Demons (libro I. Y Cayeron)

Un día normal

Una estridente alarma sonaba en forma lejana pero insistente y Lil se quejó.

  • No otra vez  --  dijo entre sueños

Sin embargo, un momento después se incorporó en la cama entendiendo que no era la alarma de la universidad para otro ejercicio de evacuación, sino que era su despertador, así que estiró el brazo para apagarlo al tiempo que hacía las mantas a un lado y corría al baño. Un momento después y mientras terminaba de vestirse, miró al espejo y haciendo una mueca a su imagen comenzó a recogerse el cabello.

A Lil no le gustaba su cabello de manera especial, pues, aunque era sedoso y manejable, en su opinión, el mismo había sido muy indeciso a la hora tomar partido por un color, ya que era negro, pero con una enorme cantidad de mechones rojizos distribuidos en forma arbitraria, mientras que lo que sí le gustaba mucho, era un lunar en forma de estrella que tenía un poco por debajo del hombro izquierdo; tal vez era un poco grande y muchas personas pensaban que se trataba de un tatuaje, pero a ella le encantaba. Terminaba de colocarse un poco de brillo labial, cuando su móvil comenzó a repicar.

  • Tony  --  dijo a modo de saludo
  • ¿Ya sacaste ese bonito trasero tuyo de la cama?  --  preguntó su interlocutor y ella rio
  • Seguramente mucho antes que tú el tuyo
  • Espera, ¿eso quiere decir que encuentras mi trasero de concurso?  --  preguntó y en esta ocasión Lil se carcajeó
  • Ni siquiera estoy muy segura de que tengas uno
  • Eres un ser maligno

Se dijeron un par de frases más y cortó la comunicación cuando ya caminaba hacia la puerta aun sonriendo. Tony era su amigo desde que iban al jardín de niños, era un payaso de oficio y tenía una venerable paciencia, pues cuando iban a segundo grado, Lil le había roto la boca solo porque Tony no le quiso prestar un juguete; en quinto lo que le rompió fue un brazo jugando baloncesto; y cuando estaban en preparatoria le dio un “cariñoso” empujón que lo hizo rodar todo un tramo de escaleras provocándole una pequeña conmoción cerebral; así que Tony no era su amigo, sino su víctima, como él mismo se describía.

  • Buenos días, señorita Randall  --  la saludó el portero
  • Buen día Jim ¿Cómo va tu artritis?
  • Mejor señorita, gracias

Lil caminó hacia su coche y cuando se subió notó que se había olvidado de su chaqueta, pero ya iba con retraso y Maureen no tardaba en llamarla para preguntarle si aun respiraba. Maureen era la versión femenina de Tony, pero mientras éste era muy terrenal, Maureen tenía la exasperante tendencia a creer en cosas sobrenaturales, y en opinión de Lil, inexistentes.

Colocó la reversa y estaba maniobrando para salir cuando comenzó a repicar su móvil.

  • Ahora no Mau  --  murmuró

Sin embargo, el aparato dejó de repicar casi enseguida, lo que le indicó a Lil que de ninguna manera podía tratarse de Maureen, de modo que en cuanto comenzó a sonar de nuevo, lo cogió.

  • Buenos días, papá  --  saludó
  • ¿Será que la señorita puede dedicarle un momento a su anciano padre?  --  escuchó
  • Estoy conduciendo
  • Entiendo, te llamo luego

La relación con su padre era algo extraña; Lil sabía que era adoptada y que en realidad lo había sido dos veces, pues su madre le contó que había quedado viuda cuando ella tenía poco más de tres meses, pero luego se había casado con Samuel Randall quien insistió en reconocerla como suya. Todo había ido bien hasta que Lil cumplió doce años y su madre murió en un accidente de tránsito; después de eso, Samuel había continuado con su vida como si nada hubiese ocurrido mientras que Lil estaba devastada. Ella sabía que su padre era un hombre frío y poco dado a las expresiones de afecto, pero ella se había sentido tan sola y tan triste que había esperado que al menos en aquella oportunidad él se comportase de otra manera aunque no fue así, y lo que sí había hecho era largarle un discurso advirtiéndole que no debía apegarse a las personas de aquella manera, pues la gente moría a diario y nada se podía hacer. Lil aprendió a vivir con el dolor que le había producido la muerte de su madre y con la frialdad de un padre al que veía poco y casi únicamente en vacaciones.

Lil abandonó sus pensamientos cuando vio la figura estilizada de Maureen y con aspecto de ir a un desfile de modas. Aunque Maureen sentía obsesión por su apariencia, el diseño de Jean Paul Gaultier que llevaba ese día, le recordó a Lil que tenían clase con el señor Whitby, el profesor por el que Maureen había decidido perder la cabeza ese semestre. Su amiga se enamoraba perdidamente cada dos o tres meses, pero independientemente de eso, siempre había un maestro al que juraba que amaría hasta el día de su muerte, y era algo que había venido ocurriendo desde la preparatoria, así que aquello ya no los impresionaba ni a Tony ni a ella.

Cundo llegaron al aparcamiento de la universidad, Tony ya las estaba esperando y Lil soltó la carcajada en cuanto lo vio, porque así como Maureen nunca salía ni a la esquina sin un traje de diseñador, Tony era tan estrafalario que lo mismo podía llevar un esmoquin con zapatos de futbol como aquel horripilante sombrero verde lima, la bufanda azul y la camisa naranja que vestía ese día.




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