Virgil miraba a Kellen con expresión de la más pura y genuina incredulidad, y no porque lo que acababa de decir fuese imposible, sino que no podía serlo con relación a Lil, pues en principio él lo habría sabido, porque se había pasado una incontable cantidad de años persiguiendo a aquellas criaturas, de manera que no era posible.
Sin embargo, un segundo después salió despedido chocando contra la pared más alejada, y aunque ya se esperaba algo así, no pudo evitar el doloroso golpe y la consecuente pérdida del conocimiento. Leah intentó moverse, pero le estaba resultando muy difícil, mientras que Kellen ni se molestó, porque conocía lo suficiente a Virgil y aguardó impasible lo que viniese, pero, aunque ya había sido personalmente testigo de la ira de aquel sujeto, en esta ocasión recordó en forma muy vívida lo que le habían contado los otros Nephilim con relación a éste y lo que sucedía desde había caído, pues repentinamente sintió que un frío glacial parecía a punto de congelar sus huesos a pesar de que todo había comenzado a arder a su alrededor incluido Virgil. Aparte de lo anterior, un ruido atronador comenzó a taladrar sus oídos hasta hacerlos sangrar, y algo parecido a un furioso terremoto comenzó a estremecer paredes y piso.
A muchos kilómetros del lugar de los hechos antes narrados, y en los más diversos puntos del orbe, una multitud de ángeles y Nephilim experimentaron las mismas sensaciones, pero en una particular reunión en donde no solo se encontraban los anteriores, hicieron súbito silencio y hasta los que no eran de su misma especie registraron el hecho.
Si bien era cierto que los shedim habían registrado el fenómeno, a ellos no los afectaba como a los nephilim en cualquiera de sus versiones, es decir, fuesen ángeles caídos o los hijos de éstos.
Leah, a muy duras penas, había logrado llegar hasta donde había caído Noah y hacía esfuerzos por despertarlo. Kellen que seguía inmóvil en el sillón, había concentrado su energía en proteger a Lil haciendo uso de su habilidad telequinésica, pero luchar en contra del poder de Virgil era superior a sus fuerzas y finalmente el esfuerzo lo venció dejando a Lil desprotegida, lo que la hizo despertar y emitir un grito agudo de dolor. No obstante, lo que no habían logrado las súplicas de Leah, ni la oposición de los nephilim que estaban experimentando aquello, lo consiguió el grito de Lil, pues Virgil se giró clavando sus encendidos ojos en ella y gradualmente las cosas comenzaron a retornar a la calma. El ruido cesó, el frío cedió, el piso se estabilizó y las llamas comenzaron a extinguirse. Lil no había alcanzado a registrar todo el caos a su alrededor, pero al ver a Virgil, había lanzado otro grito similar al primero y cabría suponer que debido a la impresión de verlo envuelto en llamas y con los ojos cual rubíes, la hizo caer de nuevo en la inconciencia.
Cuando todo aquel desastre había cesado, Leah pudo aplicarse mejor con Noah y éste recuperó el sentido, pero ambos vieron con preocupación el cuadro en general. Lil había vuelto a desmayarse, Kellen lo estaba también, Virgil se había derrumbado sobre un sillón y se sujetaba la cabeza con las manos, y pudieron escuchar las voces asustadas de los vecinos, lo que significaba que habían sentido por lo menos el temblor.
Como Noah sabía que después de lo sucedido, era solo cuestión de tiempo para que se presentarán a pedir inútiles explicaciones, decidió tomar el asunto en sus manos, porque si en ese momento aparecía algún ángel a reñir a Virgil, las cosas iban a ponerse muy mal.
Un rato después estaban en una anodina cabaña casi al borde de un risco, y después que Noah colocó a Lil sobre un sofá y la cubrió con una manta, miró a Leah.
Noah no tenía ni idea de qué decirle a su amigo y era que en realidad no había nada qué decir, estaban en un aprieto y en uno muy grande, pues Virgil había dado su palabra no solo en el sentido de que él mismo mataría a Lil, sino que también lo había hecho en el de no permitir que nadie más lo hiciese, pero Noah sabía que no podría, al igual que no podía permitir que Samael continuase con sus planes, de manera que aquello los colocaba en una posición muy difícil no solo con sus enemigos naturales, sino con los miembros de su propio bando.
Virgil cerró los ojos y Noah pudo ver el dolor reflejado en cada centímetro de su expresión, y en ese momento más que en ningún otro, deseó poder suprimir aquel ya muy largo sufrimiento que los acontecimientos recientes habían venido a reforzar. Sin embargo, no tenían más alternativa que seguir adelante, pues ellos estaban condenados a vivir eternamente con dolor o sin él.
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Editado: 29.06.2021