Demons (libro 3. Batalla Final)

Camino al infierno

Kellen nunca se había cuestionado sus habilidades ni las de los demás, así como nunca había deseado nada que no le perteneciese en aquella materia, pero en aquel momento y por primera vez, quiso tener el poder de Badariel para manipular el tiempo y haberlo detenido.

 

  • Supongo que… ya es hora – dijo Lil y él se limitó a asentir

 

Lil miró alrededor y una solitaria lágrima se deslizó por su mejilla. No estaba muy segura de la razón, pero le dolía que Heylel no estuviese allí y en realidad no estaba ni siquiera oculto, pues de haber sido así, habrían tenido muchos problemas, de modo que se había ido a ocuparse de otra cosa igualmente importante, aunque Lil no sabía nada de esto. También pensó que le habría gustado despedirse de los chicos, pero por ese mismo camino se dijo que no había motivos para que ellos quisiesen lo mismo, pues desde que ella había aparecido, solo les había causado trastornos, de manera que exhaló un suspiro y comenzó a caminar, pero antes de abandonar la galería, vio a Infano y se llevó una mano a la frente.

 

  • Infano, no…
  • Cierra la boca – la silenció él – sigo sin estar de acuerdo, pero igual voy a llevarte

 

Lil elevó las cejas y acto seguido le sujetó la chaqueta y comenzó a zarandearlo.

 

  • Si intentas impedirme…
  • ¡Suéltame! – le gritó él y acompañó la orden con un empujón

 

Afortunadamente para él, Kellen se había ocupado de sujetar a Lil que iba derecha a estamparse contra la roca, y adicional a ello, Varjan se ocupó de advertirle que dejase a Infano en paz, pues Heylel había hecho las cosas con arreglo a que Lil no sospechase nada, de manera que si bien Infano iba a colaborar, no había forma de que se comportase diferente a como era habitualmente.

 

  • Deja de comportarte como una niña malcriada y camina antes de que me arrepienta de ayudarte o te sacuda, Lilit
  • ¡Ese no es…!
  • ¡Ah sí! – la interrumpió él – Ese es  tu nombre, que no te llamen por él es otro asunto

 

Lil se sintió enferma y se preguntó por qué nadie le había dicho aquello, pero decidió que ahora no tenía importancia. Por otra parte y mientras caminaban hacia el exterior, iba pensando en lo que todos le habían dicho con relación al comportamiento de sus hermanos, porque estaba sintiendo una enorme confusión, ya que por una parte estaba bastante segura que Infano no quería hacerle ningún daño, pero por la otra, que al final estuviese dispuesto a llevarla lo mismo a una muerte segura, la confundía mucho a pesar de que era lo que le había pedido.

 

Entre tanto, el escuadrón de Bastiel se preparaba ya en el exterior, pero como aquellos y en su mayoría, eran los más jóvenes o los que se comportaban como párvulos, tenían mucho escándalo y como si fuesen a una alegre excursión. Barbiel acababa de convocar un rayo que iba dirigido a Suriel, pero que a quien alcanzo fue a Varjan quien se materializaba en aquel momento.

 

  • ¡Por la espada de Lucifer! – exclamó él – ¿Tienes idea de cuánto cuesta esta chaqueta, niña? Por supuesto que no, pues tú siempre llevas esos horrorosos… trapos encima

 

Raziel que había llegado junto con él, rio con el mismo descaro que estaban riendo Barbiel y los demás.

 

  • Vamos hombre, no es la gran tragedia y debes tener docenas de esas – le dijo mientras se acercaba a su hija – Hola de nuevo linda
  • ¿Vaya, te acordaste de que existo, cretino? – le preguntó sacudiéndolo

 

Varjan pensó que había estado muy acertado al no engendrar ningún hijo y no por obediencia o por la cháchara de Abe, sino porque hasta donde había podido ver, aquellas criaturas eran definitivamente peligrosas para la tranquilidad y estabilidad mental de cualquiera.

 

  • Hagan silencio y prepárense para el traslado – les dijo Raziel
  • Todos listos – dijo Bastiel

 

Los chicos experimentaron la ya conocida sensación de incorporeidad cuando Raziel y Varjan los ocultaron, y un momento después vieron aparecer a Kellen en compañía de Infano y Lil. Como ya todos habían sido puestos en antecedentes con relación a Infano, si bien algunos juntaron las cejas, pues no había nadie allí que no hubiese tenido que vérselas alguna vez con él y con Haizi se eximieron de emitir ninguno de sus habituales y desagradables comentarios, y apenas unos segundos después habían sido arrastrados a otro lugar.

 

  • ¿No podíamos aparecer en otra parte? – preguntó Barbiel
  • ¿Y qué tiene este de malo? – pregunto a su vez Varjan
  • Que esas figuras siempre me han parecido horrorosas – contestó ella
  • Hay dos opciones, o tenían escasísimo talento… – estaba diciendo Yariel, la hija menor de Ramiel que era además una apasionada del arte
  • …o eran todos muy feos – la interrumpió Anjari y los chicos rieron




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