrenándose, así como sabía que aún podía morir, pero decidió que nadie más iba a hacerlo o a salir lastimado por ella, de manera que apartando a Zenda que volvía a estar a su lado, ya que Kelly estaba tan ocupada como los demás, comenzó a avanzar.

 

  • ¡Lil no! – intentó detenerla Zenda, pero ella no prestó atención

 

Zenda hizo un rápido registro visual, pero nadie podía ayudarla, así que corrió tras ella.

 

Heylel podía estar peleándose con uno o con diez shedims, pero eso no le impedía captar el nombre de Lil, y cuando lo hizo en el angustiado llamado de Zenda, estiró el brazo atrayéndose el Adilik que seguía en la mano de Samael cuyo cuerpo aún no había desaparecido.

 

  • Nena, abre tu mano – dijo y Lil obedeció de forma automática al escucharlo

 

Un segundo después sintió el frío metal en su mano y no necesitó verlo para saber lo que era. Ella nunca había sido parte activa de una batalla en el que había sido su mundo hasta hacía poco, menos aún en aquel al que recién descubría que pertenecía, pero el instinto suplió la inexperiencia, aparte de que en cuanto Bastiel y Armeriel lo notaron, se dieron la mayor de las prisas para alcanzarla, algo afortunado, porque había avanzado más bien poco en dirección hacia donde había caído Kellen, cuando un chico como cualquier otro descendiente, es decir, cabello rubio claro y ojos azules, se atravesó en su camino, pero cuando se giró y ella lo vio bien, notó que tenía un aterrador parecido con…

 

  • Hola… hermanita – dijo Infano en tono burlón – Tú no me harías daño
  • ¡Tal vez ella no, pero yo sí! – exclamó Armeriel, aunque no lograría hacer nada

 

Lil se había quedado momentáneamente paralizada cuando su sistema registró una sensación que no había experimentado nunca antes. Aquel joven era su hermano, alguien que compartía su sangre y la mencionada sangre parecía estárselo gritando; pero aquello se mezclaba con lo que habían dicho Heyel, Kellen y Araxiel, haciendo que en su interior todo girase entremezclándose de manera imposible. Esto había sucedido en fracciones de segundos y posiblemente más adelante Lil se preguntaría qué o cómo había sucedido, pero no en ese momento.




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