Una batalla de las proporciones de la presente, y aunque parecía algo caótico y en cierta forma lo era, en realidad se efectuaba de una forma bastante organizada al menos al inicio, y si hubiese que describirlo, podría decirse que se llevaba a cabo en círculos. En el primero o exterior, estaban los shedims menores, y aunque bien mirado, los nephilims no habrían tenido oportunidad en contra de los shedims, pues los últimos los superaban en número, no en habilidad o poder; pero como decía Ertael, los shedims menores parecían hormigas saliendo de sus agujeros; eran, además, criaturas espantosas y sin ningún talento ni necesidad de cambiar de aspecto, pues no había ninguna posibilidad de que un humano los viese, aunque eso no evitaba que los fastidiaran lo mismo. En este círculo exterior era donde los descendientes con menos años luchaban; pero si bien los shedims menores no tenían el poder de los otros, solo por el hecho se de ser lo que eran, las heridas que causaban no dejaban de ser tóxicas y muy perjudiciales, así que los chicos debían ser veloces y hábiles para esquivarlas y acertarles a aquellos bichos.
En el segundo círculo se encontraban los shedims intermedios; la morfología de éstos era variable, porque algunos podían ser vistos por los humanos y en su caso sí podían causar verdadero daño, pero hasta la fecha, nadie sabía por qué unos sí y otros no, y lo que sí era invariable, era que la única forma que ellos podían adoptar ante los humanos era la de animales siempre peligrosos, pero cuando enfrentaban a los nephlims, adquirían una apariencia similar a la de éstos y quienes los enfrentaban eran los descendientes más antiguos, de modo que en este círculo de la batalla, luchaban los descendientes con más años y algunos caídos, pues entre los shedims intermedios los había sumamente peligrosos, tramposos y letales.
Y en el centro de aquel pandemónium, estaban lógicamente los shedims de la jerarquía mayor y caídos tan peligrosos como Samael, Azrael y Arhiman, de modo que en ese círculo rara vez se encontraba a algún descendiente, pero sí a caídos como Dobiel, Araxiel, Limeriel o Sariel. Otra particularidad de este círculo, era que la mitad de las confrontaciones tenían lugar en el aire, algo que fastidiaba mucho a Bastiel por ejemplo, que se quejaba de lo injusto que era que a ellos no los hubiesen dotado con la habilidad de volar.
Por todo lo antes expuesto, en cuanto los que aguardaban vieron salir a Kellen y a Satanael, los shedims menores cuya actitud había causado la curiosidad de los nephilims, comenzaron a comportarse como les era usual, de manera que los chicos tuvieron que ocuparse de aquella odiosa tarea organizando el primer círculo de lucha.
Después de Danael, era Dobiel quien más descendientes tenía, algo por lo que los mencionados descendientes propios o ajenos, bromeaban y encontraban lógico, pues aquel era el ángel del amor; el asunto es que los seis hijos de este caído, incluido Eremiel a quien veían más bien poco debido a que este chico era un mercenario, habían desarrollado una obsesión casi enfermiza por el arma de su padre, es decir, el arco, así que eran extraordinariamente hábiles y peligrosos con aquel instrumento que además, les resultaba muy útil en momentos como el presente en el que los shedims menores eran un auténtico fastidio.
A pesar de que todos daban casi por hecho que Ertael era el mayor, no era así y en realidad era el tercero, porque los dos mayores eran Eriael y Eremiel, pero siendo que el segundo era un mercenario, y Eriael pertenecía al escuadrón de Haniel y tampoco lo veían mucho, era Ertael, que era muy poco paciente por cierto, quien en ocasiones como aquella se ocupaba de organizar a sus hermanos con rapidez para un ataque más efectivo. Sin embargo, en aquella ocasión, algunos se sorprenderían al escuchar el silbido de Eremiel.
Si bien era cierto que los mercenarios no tomaban partido por ninguno de los dos bandos en conflicto, esto no aplicaba a cuatro individuos, a saber, Eremiel, Nahariel, Aker y Admael. No era que ellos fuesen por ahí metiéndose donde no los llamaban con la posible excepción de Aker, pero en los casos de los dos descendientes y del caído, sucedía que eran hijos o hermanos los dos primeros y padre el tercero, así que cuando percibían verdadero peligro para los suyos, acudían sin demora, lo que no solían ser buenas noticias para quien estuviese fastidiando. El caso de Aker difería, porque si bien él no era ni padre ni hijo, era el caído que lo había hecho junto con Kellen y con Varjan, pero él estaba, por decirlo de alguna manera, en la línea directa de Kellen, pues Aker también había sido creado como ángel guardián, de modo que parecía no poder evitar acudir cuando Kellen estaba hasta el cuello, y aunque ponía el mayor ahínco en que no lo notasen, o más bien que quien no lo notase fuese Kellen, si la presencia de los antes nombrados en medio de cualquier conflicto eran malas noticias, la de Aker era una verdadera catástrofe, porque no solo era un caído, sino uno de aquellos que como le había explicado Heylel a Lil, había sido creado para asistir a un ángel de luz, de modo que tenía un considerable y muy peligroso poder.
Por todo lo antes expuesto, cuando los mercenarios más jóvenes vieron a Aker y a Admael ponerse súbitamente de pie y al primero exclamar el nombre de Kellen y desaparecer seguido de Admael, algo que hicieron casi enseguida Nahariel y Eremiel, los demás los imitaron, pero al llegar se encontraron no con un conflicto cualquiera como algunos podrían haber imaginado y como ya había sucedido sobre todo con Aker que era al que solían seguir, sino con una batalla épica. Sin embargo, en cuanto Aker vio la concentración de mercernarios que los había seguido, y que muchos de ellos eran no solo descendientes de los Olam, sino sabiendo la peligrosidad de muchos, se elevó por encima del grupo.