Demons (libro 3. Batalla Final)

Infano

Araxiel se detuvo a unos pasos de donde se encontraba Heylel, y en unos pocos segundos experimentó diversas emociones que iban desde la pena hasta la ira, y pensó que, aunque Abe siempre había dicho que se merecían todo lo que les sucediese con independencia de lo que esto pudiera ser, a él personalmente, le parecía muy injusto aquel terrible sufrimiento de Heylel. Y por otra parte se alegró de haber convencido a Limeriel para que no lo siguiese a todas partes. Le había costado un poco hacerla entender que no era que Heylel los estuviese excluyendo, que era lo que la chica había estado pensando con la inesperada reunión de todos los ángeles de luz, de manera que él se había esforzado en convencerla de que aquella podía ser una buena cosa, pues ante la posible circunstancia de la muerte de Lil, ciertamente iban a necesitar toda la ayuda posible para no pasar de nuevo por lo que habían pasado en la época de la muerte de Mía y en la que no habían contado con la ayuda de los demás, y no porque no quisieran, sino porque no estaban en el momento preciso del hecho y cuando se presentaron, Heylel no solo los atacó, otra cosa que se sumaría a su ya muy larga lista de problemas, sobre todo con los niños del grupo que eran los que habían salido peor parados y lo que los había hecho evitarlo por tanto tiempo, sino que terminaría aislándose de todo y de todos.

 

  • ¿Qué quieres? – escuchó y saliendo de sus negros pensamientos, avanzó – ¿Tú también vienes a echarme en cara lo estúpido que soy?

 

Araxiel sabía que aquella ira no era en su contra, pero lamentó que en medio de la misma, Heylel sintiese que todos estaban en su contra cuando no era así. Cuando estuvo más cerca se alarmó, porque Heylel estaba de rodillas en el borde de un risco, pero al estar más cerca, lo primero que notó fue que el brazo lo tenía en un ángulo inusual, igual pudo ver los raspones y hematomas que tenía en brazos, torso y espalda, ya que no llevaba camisa.

 

  • ¿Virgil, qué hiciste?
  • No lo suficiente

 

Araxiel fue consciente que no hablaban de la misma cosa, pero hizo eso a un lado para ocuparse de ayudar a que todo aquel desastre sanase más pronto.

 

  • Déjalo Noah – lo escuchó, aunque no se detuvo – Merezco todo el dolor que pueda soportar y hasta el que no, pero ninguno será mayor que aquel que ni tú ni nadie puede sanar.

 

Aunque Araxiel lo estaba escuchando, también seguía trabajando a toda prisa mientras pensaba que Heylel debió lanzarse por el borde de aquel escarpado lugar golpeándose contra todos los salientes, y si lo había encontrado allí, era porque había caído al agua y no en el suelo o tendría el cráneo fracturado.

 

  • Gracias, pero…
  • No voy a presumir de saber cómo te sientes Virgil, pero no ganas nada sumando dolor físico a tu dolor emocional.

 

No le gustaba decirle aquel tipo de cosas ni sonar como Abe, pero tenía muy presente lo que había sucedido cuando murió Mía, y no quería que sucediese de nuevo.

 

  • Y te estaba buscando, porque Infano ya está en condiciones de hablar.

 

La expresión de Heylel varió en forma drástica y Araxiel sonrió para sus adentros, pues era una buena cosa que tuviese en qué ocuparse y olvidarse por un momento de lo otro. Pero si bien Heylel tendría en qué ocuparse, igual estaba relacionado con Lil, pues una de las cosas que había captado cuando la chica había pedido estar sola, fue el deseo de ésta por haber tenido, aunque solo fuese a uno de los miembros de su familia cerca, de manera que, ahora más que nunca, tenía que averiguar si aquel infeliz podía o no, cumplir ese rol.

 

  • Tráelo aquí
  • ¿Aquí dónde? – preguntó

 

No obstante, Heylel no daría ninguna explicación, algo que no era una novedad, pero como Araxiel asumió con corrección que debía llevarlo a la cueva, no dejó de extrañarse.

 

Mucho rato después, Heylel hacía acto de presencia en una de las galerías más grande y donde solían reunirse todos en el pasado, y venía en compañía de Eliel y de Zenda. Un momento antes se había reunido con ellos explicándoles lo que necesitaba de la chica, así como también, le había dado órdenes a Fadiel de que citase a los caídos allí.

 

  • ¿Qué sucede? – preguntó Abe con aprensión
  • ¿En serio? – preguntó Sariel a Abe – Vamos a embarcarnos en alguna loca cruzada para impedir que la muchachita…
  • No – lo interrumpió Heylel – no se trata de eso. Lo que necesito es que presten atención. Todos aquí tenemos habilidades diferentes, y lo que quiero es que cada uno agudice la suya
  • ¿Por qué exactamente? – preguntó Mitzrael
  • Porque me dispongo a hablar con alguien que se caracteriza por su habilidad para mentir.

 




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