Demons (libro I. Y Cayeron)

Extraño

Una vez dentro y después de que Virgil le ordenase a alguien que Lil no vio, que les llevase algo al salón, la confusión anterior de Lil se transformó en ira, porque si bien era cierto que tenía que hacer aquella entrevista, aquel individuo se conducía como el emperador del universo y por algún motivo aquello la irritaba mucho y la hizo reaccionar en consecuencia.

  • No tenías ningún derecho a traerme aquí contra mi voluntad  --  le dijo olvidando nuevamente el trato formal
  • ¿Contra tu voluntad?  -- preguntó él girándose con una copa en la mano  --  ¿No eras tú la que estaba tan interesada en invadir mi propiedad?
  • Sí, pero… bueno no es…
  • Insisto en que tienes un problema de decisión y debes trabajar en él  --  la interrumpió señalándola con un dedo admonitorio  --  Según y como yo veo las cosas, deberías estar agradecida
  • ¿Agradecida?  --  preguntó con incredulidad  --  ¿Por qué exactamente? ¿Por haber sido arrastrada de forma inconsulta a no sé donde, o…?  --  pero hizo silencio cuando él dio un paso hacia ella
  • En primer lugar, encontrarás algo difícil de probar que no viniste aquí por voluntad propia, pues todos te vieron salir tranquilamente de mi brazo, y contestando a lo primero, sin duda deberías estar agradecida de haber sido invitada a mi casa ahorrándote con ello una muerte muy dolorosa cuando intentases forzar la entrada
  • Estás loco  --  le dijo  --  nadie mata a los intrusos, cuando mucho los envían a la cárcel
  • Verás niña, no tengo motivos para confiar en la aplicación de la justicia humana, de manera que juego con mis reglas, así que no solo tú habrías muerto, sino que habrías arrastrado contigo a la señorita Baxter y al señor Richardson

Lil elevó las cejas preguntándose qué clase de individuo era aquel, pero aun no estaba lo bastante sorprendida. En el momento que Lil iba a expresar su opinión acerca de sus métodos, entró un sirviente con una bandeja que dejó sobre una mesita y se retiró en silencio.

  • ¿Café?  --  le preguntó Virgil --  O quizá prefieras algo más fuerte  --  dijo en tono divertido elevando su copa
  • Eres…
  • Virgil tenemos…

Lil se giró  al escuchar la voz femenina y se tropezó con unos ojos tan azules como los de su no deseado anfitrión, pero en el cuerpo de una mujer de deslumbrante belleza.

  • ¿Qué-estás-haciendo?  --  silabeó la susodicha
  • Fuera  -- respondió él
  • Virgil…
  • ¡He dicho que fuera!  --  exclamó

Lil tuvo el absurdo pensamiento de que todo, desde el piso hasta los cristales de las ventanas, había vibrado, y aunque Virgil ciertamente había elevado la voz, no llegó a ser un grito tan fuerte como para producirle aquella extraña sensación. No obstante, la mujer abandonó el salón no sin antes dedicarle una mirada de intenso odio a Lil, aunque ésta no tenía idea de por qué.

  • Tenía la impresión, equivocada obviamente, de que los miembros de la nobleza se conducían con mejores modales, pero es evidente que eso no aplica a ti si eres capaz de tratar de ese modo a… ¿tu esposa?  --  aventuró y él rio
  • ¿Esposa?  --  preguntó y volvió a reír  --  Aunque muchas se adjudican ese estatus, te aseguro que no tengo ninguna
  • Claro, imagino que ninguna mujer sería tan estúpida como para casarse con un cretino irritante y grosero como tú por muy príncipe que fueses

Por un momento Lil tuvo la clara impresión de que iba a morir, pues los ojos de Virgil brillaron de forma extraña, aunque a esas alturas calificar de extraña cualquier cosa, era absurdo, porque todo lo era.

  • Aunque hace mucho tiempo que nada me sorprende, debo admitir que tu inocencia lo hace  --  le dijo Virgil deslizando un dedo desde la frente hasta los labios de Lil

La mezcla de sensaciones que le produjo a Lil aquel contacto que no podía calificar de caricia, la dejó mareada y confusa.

  • ¿Por qué no?  --  susurró él
  • ¿Por qué no… qué?  --  preguntó ella
  • ¿Por qué no podría ser una caricia? No creo que tu inocencia llegue tan lejos como para no ser consciente de tu atractivo y de que yo soy un hombre que puede apreciarlo

Los pensamientos, emociones y sensaciones de Lil, se volvieron un caótico enredo en su interior, pero de alguna manera logró que su cuerpo la obedeciese y se giró.

  • No vine aquí para… esto
  • ¿Y qué es esto?  --  preguntó él y Lil pudo sentir su aliento a pocos centímetros de su cuello
  • No lo sé, pero quiero irme ahora
  • ¿De veras? 

Las cosas se le complicaron mucho a Lil al sentir que el brazo de Virgil se cerraba alrededor de su cintura, y cuando la giró para quedar nuevamente enfrentada a sus ojos, todo pareció desaparecer a su alrededor. Un segundo después él se había apoderado de sus labios y Lil sintió como si aquello fuese algo por lo que había estado esperando toda su vida, de manera que se aferró a él como si de ello dependiese que siguiese respirando.




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